martes, 4 de mayo de 2021

La escultura del barco de la Laja Alta de Jimena trasladada desde el muelle Juan Carlos I a una rotonda frente al Puerto Deportivo de Algeciras

El 26 de junio de 2000  el rey Juan Carlos I inauguró en el Puerto de Algeciras la ampliación de un muelle que desde entonces lleva su nombre.

En el acto de inauguración se presentó una escultura en acero del artista Rafael Gómez de Avellaneda, un barco de la  cueva de la Laja Alta en Jimena de la Frontera.

 

Gómez de Avellaneda afincado en San Pablo de Buceite, también es autor de la escultura de la Lucerna símbolo del pueblo y que está instalada en la fuente de la calle Real desde 2010. ( Fotos)

La escultura de la pintura rupestre del barco de la Cueva de la Laja Alta de Jimena de la Frontera fue creada hace 21 años, y representa y simboliza las primeras embarcaciones que surcaron la Bahía de Algeciras hace 6.000 años -LEER aquí-.

La escultura  ha sido trasladada por la Autoridad Portuaria hace un par de semanas, desde su ubicación original bajo el puente del acceso norte al Puerto hasta la dársena del Saladillo, en una rotonda frente al Puerto Deportivo, en el nuevo acceso sur al puerto de Algeciras,

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1 comentario:

Cristóbal Moreno dijo...

AVELLANEDA, LUCERNA Y NAVE

Nuestro modesto arqueólogo Rafael, revive con sus rehechas esculturas la historia de nuestro pueblo y de nuestro municipio, igual que la hacían aquellos hombres que pintaron las naves y fabricaron la lucerna; las naves escribiendo su presente al futuro; la lucerna la necesidad de ir enseñando a ver de noche sin la luz de las estrellas. La lucerna viajó a través del tiempo con su luz de ave real, mientras que las costillas del agua mediterránea y del confín descansaban -a su forma, y en sus huesos  modelados en firma y forma-, en el interior de una pequeña cueva, cansadas de surcar mares y océanos y, la imaginaria y rojiza vela en cruz, quedaba crucificada para siempre en la historia (desaprensivos mediantes) en esa pequeña cueva de la Laja Alta, que abrió el cielo de su boca, para rozar con el tiempo a los hijos de otros cielos bajo la misma bóveda celestial.
Y por eso Rafael Gómez de Avellaneda, nuestro vecino, merecidamente supo con su destreza, vivir en la cápsula del tiempo por los tiempos de los tiempos..., dentro y fuera de una empalillada y antigua nave y de una iluminada y tan antigua lucerna luz de muchos fantasmales ojos, cuya esencia y presencia él,  Rafael, quiere, una y otra vez, volverles a la vida, porque el guía de la vida es el pasado y sus cosas. Y, porque el pasado, el presente y el futuro depende y mucho, de carreras tan lúcidas como la de él, siempre intentando dilucidar, aclarar y orientar, inspirándose en lo hallado para ilustrar al presente en los tres susodichos estados del tiempo: que se fue dejando huellas, que están ahondándolas, y, que vírgenes y/o novas en saturación vendrán abiertas al incógnito de esa puerta, por la que  los que nos preceden, deben de entrar desafiando a sus escalones.