Las relaciones que se establecen entre vida y la literatura y, sobre todo, la interpretación de sus valores y la aplicación a las peculiares exigencias de los comportamientos personales, familiares y sociales constituyen unos temas de permanentes debates entre los críticos y, de hondas preocupaciones que, a veces, inquietan a los docentes de los diferentes niveles académicos. La fuerza expresiva de Experimentos sobre el vacío, de Nieves Vázquez Recio, profesora de Filología Española de nuestra Facultad de Filosofía y Letras, reside, a mi juicio, en la singular capacidad para estimular nuestros sentidos y para alentar nuestros sentimientos siguiendo las coordenadas de las obras clásicas de toda la historia de la literatura universal y de las creaciones más representativas de la actualidad.
No podemos perder de vista que esta escritora, no sólo poseen un nutrido currículo de docencia académica y de investigación científica, sino que, además, ha demostrado cumplidamente un apasionado amor a las palabras. Recordemos que la “filología” es el culto a los lenguajes y el cultivo de las lenguas, y que la ficción es una herramienta que nos ayuda a sobrevivir a los ataques de la realidad cotidiana y un estímulo para hacernos más conscientemente humanos porque nos sirve para adivinar el significado de los comportamientos de los otros y para conocernos a nosotros mismos. Gracias a estos relatos, llegamos a la conclusión de que, mediante la imaginación, no sólo profundizamos en los significados de los hechos reales, sino que, además, podemos manipular y recrear la vida para recrearnos con los episodios que ella ha inventado.
La novela Experimentos sobre el vacío, de Nieves Vázquez Recio, no sólo por las múltiples, sorprendentes y densas historias que narra, sino también por las azarosas conexiones que entre ellas se establecen, remite de manera directa a la madeja, siempre enredada, de las complicadas y ocasionales relaciones humanas. Y es que, efectivamente, una de las funciones de la literatura –de la buena literatura- es identificar el curso –el discurso- de los sutiles hilos con los que se teje la inevitable complejidad de cada vida humana. Estos episodios no sólo iluminan el fondo del misterio del ser humano y descubren las claves de unos comportamientos aparente y realmente paradójicos, sino que, además, señalan un itinerario apasionante para que identifiquemos los múltiples significados de cada uno de los episodios que relata y de los procedimientos literarios que utiliza.
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*** Enviado por José Antonio Hernández Guerrero, catedrático
de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y Director del Club
de Letras de la Universidad de Cádiz, escritor y articulista
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