miércoles, 31 de diciembre de 2014

¿Existen los ángeles?, por Salvador Delgado Moya

Era una mañana fresca, típica del mes de Diciembre. Esos en los que el tempranero rocío da los buenos días al tardío levante, haciendo un conjuro, positivando un frío caladero que anestesia los primeros rayos de sol.
Las nubes divagaban por un cielo que se tornaba grisáceo y las vinagreras se mecían al son del silbido de un viento que interactúa en todos los poros de la piel.
El mes se termina. El año se acaba. Le estaba dando vueltas a mi cabeza, intentando resumir lo acontecido; lo bueno, lo malo, y sopesando que calificación podría atribuirle.

Iba circulando con mi coche. El cruce estaba cerca. Cada vez que más me acercaba a él, se vislumbraba la silueta de una persona. Llegué a la sibilina encrucijada y allí estaba él. Un hombre más bien bajo, con la indumentaria propia de la gente de su época, es decir, combinación de colores sobrios sobre un cuerpo de una persona ya mayor y aderezado con una grisácea gorra de pana. Estaba encorvado, como cansado, apoyado sobre un bastón de madera, torneado y degastado por la empuñadura.
Me percaté que el frío existente era ese que curte la piel y origina la mucosidad de cualquier ser viviente bípedo.
Paré a su altura, bajé la ventanilla y enuncié la típica frase de cortesía:
.¬¬- ¿ Adónde se dirige usted?.
.- A donde usted me pueda llevar. Dijo el anciano.
.- ¡ Suba!, ¡tenga cuidado!.
.- No te preocupes joven, lo haré lento pero lograré mi objetivo, yo ya no estoy para muchas carreras. Me respondió.
Ya dentro del vehículo y con su típica verborrea me dijo: “ yo creía que no iba a encontrar combinación, porque ya hace mucho frío para estar rodando por estos carriles”.
.- ¿ Cómo van las fiestas?, le pregunté. El no contestó al momento, se tomó su tiempo y contestó lo típico: “Eso de las fiestas es para vosotros, los jóvenes”.
.- Bueno, uno ya no es tan joven, pero se hace lo que se puede, le contesté.
Mi siguiente y última pregunta fue: ¿ cómo ha ido el año?...
Ese hombre me miró, luego volvió la cabeza intentando no verle los ojos. Tras un minuto de sepulcral silencio, esto fue lo que contestó:
“ Mira joven, cuando uno llega a esta edad, y tengo ya 88 años, uno no valora el año en cuestión, sino que lo que hace es un inventario de la vida. Se visiona lo que uno ha sido, lo que ha sufrido, lo que ha luchado. Todo dentro de días eternos de jornada laboral, con hambre, con sudor, acompañado por la resignación, intentando vislumbrar algo positivo de unas neuronas famélicas, pero que nunca llegaba.”
“ Recuerdo que estas fechas, allá por mi juventud, cuando nos ofrecían un sorbo de anís con un simple rosco de vino, que apenas saboreabas, porque el organismo, literalmente engullía. Eso era lo único que te endulzaba levemente el cuerpo, porque el alma poseía unos índices de salinidad y amargor imposible de depurar”.
“ Muchas veces, miro mis manos, las veo que están arrugadas. Veo la torpeza con la que me muevo. Veo como la teoría de gravedad se acentúa sobre mí. Veo como mis pulmones cada vez que respiro abarcan menos aire. Veo como mi lagrimal se excita con más frecuencia. Veo que sentado, sereno, impasible espero la llamada para ese viaje, que supuestamente, me otorgará la tranquilidad”.
“ Por eso, querido joven, yo jamás he tenido fiestas ni regalos por estas fechas, porque aunque te parezca increíble, hace algunos años, recibí el mejor regalo que podría brindar la vida, y no es otro, que la familia. Por eso, sin ser arquitecto he intentado consolidar unos pilares sólidos para mis hijos y mis nietos; sin ser psicólogo, he intentado que crecieran en los buenos valores que posee el ser humano; si ser juez, he dirimido en lo que era justo y lo que no; sin ser panadero, he logrado que sus salivas fueran tragadas con algo de alimento; sin ser poeta, he logrado que mis palabras fueran esculpidas en sus alma; y sin ser un cómico, he esbozado siempre una sonrisa para que transmitiera felicidad y tranquilidad”.
“ Pero ya puedo más. La vida te consume. La luz se va apagando y intuyes que el gran viaje será sin retorno. Solo y exclusivamente la vida, será la ejecutora de esta bendición”.
“ Cuando pasan los años, te das cuenta de lo que no has hecho, lo que no has podido hacer o lo que has dejado para hacer en un futuro... pero las manecillas del reloj, representante póstumo del tiempo, siempre giran en la misma dirección y algún día llegará a una hora, a un minuto y a un segundo que se parará, advirtiéndote que tu tiempo físico en esta vida, ha concluido. ¡Aprovecha cada segundo para que seas más feliz!. ¡ Busca tu propia fórmula! ”.
“ Mi consejo: lucha, grita, besa, ama, llora, ríe, asciende, enamora, disfruta, trabaja, vuela; porque estos son los mejores ingredientes para la inconmensurable cena de la vida. Y recuerda, esos segundos pasan, el sol sale todos los días y algún día el tiempo se detendrá y la penumbra será eterna. El paso por esta puñetera vida es imprevisible y desconocido, de nosotros depende ver el arco iris después de muchas tempestades”.

