martes, 28 de mayo de 2019

"La delicada y compleja tarea de enseñar a amar", por José A. Hernández Guerrero

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Educar para amar. Un amor sano, fuerte y verdaderamente libre
María del Carmen Massé Garc
Madrid, PPC
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Confieso que, incluso teniendo en cuenta la elevada y multidisciplinar cualificación profesional de la autora, me han sorprendido la claridad de su exposición, la agudeza de sus análisis y, sobre todo, el equilibrio de sus ponderados juicios éticos y de sus oportunas propuestas pedagógicas.
Me han llamado la atención su habilidad para conjugar sus conocimientos médicos con su preparación teológica y, de manera especial, su destreza para explicar con un lenguaje asequible unas cuestiones tan complejas como, por ejemplo, la importancia de proporcionar a la expresión erótica del amor todo su valor sin caer en la “minusvaloración” en la que ha sido relegada secularmente y evitando sucumbir a la “sobrevaloración” que los medios de comunicación nos imponen desde hace unas décadas.


Apoyando su minucioso y denso estudio en las aportaciones biológicas y neurológicas más recientes, e iluminando su examen con los principios evangélicos y con las pautas pastorales, María del Carmen Massé García, Doctora en Medicina y en Teología, aplica oportuna y rigurosamente las pautas trazadas por el Magisterio pontificio y por las Conferencias episcopales. Parte de tres principios fundamentales: Primero, que el hecho de ser seres sexuales y sexuados marca nuestro modo de ser y de estar en el mundo. Segundo, que uno de los grandes retos -“la más grande aventura, quizás”- de la vida humana es aprender a amar mucho y a amar bien. Tercero, que el amor se puede aprender y, por lo tanto, se puede enseñar.

Especial interés despierta, a mi juicio, su abordaje a unas cuestiones que, en la actualidad, son objetos de debates, a veces apasionados y excesivamente simplificadores, como, por ejemplo, las relaciones prematrimoniales, la indisolubilidad y fidelidad matrimonial, la paternidad responsable, la reproducción médicamente asistida, la homosexualidad y el autoerotismo.

Respondiendo a la llamada del papa Francisco cuando nos recuerda que “estamos llamados a formar las conciencias, pero no a pretender sustituirlas”, la doctora Massé García, religiosa de la Sagrada Familia de Urgel, nos proporciona a los padres, educadores, profesores, maestros, sacerdotes, catequistas y demás agentes de la pastoral una amplia y variada gama de ideas, de principios, de valores y de bienes, y también una serie de instrumentos didácticos que nos ayudan a “pensar”, a “entender”, a “trabajar” y a “orar” sobre los asuntos relacionados con el amor en sus diferentes dimensiones corporales, psicológicas y espirituales.

Estoy convencido de que, en estos momentos en los que los medios de comunicación nos contagian con una interpretación frívola, peligrosa e interesada del amor, la lectura de este libro será una ayuda para que ahondemos en un asunto tan vital y para que mejoremos nuestras destrezas en el ejercicio complejo de la “educación para el amor” con el fin de que ayudemos a nuestros hijos y a nuestros alumnos en el crecimiento cognitivo, en su maduración afectiva y en el hallazgo del amor pleno que dé sentido a sus vidas.

José Antonio Hernández Guerrero

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Las relaciones sexuales son naturales en todos los seres vivos y, por tanto, necesarias para procrear. No hace falta nada más que ser macho o hembra para realizarlas y traer al mundo nuevas vidas; no obstante si se hacen por y con amor pues mucho mejor, lo que no implica diferencias en el comportamiento de los nacidos en uno u otro caso, pues ello dependerá de las futuras relaciones y convivencia de ambos miembros de la pareja y la educación recibida por dichos menores.
Y mis preguntas serian:
- ¿Es imprescindible el amor para procrear mejores seres humanos?
- ¿Qué ley de amor prohíbe a los clérigos casarse?
- ¿Es justo y divino que un cura o una monja tenga prohibido casarse o hacer EL AMOR?

Anónimo dijo...

Nacemos con algunos instintos
como animales que somos,
algunos aseguran que, racionales,
otros que algo más evolucionados
que el resto, con los que cohabitamos.
De entre los muchos instintos
con los que venimos al mundo,
para los que no se necesita
ninguna clase de aprendizaje,
está el instinto del sexual,
que yo suelo definirlo,
como un irrefrenable deseo
del hombre por desparramar su semen
en toda vagina que se deje.
Porqué el amor no es un instinto?
Porqué se debe aprender?
Hay muchas maneras de amar
me refiero, a la pareja,
casi todas adquiridas
y según afirman, aprendidas,
según en la sociedad
y ambiente en el que se viva.
Pero el sexo con amor,
es cosa noble y sublime.