-Tunel de Las Buitreras. Foto: Antonio Casas-
Pero si el silencio era solemne río abajo, éste llegó a su culminación cuando se avizora el tajo de más de cien metros de profundidad sobre el Guadiaro. El río con paciencia de siglos ha ido socavando la piedra hasta dar forma a la hendidura que sobrecoge el ánimo. Un corte limpio, casi sin melladuras, un decorado natural para un pintor impresionista, porque se manifiesta el juego de la luz y el aspecto cambiante y fugitivo que ésta dispensa a las cosas, también porque no existen colores sombríos y todo lo que rodea es claro y vivo.¡Qué magnífico escenario, grandioso en su soledad, para encontrarse con uno mismo! ¿Acaba el Gran Hacedor de crear el mundo y me ha concedido a mí el privilegio de ser su único habitante? ¿ Y si fuese lo contrario? Un cataclismo acabó con todo lo puesto en pie por las civilizaciones que en la Tierra dejaron sus huellas y el único superviviente, el viajero, anonadado por cuanto puede contemplar a su alrededor, vive los estertores de la existencia terrena en la que ya la vida se esfumó por completo.
¿Soñaba, elucubraba ganado por la severidad y magnificencia del paisaje de agua y piedra?Ensimismado no sabía bien el tiempo que permaneció en el lugar. Incluso no podía asegurar que sentado en su contemplación y ganado por la paz reinante no descabezara un sueño. Declinaba la tarde, aunque al interminable día del mayo primaveral todavía le quedaban algunas horas de plena luz.
El regreso lo emprendió por el camino de los túneles. La ingeniería humana había intentado imitar en belleza a la Naturaleza y había dejado un falso túnel de más de 2 kilómetros de largo sobre la mitad de la ladera montuosa. Un túnel flanqueado por innumerables arcos que desde lejos le dan la apariencia de un animal antediluviano, una gigantesca serpiente de hormigón que se habría atrevido a reptar sobre la roca desnuda. Era el túnel de los Alemanes, llamado así porque fueron ingenieros de este país quienes lo pusieron en pie, desafiando el desnivel de las laderas, venciendo la inmensa quebradura de la montaña.
Ingeniería espectacular y paisaje insólito dándose la mano en un prodigio de equilibrio entre lo que brinda la Naturaleza y lo que es capaz de hacer el hombre. En pocas ocasiones se verá una conjunción más perfecta.
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