jueves, 20 de enero de 2022

"The buck stops here", por Manuel Mata

>>Todos los artículos y relatos de Manuel Mata en buceite.com 

The buck stops here

El 32º presidente de los Estados Unidos, Franklin D.  Roosevelt, falleció en la tarde del 12 de abril de 1.945 sin ver concluida la II Guerra Mundial y sin llegar a un acuerdo con Stalin sobre el futuro inmediato del mundo.

Fue la propia Eleanor Roosevelt, quien informó a Harry S.Truman del fatal desenlace y que, dado que ocupaba la vicepresidencia, desde ese momento era el presidente.  ¿Puedo hacer algo por usted? preguntó Truman a la apesadumbrada viuda, a lo que ella respondió: No, gracias. Soy yo la que debo preguntarle si puedo hacer algo por usted. Porque es usted quien ahora tiene un problema.

Aquella misma tarde Truman entraba por primera vez como presidente en la Casa Blanca portando bajo el brazo una pequeña placa de madera con una inscripción: The buck stops here, breve expresión que define la soledad del poder. La toma de decisiones va subiendo escalones hasta llegar al máximo responsable, allí se instala y es él quien tiene que resolver o decidir. 

Y en verdad, el nuevo presidente tenía un problema mucho mayor de lo que creía: El proyecto Manhattan. Algo tan secreto que ni siquiera Truman conocía porque el proyecto Manhattan era la bomba atómica. 

En esas fechas, mediados de 1945, en Europa la guerra se había decantado ya claramente a favor de los aliados. La Wehrmacht se replegaba en absoluto desorden, la población alemana huía de la venganza de los soviéticos, Mussolini fue fusilado el 28 de abril, Hitler se había suicidado, y los altos mandos nazis intentaban huir a Sudamérica o a España.

Sólo en el Pacífico la Armada Imperial japonesa  resistía. Los informes de los servicios de inteligencia militares no eran muy esperanzadores: “Soldados y jefes no se rinden, caen en la batalla o se hacen el harakiri, luchan por cada palmo de terreno como si fuera el último, se cobijan en cuevas sin que haya forma de sacarlos de allí. No hacemos prisioneros, prefieren morir”.

 Dada la situación y el hartazgo de tanta guerra, los mandos militares propusieron al recién llegado Truman dos opciones: La invasión terrestre de Japón (poniendo en riesgo de muerte a miles de jóvenes soldados) o lanzar la bomba atómica. 

El presidente pasó varias horas encerrado en su despacho, inmerso en la meditación, en la duda y en la trascendencia de su decisión. Más allá de aquella habitación no había a quien recurrir, si acaso a Dios, pero éste, por lo general, se abstiene amparado en la libertad que concedió al ser humano.

La mañana del 6 de agosto de 1.945 fue la última para muchos habitantes de Hiroshima. El artefacto estalló a las 8´15 a unos 500 metros del suelo sobre la vertical del hospital  Shima. Murieron decenas de miles de civiles pero Japón no se rindió. Tres días después, una segunda bomba nuclear destruyó Nagasaki.

Entonces sí que el pánico cundió, pues una tercera bomba estaba programada para ser arrojada sobre el mismísimo Palacio Imperial de Tokio: O el emperador moría en el bombardeo o el emperador se rendía.  Hiro-Hito, un personaje cuasi divino, del que nadie conocía su rostro, sus andares, su mirada. Un ser etéreo, invisible. Hasta el 15 de agosto en que el pueblo japonés escuchó por la radio una voz atiplada, lejana, nunca antes oída. Era su emperador anunciando la rendición. 

A la misma hora, Harry S. Truman, sentado en el despacho oval de la Casa Blanca, respiraba profundamente, mientras fijaba, una vez más, la vista en aquella placa: The buck stops here.

---------------

 The buck stops here: La pelota se detiene aquí.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Alguien le podría echar una mano al alcalde para tomar la decisión sobre las fotovoltaicas? Lo agradecería eternamente.

Unknown dijo...

La historia que cambió El Mundo.

Anónimo dijo...

Anda!. Ya en aquellos entonces, los americanos, tenían placas!.
Y encima con publicidad.

Unknown dijo...

Los japoneses estaban ya fuera de combate, a punto de la rendición tras perder casi toda su flota. Creo que las bombas no fueron necesarias y menos la segunda.

Anónimo dijo...

Gobernar tiene una consecuencia. Se envejece mucho antes recuerden a Felipe González o Rajoy. A Sánchez ya le están saliendo canas y arrugas. Entre el virus y las macro granjas se lo van a cargar

Anónimo dijo...

Yo creía que aquí se comentaba sobre el escrito y no sobre política farrullera como siempre.
Hablamos de la literatura y lo que dice, y no de políticas actual y sus memeces.
Con perdón para algunos de los comentaristas...
Solo añadir que lo de ayer puede ser hoy o mañana, y peor de lo que fue.

Anónimo dijo...

Bienvenido Mata
El mes pasado faltastes a tu cita con los lectores del Buceite me gusta leer lo que escribes
R. T.

Anónimo dijo...

Muy buen relato, condimentado de una buena lección, también, de historia contemporánea. Enhorabuena Sr. Mata, nos ha logrado entretener a muchos nuevamente.

Erpedagogo Jimenato dijo...

Manolo muy entretenido e interesante el relato, siempre a la espera de estas cosas que envías.