lunes, 31 de agosto de 2020

Entrevista a la bailaora Lucía Álvarez "La Piñona": El flamenco es muy ‘My way’, muy ‘Soy lo que vivo’

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Lucía Álvarez, ‘La Piñona’ | BAILAORA

MARIETTA ARCO  
Mª Isabel Rodríguez Palop

El flamenco puede ser tendencia y estar de moda. De moda pueden estar también sus artistas, una madera específica para las guitarras, o un determinado estilo flamenco. Porque es evidente que en esa amplitud de melismas, estilos, intérpretes e interpretaciones que abraza el flamenco la moda también encuentra su sitio. Flamenco y moda, moda y flamenco, y sin necesidad, a priori, de tener que fundirse la una en la otra. Sin necesidad de perder la personalidad. Eso, es lo que han debido entender en la prestigiosa marca de moda Giorgio Armani, que para publicitar su nuevo perfume My Way, ha contado con la bailaora Lucía Álvarez, ‘La Piñona’ (Jimena de la Frontera, Cádiz, 1985). Ella, en sus redes sociales, ha ido publicando pequeños adelantos de lo que ha sido el rodaje con #Armanibeauty. Un rodaje del que no tiene imágenes por el contrato de confidencialidad que la gaditana tuvo que firmar. De este, y otros proyectos hablamos con la artista, a pocos días de su vuelta al escenario de la Bienal de Flamenco de Sevilla donde presentará ‘Abril’, su nueva producción: «Un espectáculo basado en la obra y forma de estar en el mundo del poeta sevillano Juan Manuel Flores». Será el próximo 20 de septiembre en el Teatro Central de Sevilla, a las nueve de la noche . Si pueden, no se pierdan el perfume de su baile. Pasen y lean.

-‘I am what I live’, ‘Yo soy lo que vivo’, ¿y qué vivencias se lleva usted de ese encuentro con la moda?

-Ha sido una experiencia extraordinaria, había hecho cosas antes pero muy pequeñas y esta, aunque fue todo muy rápido y sin esperarlo me encontré con que era algo grande. La verdad que sucedió todo muy rápido y apenas me di cuenta, pero lo que más me llevo de todo fue lo cómoda que me sentí delante de las cámaras. Normalmente me cuesta dejarme llevar en esos ambientes pero resulta que me vi muy relajada y cuando acabé, ¡quería más!

-¿Cómo surgió este encuentro con #armanybeauty?

-Pues estaban buscando una bailaora con un perfil determinado, no solo por el baile o físico, sino alguien que también se expresara bien y con fluidez por esto del ‘making of’, porque era prácticamente una entrevista/conversación con la actriz principal. La productora encargada de hacer el ‘casting’ preguntó a Luis Castilla (fotógrafo artístico, amigo mío) y él me recomendó, me llamaron para el ‘casting’ y me cogieron.

-¿Qué vieron ellos en el flamenco para relacionarlo con ese perfume, ‘My Way’?

-El flamenco es muy ‘My Way’, es muy ‘Soy lo que vivo’. Tiene esta cosa libertaria pero a la vez muy arraigada a tradiciones, y creo que el anuncio trata eso. Está rodado en varios países, buscando rituales y elementos con raíces.

-¿Y a qué huele el flamenco de Lucía La Piñona?

-Mi arte huele a verdad, sólo puedo presumir de una cosa en mi carrera, de ser honesta, todo lo demás puede depender de la mirada de otros, pero mi integridad no.

-¿Se plantea nuevos caminos tras esta experiencia y tras las restricciones de la Covid-19?

-Bueno, sí, estoy montando un espectáculo nuevo, he hecho vista gorda y he seguido hacia delante en cierta manera, no como si no pasara nada, porque sí pasa. Necesito la motivación, la meta, sin trabajo y sin eso, no sé que sería de mí.

-¿Extrae algo positivo como artista de esta pandemia?

-Sí, muchas cosas. La verdad es que me he sorprendido mucho mi templanza, soy bastante ansiosa y activa, me cuesta mucho parar y de repente paré, ¡y no pasa nada! Me he dado cuenta de que no pasa nada y es genial. Quitando que ha sido una tragedia para mucha gente, creo que hacía falta frenarse un poco, vivimos corriendo, demasiado deprisa, queriendo estar en todo, todo es de usar y tirar, buscando el placer inmediato, demostrar, crear, hacer por hacer, mente positiva, en las redes tu mejor cara, sin ellas también…, para mí ha sido positivo perder el tiempo, no producir, no estar en todo, hacer cosas banales.