No daba crédito a sus palabras. Se hizo el silencio, solo interrumpido por estas palabras:
.- Ahí me puedes dejar, ya queda muy poco para llegar a mi casa.
Paré el vehículo. Tuve la intención de abrazarlo, pero para guardar la compostura, le brindé mi mano y tras un fuerte apretón, nos miramos a los ojos, y fue cuando vi toda la verdad y sinceridad que me había brindado.
El hombre no cesaba en agradecimientos a los que yo restaba importancia.
.- ¡ Muchas gracias y feliz vida ¡. Esas fueron sus últimas palabras antes de irse.
.- Gracias a usted, por haberme aleccionado sobre la vida, le dije.
Esbozó una tímida sonrisa y se marchó.
Al día siguiente, estaba preocupado porque quería beber de su dogma y pregunté por su vivienda a lo que me respondieron:
.- Ese hombre que viene ahí, es su hijo.
Le obligué hacer un alto en su camino.
.- Perdone, ayer estuve con su padre, lo llevé en mi coche y quisiera poder charlar un rato con él. Le dije.
.- Imposible. Mi querido padre, desgraciadamente falleció hace ya algunos años a los 88 años de edad...

Y yo, me pregunto, ¿ existen los ángeles?...

1 comentario:

Anónimo dijo...

.
Creo poder afirmar
y decir que existen los ángeles.
Muchos que ya nos dejaron
que como dice el relato
se aparecen a los que quedan
con intención de ayudarlos,
unas impidiendo accidentes
y otras consejos dando.
De esos ángeles aún
ninguno me ha visitado.
Será, porque yo el tema,
(aunque en absoluto lo niego)
no lo tengo de todo claro,
no querrán, darme sobresaltos.
Pero ángeles con cuerpos
que aún no han partido,
que aún está entre nosotros
yo puedo decir y digo
que algunos he conocido,
y que, con otros he convivido.
Hay quien altruistamente
se pasa la vida ayudando
a menesterosos, necesitados,
a los más desheredados,
sin nada exigir a cambio
ni tampoco recibir
a no ser que sea, desprecio.
Como ejemplo de que los hay,
Ahí van, al menos tres:
Esa pequeñita mujer
que vestía hábito blanco
de nombre, creo que Teresa,
la que en Calcuta ayudó a morir
recostados en su regazo,
acariciándole la cara
y apretándole las manos,
a los más pobres de entre los pobres,
a los que nada tenían
porque nunca nada le habían dado,
ni tan siquiera la oportunidad,
de ganase el sustento y vestimenta
con el sudor de su trabajo.
Otro, el conocido Padre Patera,
que muy cerca de San Pablo,
hace de ángel anfitrión
de los que de la orilla de enfrente
a las nuestra van llegando.
Y como tercer ejemplo
de que hay ángeles entre nosotros
menciono al Padre Ángel
nombre que, al bautizarlo
allá por tierras asturianas,
nadie podía imaginar
que él, llegaría a ser el ángel
de Mensajeros por la Paz,
además de mensajero es
Embajador de la ayuda,
allí donde sea necesaria.
Y también los miles de jubilados
que, en banco de alimentos
y comedores sociales
dan su tiempo, lo que tienen,
ayudando a que comer puedan:
Niños, mujeres, ancianos
y hombre que están en paro
tengan algún alimento
y no tener que rebuscar,
algo que echar a la boca
en las basuras a diario.
Ángeles hay, si hay muchos
y pueden reconocerlos,
solo hay que mirar allí
donde haya desgraciados
y al lado socorriendo y ayudando
siempre habrá algún hombre o mujer
que, aunque no tengan alas
les aseguro que son… ángeles.
.
20.04.16
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Antonio. – El niño del Corchado-