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EN LA PASTELARÍA— Me gusta ese ¡el que tiene merengue por encima!
Son las cinco de la tarde, la hora habitual para comprar el pan y pastelitos para la merienda. Los clientes esperan rodeando el mostrador. Sus ojos muestran un brillo azucarado; contemplan los pasteles por los que se decidirán llegado su turno.
— Papi, me gusta ese, ¡el que tiene tanto merengue! —le dice una bonita niña a su padre mientras le da pequeños tirones de la camisa.
— Dime… hija —responde su padre aún abstraído.
Un joven atractivo, aunque algo delgado para sus treinta y pocos años, le presta ahora toda su atención a la pequeña.
— ¿Cuál dices que te gusta?
— ¡Ese!, ¡ese!, el que tiene tanto merengue, tan tostadito. ¡Y a ti, papi!, ¿cuál te gusta?
Observan como la cola avanza; tras el movimiento de cada cliente, el olor a pan recién hecho, y al dulzor del horno en marcha, se dispersa desesperando al apetito.
—Ese de chocolate, el que está en la esquina —dice el padre señalando la zona del mostrador que lo contiene.
— Sí, lo veo, papi, seguro que está bueno —responde su hija cada vez más impaciente, al tiempo que pega la cabeza repleta de rubios rizos al cristal.
— ¡Perdone! —les interrumpe el pastelero tras entornar la puerta— ¿podrían alejarse un poco del escaparate?, incomodan a los clientes.
—Vámonos, peque. Te llevaré al lugar donde fabrican el merengue —le miente el padre a la hija mientras la aleja de la pastelería.
Su mirada refleja el debate entre la furia y la tristeza.
2 comentarios:
Te felicito por la narración. Además de buena, viene como un oasís en este clima de crispación que han creado motivado por las últimas elecciones. Digo yo, con el debido respeto a todas las opiniones. Hay que saber perder pero también se debe saber ganar.
Gracias por el comentario, un saludo David R,
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