-La ‘nueva normalidad’ nos está haciendo a todos replantearnos muchas cosas, ¿qué se replantea como bailaora?

-Lo más inmediato es disfrutar en el escenario, antes incluso he llegado a quejarme de que no tenía ganas de ir a bailar y ahora sólo me he subido dos veces en cinco meses y aunque estaba muy nerviosa lo disfruté mucho más que otras veces. También me replanteo la manera en que a veces acatamos los problemas o adversidades, con estas cosas, aunque uno lo sabe, aprendes que no todo lo controla uno, que no tenemos certezas; y con esto presente siempre, me gustaría afrontar lo que venga y no frustrarme o agobiarme tanto por ciertas cosas.

-¿Qué le ha aportado y qué le ha quitado el flamenco en su vida?

-Me ha aportado gran parte de lo que soy. Me ha dado la oportunidad de convivir con la incertidumbre y la inestabilidad y eso, es lo que me hace fuerte por dentro, porque la seguridad la tiene que tener uno. Me ha dado la valentía de dedicarme a algo que al principio era un precipicio y ahora no tengo miedo de que lo que traiga la vida. El flamenco me ha dado la oportunidad de viajar y tratar con muchas personas y culturas diferentes y esto me ha hecho alguien flexible y empática. Bailar es conocerte a ti mismo y cuando creas tienes la oportunidad de estar en contacto con algo divino. Y sí, me ha quitado mucho también, el sacrificio que hacemos es demasiado grande, tienes que tener mucha ambición y pasión porque la profesión es dura y hay que renunciar a muchas cosas y con el tiempo cada vez eres más consciente de que tu vida entera está entregada a una sola causa y que la vida son más cosas.

-¿Qué le diría a quien se quiere acercar a este arte desde el más puro desconocimiento?


-Bueno, yo siempre animo a la gente a que tome contacto con el flamenco porque es muy saludable. Como arte es precioso y diverso como el que más, tiene para todos los gustos, como cultura es apasionante aunque hay que dedicarle tiempo para entenderlo, y como profesión, a pesar de lo que he dicho antes, qué voy a decir, dedicarse al arte siempre es un gusto y una fortuna en la vida.

-¿Qué espera del 2021?

-Espero que la crisis de la que se habla no sea tan grande como se dice. Espero que la cultura en España se ponga a la altura que tiene que estar y estemos más amparados ante situaciones tan extraordinarias. Espero que el trabajo para nosotros arranque y podamos desarrollarnos, por necesidad artística y porque tenemos que comer. Espero también que sea un buen año para mi producción nueva, en la que estoy poniendo todo lo que tengo y más.

2 comentarios:

Gonzalo Polo dijo...

¡Qué grande eres, Lucía! Como artista y como persona.

Cristóbal Moreno dijo...

Eres genial, espero conocerte algún día, paisana, y que me dediques tu foto bailando con los trazos musicales de tu firma. Es un orgullo tener a tan genial embajadora, nacida bajo un castillo de magia y por encima de sentidas cunas blancas, llena de ventanas abiertas al pasado y al futuro. Hasta las tejas moriscas se abren cada día para que los jilgueros de tu cuerpo le cante al mundo, con cada cuadro y foto de los piares bailando al arte majestuoso y esporádico de un flamenco que nace tuyo, propio, personal como el vuelo de la mariposas, que surge sensual y hermoso como los valles de tu flamenca vida. Toda tú eres un remolino de esencia colibrí irrepetible, inimitable, increíble, porque hasta los más sofisticados objetivos de las cámaras se extasian con tus fugaces movimientos y porque hasta a los pinceles de los mejores artistas les falta el tiempo necesario para cazar la chispa en el entramado de tus dedos, que esplican como duendes, las parábolas de diez bailaores encadenados buscando la libertad; mientras que los pies alazanes pestañean música, sobre el quejoso escenario que rechista, con el enmaderado eco de unos mágicos tacones percutores: tintineos de acuarela convirtiendo en vergel a un seco erial. Responde al alma el cuerpo grácil, acompasado y femenino, con la difícil tarea que surge del sentido revoloteo de un hada sin alas que vuela poesia; de una Jimenata ninfa, surcadora de maravillosos caminos por cada letra que danza su mensaje en el cuerpo de las palabras, convertidas, en un alfabeto sinfónico con zapatos de palos y tacón de piano, al compás de unas cuerdas de guitarra y el palmeo en su jugo.