Leído en La Voz Digital. Por su interés reproducimos esta notic ia.
Daniel Pérez.
El Corchado, la pequeña aldea situada en el entorno de San Pablo de Buceite –término municipal de Jimena de la Frontera– que ha acogido el rodaje de Guerrilla, el filme que rueda Steven Soderbergh sobre el Che Guevara, volvió ayer a la normalidad después de que durante algo más de dos semanas se transformara en Villa Los Gálvez, escenario de algunos de los épicos enfrentamientos que el revolucionario y sus seguidores mantuvieron con los regulares bolivianos, justo antes de que el mítico rebelde argentino fuera capturado y ejecutado por agentes de la CIA.
El rodaje ha sido un auténtico acontecimiento social en la zona. Desde que el equipo, formado por más de 150 actores y técnicos, aterrizara en esta localidad gaditana, el pausado ritmo habitual de sus habitantes se ha visto alterado por la frenética intensidad del trabajo cinematográfico. Algunos de ellos han colaborado activamente en la localización de parajes que pudieran servir de contexto para las escenas bélicas, y han tenido la ocasión de vivir de cerca las peculiaridades de un rodaje de estas dimensiones, y conocer el carácter de estrellas españolas y foráneas, como Óscar Jaenada, Benicio del Toro o Matt Damon.
Soderbergh, el silencioso
«El director es bastante excéntrico», comenta uno de los responsables de la logística del equipo, natural de San Pablo. «Cuando todo estaba listo para que se rodara en un punto concreto, a Soderbergh le daba por probar en otro, y los cámaras, el sonido, etc... tenían que improvisar sobre la marcha», explica. «Además, apenas habla, y es el que menos ha salido del polideportivo municipal que habíamos acondicionado como campamento base», completa, «siempre enfrascado en el guión y en la planificación de la tarea del día siguiente».
El cineasta se ha mostrado «especialmente preocupado» por mantener en todo momento el secretismo en torno al rodaje, e incluso obligó a los productores españoles a firmar clausulas especiales que los comprometían a no distribuir material gráfico sobre el mismo, ni hacer públicos detalles de la trama o el contenido del filme. El propio elenco de la película ha sido objeto de todo tipo de especulaciones, aunque tal y como apuntó este medio, Matt Damon sí estuvo en la provincia y «aprovechó un descanso en la promoción de El ultimátum de Bourne para intervenir en Guerrilla, donde hace de un ambiguo cura alemán, relacionado con la CIA», según confirmaron ayer mismo fuentes cercanas a la producción.
La transformación del pueblo ha sido total. Los técnicos colocaron carteles indicando las diferentes localizaciones, aunque con nombres «clave» para no facilitar el trabajo a periodistas y curiosos. Michael Forest era la zona del antiguo molino de Felipe Gómez, y Caballo blanco, un recodo sombreado con diez o doce olivos, donde se sitúa una cuadra de chapas.
El pasado sábado todo el equipo participó en una fiesta fin de rodaje, en la que «los actores y medio pueblo de San Pablo llenaron la piscina municipal, aunque Soderbergh no se acercó», comentan desde la organización. El que sí estuvo, «bailando y compartiendo impresiones con extras y paisanos fue Benicio del Toro, muy cordial y simpático».
Tras esa «experiencia única», el pueblo ha regresado a su devenir cotidiano, aunque les será difícil olvidar que el Che paseó por sus bosques, reposó bajo los alcornoques, y defendió su vida a golpe de claqueta durante los 15 días en que San Pablo estuvo en Bolivia.
Daniel Pérez.
El Corchado, la pequeña aldea situada en el entorno de San Pablo de Buceite –término municipal de Jimena de la Frontera– que ha acogido el rodaje de Guerrilla, el filme que rueda Steven Soderbergh sobre el Che Guevara, volvió ayer a la normalidad después de que durante algo más de dos semanas se transformara en Villa Los Gálvez, escenario de algunos de los épicos enfrentamientos que el revolucionario y sus seguidores mantuvieron con los regulares bolivianos, justo antes de que el mítico rebelde argentino fuera capturado y ejecutado por agentes de la CIA.
El rodaje ha sido un auténtico acontecimiento social en la zona. Desde que el equipo, formado por más de 150 actores y técnicos, aterrizara en esta localidad gaditana, el pausado ritmo habitual de sus habitantes se ha visto alterado por la frenética intensidad del trabajo cinematográfico. Algunos de ellos han colaborado activamente en la localización de parajes que pudieran servir de contexto para las escenas bélicas, y han tenido la ocasión de vivir de cerca las peculiaridades de un rodaje de estas dimensiones, y conocer el carácter de estrellas españolas y foráneas, como Óscar Jaenada, Benicio del Toro o Matt Damon.
Soderbergh, el silencioso
«El director es bastante excéntrico», comenta uno de los responsables de la logística del equipo, natural de San Pablo. «Cuando todo estaba listo para que se rodara en un punto concreto, a Soderbergh le daba por probar en otro, y los cámaras, el sonido, etc... tenían que improvisar sobre la marcha», explica. «Además, apenas habla, y es el que menos ha salido del polideportivo municipal que habíamos acondicionado como campamento base», completa, «siempre enfrascado en el guión y en la planificación de la tarea del día siguiente».
El cineasta se ha mostrado «especialmente preocupado» por mantener en todo momento el secretismo en torno al rodaje, e incluso obligó a los productores españoles a firmar clausulas especiales que los comprometían a no distribuir material gráfico sobre el mismo, ni hacer públicos detalles de la trama o el contenido del filme. El propio elenco de la película ha sido objeto de todo tipo de especulaciones, aunque tal y como apuntó este medio, Matt Damon sí estuvo en la provincia y «aprovechó un descanso en la promoción de El ultimátum de Bourne para intervenir en Guerrilla, donde hace de un ambiguo cura alemán, relacionado con la CIA», según confirmaron ayer mismo fuentes cercanas a la producción.
La transformación del pueblo ha sido total. Los técnicos colocaron carteles indicando las diferentes localizaciones, aunque con nombres «clave» para no facilitar el trabajo a periodistas y curiosos. Michael Forest era la zona del antiguo molino de Felipe Gómez, y Caballo blanco, un recodo sombreado con diez o doce olivos, donde se sitúa una cuadra de chapas.
El pasado sábado todo el equipo participó en una fiesta fin de rodaje, en la que «los actores y medio pueblo de San Pablo llenaron la piscina municipal, aunque Soderbergh no se acercó», comentan desde la organización. El que sí estuvo, «bailando y compartiendo impresiones con extras y paisanos fue Benicio del Toro, muy cordial y simpático».
Tras esa «experiencia única», el pueblo ha regresado a su devenir cotidiano, aunque les será difícil olvidar que el Che paseó por sus bosques, reposó bajo los alcornoques, y defendió su vida a golpe de claqueta durante los 15 días en que San Pablo estuvo en Bolivia.
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