lunes, 6 de noviembre de 2023

10 años del descubrimiento por Simón Blanco del Abrigo de los Guerreros "danzando"

Simón Blanco Algarín, es miembro de Asociación para la Protección del Arte Sureño APAS.

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El abrigo de los Guerreros. La escenificación de una antigua danza funeraria

En el Arte Prehistórico entendemos por “escenas” a las asociaciones de figuras que desarrollan una acción común mientras mantienen una relación coherente entre las mismas. La escenificación es siempre difícil de reconocer en las pinturas rupestres por la generalmente mala conservación y carácter críptico de los componentes gráficos, reduciéndose a unas pocas actividades que están relacionadas con eventos de carácter bélico, cinegético o de carácter social.

Si son poco comunes las escenas en el arte prehistórico peninsular, todavía más escasas son las escenas donde se consigue lograr la sensación de movimiento. Es aquí donde el abrigo de los Guerreros, descubierto hace ya una década por Simón Blanco en las areniscas del Aljibe y publicado en la prensa local, destaca como una de las escenas dinámicas de carácter social mejor conservadas y más interesantes dentro del arte prehistórico peninsular (Fig.1).

Fig.1. La escena de los Guerreros en su entorno geológico y natural

Desde los albores de la humanidad la danza fue una importante herramienta de comunicación simbólica para la cohesión social de los grupos humanos preindustriales. A través de ella, ritualizaron acontecimientos destacados mientras trasvasaban conocimientos culturales, pero la realidad es que a pesar de la importancia que se le presupone para los pueblos tanto cazadores como campesinos, son comportamientos escasamente representados en los tres principales estilos reconocidos en el arte prehistórico ibérico y con una interpretación muchas veces cuestionable.

En el Arte Paleolítico la figura humana apenas está presente y cuando aparece se encuentra generalmente aislada y esquematizada, aun así, se conocen al menos dos ejemplos donde potenciales chamanes zoomorfizados adoptan posturas que se relacionan con danzas iniciáticas, es el caso de la cueva de las Brujas y la cueva de los Tres Hermanos pertenecientes al arte francocantábrico o una escena de danza colectiva circular localizada en las cuevas de Addaura en Sicilia.

Por otro lado, gracias al dinamismo y a la elaborada composición narrativa que caracteriza al Arte Levantino, es donde la bibliografía reconoce una mayor cantidad y variedad de escenas, destacando las cacerías, los enfrentamientos tribales o las actividades agropecuarias, pero también se han documentado una docena de danzas rituales siempre lineales de tipo procesional donde generalmente participan las mujeres como la descubierta en los Grajos en Murcia o en la Roca de los Moros en Cataluña.

Finalmente, en el Arte Esquemático clásico, a pesar del estatismo, la escasa solidaridad aparente entre las figuras y el simbolismo que rigen este estilo, se han desentrañado multitud de escenas de segregación social propias de las sociedades productoras, además de al menos una composición que ha sido estudiada e interpretada como una escena de danza agrícola, yacimiento destacado localizado en las Peñas de Cabrera en Málaga (Fig.2).

Fig.2. Izquierda. Calco "brujo de la flauta" (Cueva de los Tres Hermanos); Centro. Escena de danza en el abrigo de los Grajos; Dcha. Escena de danza en el abrigo principal de Peñas de Cabrera.

Dentro de la regionalización del arte prehistórico ibérico, destaca el arte rupestre de la orilla norte del Estrecho de Gibraltar, también conocido localmente como Arte Sureño. Entre sus principales características se encuentran: Localización exclusiva en las areniscas del Aljibe, desarrollo integral al aire libre, vinculación a la laguna de la Janda y al estrecho de Gibraltar, amplio espectro cronológico gracias a descubrimientos recientes como el abrigo de las Estrellas o la insistencia en la temática faunística pero sobre todo destaca por el dinamismo y el poder narrativo de su arte postpaleolítico más naturalista con danzas de fertilidad como la localizada en el vestíbulo del Tajo de las Figuras o danzas como la descubierta en el abrigo de los Guerreros.

Para aproximarnos al contenido del abrigo de los Guerreros, primero vamos a realizar la descripción formal de los distintos participantes. Para ello, procederemos a enumerarlos de izquierda a derecha atendiendo a su ubicación dentro de la composición, que aun teniendo un desarrollo escénico circular también se adapta a una línea superior y otra inferior (Fig.3).

Fig.3: Figuras humanas y símbolo del abrigo de los Guerreros.

Motivo nº1. Figura humana de perfil ubicada en la línea superior, está orientada hacia la izquierda y el eje corporal inclinado a la derecha. Es el más grande de todos los personajes, presenta el brazo izquierdo en asa y el derecho alzado levantando un hacha de piedra. Sexo masculino con el pene de la misma longitud que las piernas y porta un tocado de trazo lineal.

Motivo nº2. Figura humana de perfil ubicada en la línea inferior, está orientada hacia la derecha y el eje corporal prácticamente vertical. En esta ocasión es el brazo derecho el que está en asa y el izquierdo el que queda alzado. Al igual que el resto de las figuras cuenta un cuerpo alargado filiforme y unas piernas cortas del mismo tamaño que el pene que en su conjunto recuerda tipológicamente a un ancoriforme.

Motivo nº3. Figura humana de perfil ubicada en la línea superior, presenta un perfil absoluto orientado a la derecha y con el tronco inclinado a la derecha. Al igual que el anterior el brazo derecho en asa y el izquierdo alzado portando un hacha. Esta figura tiene un paralelo idéntico en la escena cinegética del abrigo principal del Bacinete.

