jueves, 2 de septiembre de 2021

"Teatro de guiñol", por Manuel Mata

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TEATRO DE GUIÑOL

En estas tardes de verano, cuando la calor aconseja no salir de casa, montamos un teatro de guiñol. No todos los días, pues a nuestras edades -cada uno con la suya- repetir la misma fábula y el mismo montaje puede matar la imaginación y el encantamiento.

Retiramos un poco, sólo un poco, el sofá para que los artistas -o sea nosotros- se acomoden entre éste y la pared, colocamos almohadas sobre el respaldar para subir un poco la perspectiva visual de los asistentes, una toalla de las grandes hace las veces de telón y… ¡señoras y señores, el espectáculo va a comenzar! 

El público lo forman su colección de muñecas, ositos de peluche, figuritas de Walt Disney,  juguetes articulados desechados por su hermano y cualquier chirimbolo que aparezca por los cajones. Ella dice que están enfermitos y que por eso los lleva al teatro. Para que se diviertan.

Este mes de septiembre cumplimos años. Ella cinco, esa edad a la que, según los sicólogos especializados en infancia, se cimenta nuestra personalidad. Personalidad que ella modela no sólo ante el espejo con catorce collares de su abuela colgados al cuello, sino, y también, cuando pregunta por la función de cada pieza del ajedrez, en su amistad con los delfines, en los cuentos que inventamos a medias, cuando rechaza ayuda en aquello que sabe hacer por sí misma, o en ese pensamiento intuitivo que le hace captar el más mínimo detalle de la más sutil situación que ocurra ante sus ojos, castaños y almendrados como los de su madre. 

Yo… no recuerdo cuántos cumplo.

A veces las marionetas son sus muñecas favoritas: Ana, Cindy, Liza, Frozen y en otras, por la cosa de innovar, usamos espátulas de madera, coladores, cucharones, espumaderas y cualquier elemento de cocina que tras un somero análisis, pueda ser dignificado e insuflado de vida. Sobre la parte convexa colocamos dos plastilinas a modo de ojos, otra hace las veces de boca y, si acaso, a rotulador le pintamos la nariz.

Para dotar de movimiento a estos títeres no usamos hilos, guantes o varas como hacen los profesionales del ramo. No. Los manejamos directamente con las manos, así que, máximo, sobre el escenario, mejor o peor, puede haber hasta cuatro cristobitas que van y vienen.

Como ustedes comprenderán las historias que se representan siempre tienen un final feliz: Los personajes se saludan, cuentan sus cosas, interactúan con el público y finalmente se van a dormir. Todos a dormir.

Mi nieta y yo también.

7 comentarios:

Unknown dijo...

Esa niña tendrá una gran personalidad parte debida al amor de sus abuelos. Bonita palabras las que has escrito llenas de amor y sentimiento 💕

Anónimo dijo...

Mata que nunca escribe de si mismo hoy nos sorprende con su relacion con su nieta que se nota muy cariñosa. Precioso.

Unknown dijo...

Como siempre me sorprendes. Los nietos nos dan vida. Gracias.

Gonzalo Polo dijo...

Intento no comentar ciertos artículos de este blog, porque otro utilizaría mi comentario para irse por los cerros de Úbeda y hacerse el protagonista.
Esta vez, querido Manuel Mata, no puedo cortarme a la hora de comentar. Si por mi comentario se tergiversa tu artículo, te pido disculpas de antemano.
Me encanta lo que cuentas. No hay nada mejor que tener qué contar a nuestros peques, que todo lo agradecen y que tontos ni tontas son, que saben de sobra lo que es interesante y lo que es un auténtico coñazo.
Mañana me toca a mí hacer un poco de teatro para un puñado de criaturas, y que ellas lo disfruten y que yo adquiera todo el aprendizaje que me van a regalar.
Sigue con tus guiñoles y con todas esas criaturas, y con todo ese fuelle que te anima a escribir lo que escribes, y aunque algunos tengamos que dejar de interactuar contigo por razones obvias y ya relatadas. Sigue así, que yo sí que te leo.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

¡Y entremedio surgió un borrón, digo una marioneta!

Mide 4,55, poco más, y no es de tinta;
y a continuación el mío, huérfano aún de tiempo.

Leyéndote se me vuela el borrón y el tiempo.

Pues borro el borrón ¡ea! Vaya no puedo..., lo siento, no es mío, y el mio ya lo he mandado, por tanto tampoco puedo, se fue por la vía.

Paciencia...
Paciencia...

"¡Pa ciencia la tuya Mata!"



José Mª Casuso dijo...

Jeje...cuanto más se lee más gusta. Ternura abuelil!
Enhorabuena una vez más, Manolo!

Pacurro dijo...

Ha salido a relucir el amor de abuelo de Manolo. ¡ Que manera más bella de contarlo !