miércoles, 18 de marzo de 2015

"19 de marzo", por Salvador Delgado Moya

Ya hace tiempo que las canas pueblan tu cabellera.
Ya hace tiempo que los pliegues de tu piel maceraron tu rostro y tu espíritu.
Ya hace tiempo que tus neuronas no interactúan con la misma premura que lo hacían antaño.
Pero creo que es momento de decirte lo que te tenía que haber dicho hace mucho tiempo.

Gracias papa, por haberme criado, por haber luchado en diferentes campos de batalla, sin importarte el como, el dónde y el cuando. Gracias papa por ser el estímulo de mi formación, por indicarme y sopesar que camino escoger,impulsando mi raciocinio.


Gracias papá por esas noches, por esos días, por esas risas, por esas lágrimas y por esa vida de dedicación hacia los tuyos.

Gracias papa, por esas reprimendas, siempre en el momento justo, posibilitando ser mejor persona.

Gracias papa, por cederme esos valores que hacen a la persona grande, dentro de una ética que no estudiaste ni aprendiste, pero que por arte de magia grabaste a perpetuidad en mi ser.

Gracias papa por enseñarme lo que es la vida, y aún sin armas, como luchar en ella.

Gracias por enseñarme a amar, a querer, a respetar, a ceder y a valorar las cosas que de verdad importan.

Gracias y infinitamente gracias. Mañana es el día del padre y se que en un tiempo no muy lejano marcharás para no volver, como hicieron muchos, dejándonos indefensos ante la vida, caminando solos pero con la cabeza bien erguida, porque tanto yo, como muchos, podremos presumir que gracias a ese, el de las canas, el de las arrugas, el del bastón, el de la sonrisa difuminada, gracias a ese Señor, yo soy la persona que ves ahora.

No puedo premiarte porque jamás podría encontrarte el regalo equitativo para tu proeza, pero ten por seguro que para mi, fuiste, eres y serás el icono donde me reflejare el resto de mis días.

Ya para despedirme, sólo decirte que estoy deseoso de abrazarte, bien fuerte, acariciar tu cara, acercarte hacia mi y decirte con lágrimas en los ojos, te quiero papa...

P.d. Dedicado a todos esos padres que sienten o sintieron verdadera de devoción por sus creaciones.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

AL ARTÍCULO DE SALVADOR DELGADO DEL DÍA 19 DE MARZO DE 2015

Salvador, muy bonito, como todo lo que se hace con el corazón. Eres un buen hijo. Tu padre, lo sé, está inmensamente orgulloso de tí.
Sin embargo, no todos los hijos son así, no les quitaré la razón a una pequeña parte de ellos. Posiblemente sus padres no fueron como ellos querrían que hubieran sido. Seguro es también, que esos hijos no han mirado las cosas desde el punto externo a ellos, o que, no saben o no quieren valorar; o simplemente, que es verdad, su padre era así, diferente a lo que él/ellos quisieran que hubiera sido; cada uno somos como somos, individuales, una persona como no hay igual, con sus virtudes y sus defectos.
También se me ha quedado un ejemplo de padre (equivocado por no nacer dos veces): el que antepuso su trabajo a todo, menos a su familia. Aunque, desde su punto de vista, de su parecer, de creer que era lo justo, anteponía su trabajo a su propio bienestar por el bien de su familia, ya que, con ese trabajo, su familia tenía todo lo que querían, vivían a cuerpo de rey; mientras él, ni para ellos tenía tiempo, su trabajo lo absorbía por completo durante todas las horas del día y la de muchas noches.
En el poco tiempo que tenía, cuando él podía dedicarse a sus hijos ellos estaban en el colegio o durmiendo. Solo tenía las vacaciones; las horas de ésta, con el poco dinero que podía ahorrar de su trabajo, las gastaba en construir con sus propias manos una casa familiar de la que carecían, y ahorrar para darles estudios a sus hijos. Para que el día de mañana tuvieran, al menos, un cobijo de su propiedad y un trabajo seguro. Todo su afán estaba en que estudiaran y prepararan su porvenir, pero ellos no quisieron. Posiblemente ahora culpen al padre y a la madre (a ésta, que era madre y padre a la vez; ninguno tenían culpa alguna, creían que era lo mejor para sus hijos, se sacrificaban por ellos. Los hijos tendrían que haber puesto de su parte, pero la palabra de las nuevas generaciones valían, en este caso, más que la de los predecesores que les aconsejaban y guiaban "¡Qué antiguos!", pensaban, por creerse en poder de la verdad. A estos padres que eran los hijos de los hijos de la guerra, y no querían que a sus hijos les faltase todo aquello que no tuvieron ellos ni sus padres (sus abuelos), que incluso, algunos carecían de ellos por haber muerto en dicha guerra.
¿Cuántas familias hay así? Muchísimas. Los jóvenes cogieron el camino fácil: el de no calentarse la cabeza en estudiar. Solo se le calentaban en chicos y chicas, ordenadores, discotecas y juergas. Sus padres no tenían razón ¿Qué les dirán ahora a sus hijos, cuando estos les pregunten por qué no estudiaron, lo más fácil: echarle la culpa a los padres, posiblemente.
Seguro que hoy en día, siguen pasando de sus padres, ahora en las puertas de la tercera edad, casi ni les miran a la cara siquiera. Echándole las culpa de su desgracia, de su pobreza, de tener que trabajar en lo que sea para subsistir. Ellos seguirán viendo siempre "la paja en ojo ajeno, nunca su viga". Sus padres se lo dieron todo, ¿por qué no lo cogió? ¿Por qué cogieron solo lo que les apeteció y no lo que le aconsejaban?, deberías preguntarte sin egoísmo. Pero como siempre, a lo que se acostumbraron, el egoísmo les ciega y solo ven lo que quieren.
¡Lástima de esos hijos que no quieren padre. Lástima de padres que se quedaron sin hijos vivos!

Gracias Salvador, por no ser uno de ellos. Como los míos, como los de él y los de ellos.

Anónimo dijo...

Bonitas palabras hacia un padre.

Anónimo dijo...

Cuánto no daría yo
por haber tenido a mi padre
hasta verle envejecer
lo mismo que vi a mi madre.
Yo no tuve en quien mirarme
porque Dios se lo llevó
(me pregunto para qué)
si aquí tenía cinco hijos,
a los que no vio crecer.
No tuve yo a quien imitar
aunque tengo que confesar,
Que una pequeñita mujer,
MARUJA
grande como la que más
luchó hasta reventar
siempre sin desfallecer,
e hizo de madre y de padre.
Qué no hubiera dado yo,
por haberlos visto juntos envejecer.
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12.04.12
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Antonio. –El niño del Corchado-