Motivo nº4. Figura humana de perfil ubicada en la línea inferior, está orientada hacia la izquierda y el eje corporal inclinado hacia la derecha. Es el más pequeño de los integrantes del grupo. Presenta el brazo izquierdo en asa y el derecho alzado pero curvado sobre el rostro. Presenta un interesante tocado con dos trazos inclinados que podrían interpretarse como unas cuernas o como un haz de plumas.

Motivo nº5. Figura humana ubicada en la línea superior con el cuerpo inclinado hacia la derecha. Presenta una perspectiva frontal que favorece el único perfil simétrico del grupo. Extremidades ancoriformes, sexo masculino mucho más discreto que el resto y un tocado con trazo curvo.

Motivo nº6. Figura humana de perfil ubicada en la línea inferior, está orientada hacia la izquierda y el cuerpo muy inclinado hacia la derecha. Tiene el brazo izquierdo en forma de asa, pero más cuadrada que en el resto y el brazo derecho alzado, además las caderas están formadas por un trazo horizontal de donde cuelgan piernas y pene. Presenta un tocado de trazo lineal similar al del primer individuo.

Motivo nº7. Figura humana ubicada en la línea inferior que consiste en la representación de una persona de perfil en posición invertida. En esta ocasión presenta el eje corporal completamente vertical con las piernas en ángulo agudo y sin representación del sexo, además presenta su parafernalia con un tocado irregular y un hacha en su brazo izquierdo. Alineado y en contacto con él se encuentra otra figura humana de menor tamaño.

Motivo nº8. Símbolo fruto de la combinación de dos trazos de tono violáceo, uno vertical y el otro curvo que coronan y complementan toda la escena. La base del trazo vertical se solapa con el hacha del motivo nº5

Para que nuestra composición sea reconocida como una escena de danza, debe cumplir una serie de criterios en los que intervienen los personajes involucrados y la potencial danza representada.

Si valoramos los participantes de la escena de los Guerreros, lo primero que nos llama la atención es el gran formato de las figuras, el clasicismo de sus formas y el hecho de que la mayoría levantan un brazo mientras el otro lo mantienen en la cintura, convención gráfica que es característica de los antropomorfos animados del Arte Sureño. A esto hay que sumarle el basculamiento de los ejes corporales, consiguiendo una coreografía que, aunque elemental y monocromática, remarca el movimiento y expresa una gran vivacidad. Por otra parte, la mayoría de nuestros personajes portan hachas en sus brazos alzados. Este instrumento, necesario y característico de la revolución neolítica para la transformación del exuberante paisaje, es junto a los distintos tocados que presentan los personajes, la parafernalia que enriquece y también nos da pistas sobre la actividad etnográfica.

Respecto a lo que se refiere a las características de la propia danza primitiva, lo primero que observamos es que es una danza interpretada exclusivamente por hombres, hecho fácilmente reconocible por sus exagerados penes o estuches fálicos, además por la forma sugerida en las posturas corporales y por la forma íntima en que se relacionan entre ellos, resulta un baile con una coreografía colectiva organizado de forma circular. Los participantes aun estando muy próximos no llegan a tocarse, pero se observa el alto grado de sincronía debido a la similitud y recurrencia de sus posturas que indican la ejecución de unos mismos movimientos ya prefijados. Por último, para dilucidar el tipo de danza hay que observar el motivo que se encuentra inmediatamente a la derecha del coro formado por los danzantes. Aquí observamos una figura humana invertida que es la forma de representar a los difuntos en el arte rupestre por lo que nos encontraríamos ante una danza que se ejecutaba ante el cadáver. El difunto ya no tiene marcado el sexo y su rigidez contrasta con el dinamismo del resto, junto a el, el antropomorfo asociado parece encargarse de la conservación y el cuidado estético del cadáver, ataviándolo con su hacha como ajuar, por todas estas atenciones podemos suponer que se trataba de un individuo con un papel relevante e identitario para la apropiación del territorio y el desarrollo de su comunidad, sin descartar que debido a lo agreste y recóndito del paraje donde se localizan estas pinturas, haber tenido este versátil útil otra función como por ejemplo un arma de combate, por lo que también podríamos atribuir su fallecimiento a un enfrentamiento violento e interpretar este ritual fúnebre como un vehículo en el que los guerreros supervivientes interactúan entre lo terrenal y lo espiritual para despedir a su compañero en el más allá (Fig.4).


Fig.4. Escena de danza circular del abrigo de los Guerreros.

Como recoge la página web del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH), nos encontramos ante una de las estaciones rupestres más excepcionales y vulnerables que nos han legado nuestros antepasados prehistóricos. Su gran valor histórico y arqueológico reside tanto en su buena conservación como en la originalidad y falta de paralelos de un contenido escénico que nos introduce en la religiosidad y los ritos funerarios de nuestros antepasados. Desafortunadamente, este significativo documento tiene un futuro incierto por el desplome de parte del techo que hace que en la actualidad varias horas el panel quede expuesto a la acción solar, a lo que hay que sumarle algunas grietas que de no consolidarse podrían terminar dañando gravemente esta huella arqueológica única. Todas estas circunstancias hacen necesario una serie de medidas urgentes que vayan encaminadas a consolidar el abrigo y adelantarse así a futuros problemas que puedan condicionar la preservación de estas pinturas, circunstancia que debería ir acompañada de la puesta en valor de un yacimiento con una narrativa ancestral que ha mantenido su vigencia cultural en ceremoniales litúrgicos y danzas mortuorias del centro sur peninsular hasta bien entrado el siglo XX.

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