viernes, 28 de octubre de 2016

Poema "El llanto de Los Alcornocales", por Cristóbal Moreno El Pipeta

Sean estos, mis pobres versos, un grito a la conciencia del hombre, de las autoridades, para que no dejen morir impunemente, pudiendo salvarlos, a los alcornoques de este Parque Natural de Los Alcornocales que es nuestro pulmón, uno de tantos de los que nos dan la vida, y la de tantas especies de vegetales y animales que en él habita. No dejemos todo el peso de hacerlo a nuestros descendientes, puede ser tarde.



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EL LLANTO DE LOS ALCORNOCALES
Cristóbal Moreno “El Pipeta” Octubre 2.016

Como hojas se arremolinan las estrofas:
variadas, libres, medidas y rimadas;
liberadas, atadas o entremezcladas,
que abúlicas y atónitas gritan...,
como los árboles que de muerte enferman
en el bello Parque de los Alcornocales.

Ahí está el aviso de que el terrestre mundo
está muriendo por la corrosiva erosión del hombre
que intoxican el puro aire y las cristalinas aguas.
¿Estará cualquier verso vacío de natural sentido,
o es la naturaleza la que con sus versos habla?:

“Cuánta alegría me dan las tristes nubes
que por el Estrecho negras se asoman
y al llegar al Parque de los Alcornocales
allí, en frías lágrimas sus penas dejan,
del trueno con llantos eléctricos emanan.

Y que pena me entra,
cuando blancas,
como ovejas...,
venir las veo;
y sin tener espera,
aborregadas pasan
por el deseo.

¿A dónde, tan espumosas marcháis,
nubes de valles y de mares,
que ni tan siquiera me habláis
de tan orgullosa como vais?”

- ¡¡Planeando venimos desde la seca África
morena..., y tu canción venimos oyendo,
entre sierras gaditanas y malagueñas,
las más diversas y bonitas de Andalucía!!
¿Por qué nos necesitas madre de la tierra
si ya regamos hojas que van cayendo? -

“Oír la voz de repiqueteante agua quiero
y también la del pájaro carpintero
para no verme desierta ni sedienta,
como entre las hojarascas una seta,
nubes...,
que hasta se me antoja vuestros enojos,
por entre el Parque de los Alcornocales
una gran fiesta de fuegos artificiales
donde brillan en diez mil pares de ojos
los de hijos de un bosque de fantasía
despertando a los duendes que duermen de día
bajo robles, encinas y chaparrales.”

- No te preocupes esencia mía,
(desembuchó la nube jefa),
chorrearán vida las que ventean
negras vienen detrás y airean
que nosotras pues, vamos vacías -.

Ya corre el agua desde los cabrales
y en San Pablo corren por sus blancas calles
saltando: gatos, perros y los chavales.
Canta el manantial allá en Los Cobarrones,
brincan los gusarapos a borbotones
aquí en el rio, en los canales y por sifones.
De verde se pinta el monte y la campiña
¡Ay Dios mío que guapa está la sampableña!

Mira a los alcornoques como a críos
y al monte que de la muerte se queja,
y a la luna oculta detrás del río,
porque ya su luz en él no se refleja;
pobre parque que se calienta del frío
está enojado y del olvido se queja:

“Se está intoxicando nuestro planeta
porque el hombre ya no tiene conciencia:
el dinero es la principal espoleta.
¡Que al Parque lo salve Dios o la ciencia!
No perdonar al hombre que mata su Tierra
guardando la solución en su probeta”.   

Ahora..., de él se esconde la luna
porque no huele a miel de las colmenas,
vergüenza le da verse en la laguna
al agonizar chaparros en sus almenas
y no existir en sus llanos otras Saucedas.
Los Alcornocales se muere de pena,
se seca desde Prado del Rey hasta Algeciras,
su corazón se deshoja en Jimena,
y llora por que en Andalucía expira
y por hacer silencio la tierra muerta
en los huecos que todas las vidas dejan.

Si el hombre no cura, cava su tumba,
grazna el ave con su color de nidos,
de entre la cueva el medio ambiente rezuma,
huelen sus gases con los núcleos podridos
ya viene el niño y sus voz retumba:
“¡no dejadme el peso, no seáis retorcidos!”.

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