miércoles, 2 de febrero de 2011

"Acuerdos y recuerdos", por José Antonio Hernández Guerrero

La mayoría de las tertulias radiofónicas que, sobre los debates y mítines políticos, escucho en los últimos días enfocan sus comentarios a partir de unos presupuestos dialécticos que, a mi juicio, son simplistas, inadecuados y, en consecuencia, ineficaces.
Aplican los criterios que se emplean para decidir el triunfador de los combates de boxeo: unos opinan, por ejemplo, que Zapatero, frío y calculador, no sólo esquiva con habilidad los golpes que Rajoy trata de propinarle con el puño derecho, sino que logra imponer su propio ritmo evitando que su adversario dañe, con directos o cross, sus flancos más débiles. Otros analistas muestran su convicción de que Rajoy es quien, recurriendo al crochet, se atreve a impactar en la cara, en el hígado y en los riñones de Zapatero....
En mi opinión, esta manera de analizar los debates políticos es inadecuada y altamente peligrosa. Un debate dialéctico no es un combate, un juego divertido ni una competición deportiva. Los que así lo interpretan olvidan que el enemigo al que ambos líderes han de vencer no es el adversario político sino la crisis financiera, el paro, la miseria, la desconfianza de los electores y el temor paralizante de los inversores.
Poco se conseguirá mientras que esa pléyade de asesores prepare los debates como los entrenadores boxísticos, señalando los flancos por los que han de atacar al adversario con el fin de “matarlo” y “rematarlo”, para dejarlo “listo para el descabello y preparado para el arrastre”. Tenemos la impresión de que estos gabinetes de imagen sólo pretenden que ellos mismos puedan proclamar que su líder ha sido el vencedor. Mucho me temo que, mientras que no cambien los presupuestos dialécticos de estos debates, no sólo serán inútiles sino que servirán para aumentar el descrédito de los políticos y para alejar a los ciudadanos de una participación política imprescindible en una democracia.
Los líderes de opinión han de explicar que el Congreso de Diputados, más que un cuadrilátero, es un recinto en el que nuestros representantes han de dialogar para encontrar soluciones. Es lamentable que este planteamiento, abalado por el sentido común y por el testimonios de los autores clásicos, nos suene a ingenua utopía, pero deberíamos tener en cuenta que la actual situación económica, social y política exige que unos y otros abandonen sus intereses partidistas, aparquen sus ansias electoralistas y cumplan el encargo que los ciudadanos les hemos encomendado.
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*** Enviado por José Antonio Hernández Guerrero, catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Cádiz, escritor y articulista.

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