martes, 7 de noviembre de 2017

"Jadiya, la mujer del Profeta", por Eduardo Navarro "Er Pedagogo Jimenato"

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“A TODOS los niños si nacen sanos y normales, se les considera seres humanos completos. Esto, sin embargo, no es así cuando se trata de niñas, desde el momento en el que nace y antes incluso de saber hablar, parece que, por la forma en la que gente la observa y por la expresión de sus ojos, hubiera nacido “incompleta” o le “falta algo”, desde el nacimiento hasta la muerte, le obsesionará la misma pregunta: ¿por qué?, ¿por qué su hermano tiene tantos privilegios a pesar de los dos son iguales” (Sadawi:31)

Nawal Sadawi, en su libro “La cara desnuda de la mujer árabe”


La muerte de Justiniano fue recibida con júbilo por el pueblo, Bizancio perdió los territorios ganados en Occidente y se convirtió en el Imperio Oriental. Cuatro años más tarde, en la Meca, una mujer llamada Amina trajo al mundo a un niño llamado Mohamed, que fue llamado por los occidentales Mahoma.

Mohamed, después de largos viajes trabajando de comerciante, retorno a la Meca al servicio de una rica viuda llamada Jadiya. Una mujer realmente extraordinaria, ya que después de la muerte de su esposo, en vez de someterse a la tutela de un pariente y consumirse en el luto en la oscuridad de la casa como marcaban las costumbres árabes, prosiguió con vitalidad los negocios, llegando a multiplicar su patrimonio.

Todo ello en la ciudad más importante de Arabia, aunque no lo era por ser un paraíso natural, ya que se levantaba en un valle árido, azotado por el calor, en donde las plantas se olvidaban hasta de nacer. Aunque su proximidad al mar Rojo, lugar de paso obligado de las caravanas de los comerciantes entre Egipto y la India, hacía que se enriqueciera con compañías de transportes, algunas inclusos con más de mil camellos en su poder.

Por otra parte, en la Meca se encontraba la Kaaba, meta de peregrinación que en su origen era una construcción pre-islámica, sin una advocación concreta, que albergaba a infinidad de deidades.  Kaaba significa ”cubo”, un edificio rectangular de piedra de quince metros de altura, en donde surge la famosa piedra negra.

Mohamed se casó a los 25 años con Jadiya, que tenía los 40, y lo más extraño vivió con ella monogámicamente, teniendo con ella su célebre hija Fátima. Cuenta que tras su muerte tuvo esposa más jóvenes, pero ninguna logró que la pudiera olvidar. Jadiya puso todas sus esperanzas y toda su fortuna en Mohamed, invirtió toda su riqueza en el camino de Allah, siendo pieza vital para difundir el mensaje de su marido, de hecho es la primera mujer musulmana. La mujer más amada por el profeta murió en el año 619, que fue conocido como el año de las dolores.

Para muchos imanes las mujeres del islam deben estar en casa para cuidar su familia, de ahí la famosa frase del Corán “”quedaos en vuestras casas, no os acicaléis como se acicalaban las antiguas paganas” versículo 33, capítulo 33, parte 22:554. En el caso de su profeta, su primera mujer y la que verdaderamente amó era una rica comerciante que él llega a conocer siendo su empleado.

En la actualidad, desde hace varias décadas, existen corrientes reformitas en el islam en la defensa de la igualdad entre hombres y mujeres, su mejor ejemplo, Jadiya, considerada como madre del Islam. Realmente cualquier religión o cualquiera corriente económica o ideológica pierde su verdadero valor si no se encuentran los derechos humanos en sus finalidades.

Para concluir eligo, de la misma forma que he comenzado, las palabras de una mujer musulmana. En este caso con Ndeye Andúdjar:

“Las musulmanas no tenemos por qué elegir entre la igualdad y ser creyentes. Lo que se opone al mensaje del Corán es el machismo islámico”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bonita frase final, no es cuestión de elegir y renunciar...... es educar en la igualdad y el pluralismo. Gracias Eduardo por tu generosidad al compartir estos textos tan hermosos.
La vida es un continuo aprendizaje.