miércoles, 29 de marzo de 2023

El Arte Sureño. Un paisaje cultural irrepetible integrado en La Janda y en el Campo de Gibraltar

Por Simón Blanco Algarín, miembro de APAS.

El Arte Sureño. Un paisaje cultural irrepetible integrado en La Janda y en el Campo de Gibraltar

La región del Estrecho de Gibraltar se convirtió durante la Prehistoria en un espacio trascendental para los seres humanos dada su estratégica situación en el extremo sur del continente europeo.

La herencia cultural más relevante que nos han legado sus antiguos pobladores es la presencia del arte rupestre, que en nuestra zona se remonta hasta el mismo nacimiento del "Arte" y la comunicación humana a través de símbolos codificados.

Esta primigenia concepción del mundo ha podido documentarse recientemente en la orilla norte del estrecho, con el descubrimiento de manos paleolíticas en los abrigos de las Estrellas, en Castellar de la Frontera, y de las Palomas, en Tarifa.

El arte rupestre del Estrecho de Gibraltar es una denominación geográfica que engloba el patrimonio gráfico de ambas orillas. Este fenómeno de conservación común se debe fundamentalmente a la denominación litológica hispano-marroquí conocida como Areniscas del Aljibe, que es donde se localizan los abrigos para que las primitivas comunidades acantonadas en ambas orillas plasmaran, a través del arte rupestre, un patrimonio extraordinario tanto por su magnitud como por su importancia en el origen del arte rupestre europeo.

Hoy dia este paisaje común de ambas orillas sigue evidenciando una estrecha relación entre geología, flora y fauna, pero esta aparente homogeneidad no es tan evidente cuando analizamos las representaciones rupestres de ambas orillas. 

En la norte, encontramos el mayor conjunto al aire libre de abrigos del sur peninsular con un arte propio de cazadores que arranca en el Paleolítico, caracterizado por una iconografía donde se han conservado principalmente pequeños silueteados de animales de climas templados como équidos, ciervos, bóvidos e incluso aves que se asocian con puntos, líneas y manos como en los casos citados anteriormente. Esta temática animalista se mantendría vigente hasta bien entrado el Holoceno Medio como ha quedado plasmado en múltiples abrigos de características preesquemáticas únicas, donde siguieron representando un arte fruto de una visión realista y depredadora de la naturaleza.

En cambio, en la orilla sur encontramos un arte rupestre reciente, del que hasta el momento han podido documentarse dos horizontes pictóricos. El más antiguo se encuentra caracterizado por un único abrigo, el de Magara, en el aparecen elementos seminaturalistas propios de un paisaje agrario que podría tener un origen neolítico avanzado, y una fase protohistórica de la que ya se han localizado varias docenas de abrigos donde se repiten motivos esquemático-geométricos, que presentan más analogias con las representaciones proto-amazigh del norte de Africa que con el arte del sur ibérico (Fig1.).

Fig1. Localización geográfica y límites del Arte Sureño dentro de su contexto geográfico regional

Dentro del contexto peninsular, el investigador Lothar Bergmann denomino como Arte Sureño a este importante nucleo rupestre de 400 abrigos que se distribuyen por las areniscas de la fértil laguna de la Janda y las vegas de los grandes ríos campogibraltareños. Este reconocimiento se debe al sustrato arcaico de este conjunto pero fundamentalmente por contener una de las manifestaciones culturales postpaleolíticas más interesantes de nuestra Prehistoria.

Auspiciado por un entorno con unos registros ambientales muy estables desde el Pleistoceno, la riqueza de escenas postpaleolíticas en las que participa la fauna salvaje, nos esta advirtiendo de la persistencia de una economía cazadora, fruto de una comunidad que aunque ya presenta rasgos de aculturación neolítica seguía siendo heredera de su pasado mítico como pueblo cazador.

Un modo de vida dual que ha provocado semejanzas pero también diferencias sustanciales con otro fenómeno rupestre conocido como Arte Esquemático que es el que desarrollaron las sociedades agrarias del centro sur peninsular (Fig.2).

Fig2. Izq. Escena salvaje con ciervos en el abrigo del Viento. Media Sidonia; Dcha. Escena campesina con arrieros en el abrigo del Buitre. Tarifa

Si en el Arte Esquemático, la figura antropomorfa y los ídolos son el centro neuralgico de sus representaciones, en el Arte Sureño es en la fauna donde recae el peso de sus composiciones, especialmente en el ciervo, que es el símbolo más representado en este largo transito hacía la plena neolitización. Animal totémico de las sierras del extremo sur, el ciervo se manifiesta como una constante identitaria dentro de las representaciones de los abrigos que forman esta primera etapa del Arte Sureño más naturalista.

