martes, 4 de enero de 2022

"La estrella de Oriente está aquí, a tu lado", por José Antonio Hernández Guerrero

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La estrella de Oriente está aquí, a tu lado

Para orientarnos en los complicados caminos de la vida diaria y para evitar los riesgos de cometer errores debemos buscar e interpretar las señales que nos avisan de peligros y nos señalan destinos saludables. Desde la antigüedad las estrellas eran las guías que conducían a los navegantes y a los viajeros de los desiertos, y la Estrella de Belén fue, según la tradición cristiana, el astro que orientó a los Reyes Magos al lugar del nacimiento de Jesucristo. 

Más allá del significado teológico, la estrella de oriente simboliza la esperanza de superar las dificultades y de sortear los amenazantes nubarrones que, según algunos de los pronósticos, nos traerá el nuevo año. En mi opinión, deberíamos tener en cuenta las recomendaciones de los profesionales que, esperanzados, nos proporcionan orientaciones para esquivar el virus y para proteger la salud y el bienestar de los nuestros.  

En estos momentos necesitamos prestar atención a los portadores de la estrella de la ilusión, la estrella del “volveremos a sentirnos esperanzados”, justo en el momento que empezamos a atisbar el fin de esta calamidad. Esta es la ocasión para fijarnos en la estrella que guía y nos reconforta en un mundo confuso y asustado, que nos orienta para seguir adelante disipando las penumbras de las angustias y ofreciéndonos con su brillo y con su luz unos acicates concretos en los que aferrarnos. 

En mi opinión, podríamos confiar, sobre todo, en las personas próximas que, sin aspavientos y sin publicidad, se están dejando la piel ayudando a los más necesitados como, por ejemplo, los sanitarios, los miembros de ONG o de bancos de alimentos, de comedores sociales, y tantas y tantas personas que están dando un paso al frente para que las heridas de la pandemia sean menos dolorosas. Estoy convencido de que la Estrella de Oriente, más que en los sermones piadosos pronunciados desde los elevados púlpitos y más que en los mensajes paternalistas o fraternalistas transmitidos desde confortables despachos y, por supuesto, más que en estas palabras transcritas en periódicos, está aquí mismo, muy cerca de cada uno de nosotros, en esa persona amable que nos ofrece una palabra cariñosa y un gesto de amistad. 


1 comentario:

Anónimo dijo...

Los años no nos traen nada ni siquiera años, los años son inventados para poder contar el tiempo, por lo tanto es una cosa humana. Todo está ahí, unas cosas se mueven y otras no, unas alrededor de si mismas o de otras, y cada cosa oscila, o se desplaza por el vacío que se va llenando o vaciando de la materia que lo compone; y cada cosa comienza en un momento, termina en otro, crece, se renova, desaparece de como era, o es esternamente estable, posiblemente nunca lo es. Lo conocido no es único ¡es infinito y desconocido! Este mundo cósmico en el que nos movemos se fábrica sólo y existen tantos que se comunican por puertas inexplicables, una de ellas son los agujeros negros que con su gran boca engulle lo existente a su alrededor y sigue aspirando al resto, lo descompone y dividida a nivel materia la traslada por su otra boca y la escupe hacia el otro cosmo con el que se comunica para que se rehaga en otras o similares cosas y mundos, y así sucesivamente. Es como la muerte animal o vegetal: el ser vivo al morir se va descomponiendo (unas partes más rápidas, otras más lentas y otras se evidencian más estables, más duradera, el tiempo no importa siempre será mínimo en relación a su universo, no es tiempo solo es o era). Y no sólo están los magnánimo agujeros negros pues existen otras formas invisibles o ínfimas para desintegrar la materia desde su invisible e inexplorado y desconocido, por el humano, núcleo. Lo más pequeño que existe es la parte descompuesta de la materia y lo más grande lo es el TODO donde todo cabe y cabrá porque no tiene finalización direcciones ni sentidos porque todo es espacio infinito, todo eso es Dios, para que nos entendamos...
CMRSPB