miércoles, 6 de junio de 2012

Palabras de moda 36: Adefesio

Por José Antonio Hernández Guerrero.
En la actualidad usamos la palabra “adefesio” para describir a las personas vestidas con trajes extravagantes o ataviadas con adornos ridículos. Pero, según el diccionario, también puede servir para designar los comportamientos disparatados, las acciones incoherentes o las  prácticas chocantes.
Opinamos que la indagación de su origen etimológico y el conocimiento de las principales interpretaciones que han elaborado los especialistas nos pueden resultar interesantes, útiles e ilustrativos. Según la mayoría de los lexicólogos, esta palabra procede de la carta del apóstol Pablo dirigida a los fieles de Éfeso (Epistola ad ephesios) y se usó inicialmente para referirse a los oradores que se empeñaban inútilmente en lograr persuadir a sus oyentes.
Bastús, en su libro titulado La sabiduría de las naciones, siguiendo a Covarrubias, ofrece la siguiente explicación: “Hubo en Éfeso un ciudadano llamado Hermodoro, a quien, por haber excitado con su brillante posición social la envidia de muchos de sus conciudadanos, resolvieron condenar al ostracismo: y, en efecto, fue inicuamente obligado a abandonar su patria por algunos años. Hermodoro y sus amigos intentaron varias veces hacer oír su voz y demostrar al pueblo de Éfeso su inculpabilidad e inocencia, mas nunca pudieron conseguir que dieran oído a sus disculpas, ni que se atendieran sus justificaciones, de donde nació el proverbio, hablar ad efesios, cuando no se hace caso a nuestras palabras u observaciones”.
Otros autores -como Correas y Seijas Patiño- opinan que el significado de esta expresión tiene su origen en el escaso éxito de las palabras que San Pablo dirigió a los habitantes de Éfeso quienes -ciegos y sordos- siguieron acudiendo al templo de Diana para celebrar los cultos paganos.
Unamuno, oponiéndose a la explicación de Diccionario de la Real Academia,  recuerda que esta epístola es la que se proclama ritualmente en la ceremonia religiosa del matrimonio cristiano. La experiencia confirma que, en la mayoría de los casos, los asistentes oyen las palabras sin prestarles la debida atención: “hablar a adefesios o ad Ephesios –afirma- no es, en su principio y sentido originario, decir despropósitos, disparates y extravagancias como el adefésico Diccionario -en su edición de 899- da a entender, sino decir cosas que ni ha de hacer nadie caso de ellas ni han de ser oídas y que sólo un pobre iluso -no ya bestia- las dice, sabiendo que ni han de ser llegar a noticia del rey o de los reyes a quienes se dirigen. Y ¿por qué se dijo de esto de hablar ad-efesios y no hablar ad-gálatas, o ad-corintios o ad-romanos o ad-tesalonicenses o ad-filipenses? La cosa está clarísima para quien recuerde o aprenda que los consejos que se leen a los recién casados, han sido tomados del capítulo V de la Epístola de San Pablo a los efesios. Consejos adefesios que, en general, les entran por un oído y por otro les salen, y de los que maldito el caso que se hace”.
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*** Enviado por José Antonio Hernández Guerrero, catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y Director del Club de Letras de la Universidad de Cádiz, escritor y articulista

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