Estos paneles postpaleolíticos en los que participan grandes manadas de ciervos, que fueron ejecutados con la técnica de las tintas planas para proporcionarles unas morfologías más realistas, pueden agruparse de la siguiente manera: 1. Escenas de la vida salvaje (abrigo de la Navafria en Medina Sidonia, abrigo de los Cochinos en Los Barrios o los abrigos de la Cierva y los Altos del Barbate en Alcala de los Gazules). 2. Escenas cinegéticas (abrigo del Bacinete y el Pajarraco en los Barrios, abrigo de la Chinchilla en Jimena de la Frontera o el abrigo de la Brama en Alcalá de los Gazules). 3 Escenas de carácter cultural (abrigo de la Lechuza en Tarifa, los abrigos de las Pretina o del Tajo de las Figuras en Benalup-Casas Viejas) (Fig3.).

Fig3. Izq. Manada salvaje en abrigo de las Palomas. Tarifa; Centro. Escena cinegética del abrigo del Pajarraco. Los Barrios; Dcha. Escena de iniciación en el abrigo de la Lechuza. Tarifa


Entre los ejemplos más icónicos y diferenciadores respecto al resto del Arte Esquemático peninsular, destacan los abrigos del Tajo de las Figuras, en ellos encontramos la mayor colección de obras de arte que nos han legado los últimos cazadores del extremo sur ibérico. Aquí se localizan los ciervos que en buena medida marcaron los canones estilísticos que encontraremos en muchos de los abrigos que conforman el Arte Sureño. De su rica iconografía venatoria, destacaremos una escena de caracter cultural que ocupa el panel izquierdo del vestibulo,  ya que a pesar de su deplorable conservación sigue siendo una de las emblemáticas. En ella, un movido grupo de figuras femeninas, masculinas incluso de niños se distribuyen armonicamente alrededor de un gran ciervo en celo, por lo que toda la composición ha sido descrita como una oración por la fertilidad de la comunidad. Aún asi, dentro de su inigualable diversidad faunística, destacan por su elevedada proporción las aves acuáticas, especialmente las representaciones de palmípedas y zancudas por ser los motivos donde se hace más evidente la estrecha relación de estas sociedades preneolíticas con la desaparecida laguna de la Janda (Fig.4).


Fig4. Escenas venatorias y avifauna del abrigo principal del Tajo de las Figuras. Benalup-Casas Viejas

Aves y cervidos, no son los únicos animales salvajes que se representaron en el Arte Sureño postpaleolítico, caballos, jabalies, zorros, mangostas, muflones, serpientes, tortugas, peces, incluso ranas forman parte de otras escenas que son igualmente determinantes para comprender la esencia del Arte Sureño.  En el abrigo del Tajo de los Albarianes en Medina Sidonia, la emblemática figura de una rana, ocupa una posición central sobre una gran nebulosa de ciervos alineados tanto verticalmente como horizontalmente que se dirigen hacia ella por lo que dado el contexto geográfico bien podría ser un símbolo que representara los ambientes palustres del antiguo y vasto humedal de la Janda.

Las escenas de caracter cultural son especialmente interesantes, en el abrigo de los Taconeros en los Barrios, un grupo de 7 figuras femeninas de perfil, con detalles de altos moños y amplias caderas, desfilan en procesión con los brazos extendidos horizontalmente detras de un cuadrupedo acefalo, lo que nos aporta información sobre unos cultos ancenstrales en los que los animales y sus representaciones funcionaron como vehiculos para propiciar la estabilidad y el desarrollo de la comunidad (Fig.5). 

Fig5. Izq. La rana, símbolo exclusivo del Arte Sureño en el abrigo del tajo de los Albarianes. Benalup-Casas Viejas; Dcha. Procesión ritual en el abrigo de los Taconeros. Los Barrios

Todas estas escenas y muchas otras que se desarrollan por nuestra geografía, nos habla de una sociedad postpaleolítica en la que los animales fueron los medios activos para la creación de una cosmovisión que bien pudo ser sincrónica a la reflejada por otro fenomeno rupestre con el que tiene muchos paralelos y cuya singularidad si ha sido reconocida como es la del Arte Levantino.

Respecto a la cronología exacta para estas representaciones, carecemos de los estudios necesarios que contribuyan a un mejor conocimiento de estas sociedades epipaleolíticas y de que manera los procesos de neolitización provocaron la introducción progresiva de nuevos códigos gráficos netamente esquemáticos que si bien son raros en el nucleo de la Janda, se hacen más presentes a medida que nos encontramos en los valles más perifericos de este territorio acotado que son las areniscas del Aljibe. En este sentido, las siempre escasas superposiciones de motivos esquemáticos sobre ciervos naturalistas como los del abrigo del Ferrol en Alcala de los Gazules, estan evidenciando nuevamente esta fase temprana de nuestro patrimonio postpaleolítico.

Finalmente, hacer hincapie en la necesidad de revertir la exponencial deforestación que sufren los envejecidos alcornocales, ya que se trata del principal factor que degrada nuestros paisajes culturales. Desde nuestras instituciones comarcales y provinciales, no solo se debe impulsar el conocimiento de un foco rupestre tan importante como el Arte Sureño sino potenciar su singularidad dentro del panorama rupestre peninsular, esa sera la mejor garantía de que se acometeran los esfuerzos necesarios para que este patrimonio identitario del extremo sur ibérico, alcance la universalidad y el reconocimiento que se merece por derecho propio.


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