martes, 2 de febrero de 2021

"El día a día de Juan, un recolector de cepas de brezo de Jimena", por Antonio Sarrias Sanjuan

EL COVID TIENE ESTAS COSAS, UNO SE ABURRE, HABLA CON EL VECINO, Y ME FACILITA LOS DATOS QUE YO NO TENGO NI IDEA, EL RESULTADO ES ESTE. 

Juan no necesita despertador, su reloj biológico le dice que son las cinco de la madrugada y aunque sea lunes hay que levantarse. Juan lleva haciendo esto toda la vida desde que era un zagalillo y acompañaba a su padre por los montes de Jimena para realizar el mismo trabajo que hoy tiene en mente.

Juan se dedica a la recolección de cepas de brezos, un trabajo apto para pocos, duro, muy duro, demasiado duro, no acorde con los tiempos que corren, a pesar de eso Juan se siente cómodo, se levanta si hacer ruido para no despertar a María su señora y a David su hijo de ocho años recién cumplidos que se mueve inquieto en su cama.

Recoge su ropa de trabajo que tiene ya preparada en el respaldo de una silla y se va al baño a echarse un poco de agua por la cara, peinarse los cuatro pelillos que ya le quedan y vestirse para la faena.

Como cada día y mientras dure el invierno, instintivamente se dirigirá a donde guarda la botella de anís el mono y se servirá su ración correspondiente mientras se calienta el café.

Es tiempo de partir, se dirige a la habitación de David para dar un beso al crio que parece estar dormido, pero solo es una apariencia el zagal le espera despierto, -papá llévame contigo- no hijo, tu duerme que ya tendrás tiempo, primero estudia  y luego ya veremos, -yo no quiero estudiar, yo quiero ser como tu y tener mi mulo y bombero también quiero ser- Hijo, para ser bombero hay que estudiar y mucho, además ¿A cuántos bomberos conoces tu? -Conozco a muchos papá, el otro día me subieron al camión, me pusieron el casco y me enseñaron muchas cosas, por eso quiero ser bombero-. Y ¿ A cuántos fumadores de pipas conoces? David no entendió a su padre pero sabía que algo contundente le había dicho y que era mejor acurrucarse entre mantas y dormir.

Se toma su café tranquilamente y recoge lo que María le ha preparado para comer, no mucho porque Juan  es de poco comer, una lata de atún, una cola, pan y una naranja, no necesita más.

La cuadra donde tiene el mulo está el huerto que tiene detrás de la casa, se pone una linterna en la frente y el mulo le recibe con una oreja tiesa y otra mirando otro lado, a este mulo le tiene mucho cariño, lo adquirió en una feria de mayo en un concurso de arrieros, allí se tomó unas copitas con unos compañeros de Alcalá y trato hecho, por eso el mulo se llama Feriante.

Sobre una mesa grande y vieja tiene los aparejos del mulo que irá colocando mientras consume su primer pitillo de los que guarda ya liados para no perder tiempo. Pone su jáquima a Feriante y quita la traba anudándosela al cuello del animal y sigue mecánicamente con el albardón, cubre albardón, anijas, luego la pegadura que está un poco dura y por eso remueve la paja que lleva interiormente, sigue con el atajarres poniéndolo bajo del rabo, luego le pone el pretal, las arma a las que también mete la mano para remover la paja que dios sabe los años que lleva allí dentro, echa la cincha por encima y aprieta fuerte con el cordel de la cincha, para terminar pone la esterilla cubre jato y los serones donde mete el hacha y una espiocha  las herramientas que usará para la extracción de las cepas..

Hace frío cuando sale a la calle,  desde la acera de un salto  se monta en Feriante, las calles están vacías, por el Paseo Cristina desde un coche alguien le saluda pero el no lo conoce, para entonces ya ha encendido su segundo pitillo, y caminan calle romo abajo camino del puente de  la Pasada Alcalá al que antes de llegar girará a la derecha para tomar el camino  del rio Hozgarganta, por el cao, justo por el sitio conocido por el “Pinito” hay una pasada, que atraviesa hacia el  Regüé, para continuar a la derecha, toca bajarse del mulo porque aunque la cancela este abierta, se baja para cerrarla, los domingueros anda ríos van a su bola. En un tajo justo pasar la cancela Juan se vuelve a subir a lomos de Feriante,  sube por la vereda de las tres medallas para pasar por el molino serpenteando el arroyo y llegar a la casa Las Viñas, aún no ha amanecido, ahora el camino se ha suavizado, Juan no canta nada bien, siempre le gustó pero no tiene voz ni hechuras de cantaor pero le sale un fandanguillo que resuena entre chaparros y brezos _lo recogí siendo un niño cuando no andaba siquieraaaaa, se ha hecho un hombre a mi veraaaa y le tengo más cariño que si de miiiii sangre fueraaaaa-. No muy contento con su cante empieza silbar, eso si le da mejor, recuerda aquellas películas del cine Capitol, la famosas películas del Oeste, Ya dando vistas al Torero y siguiendo la vereda , los silbidos de Juan muy metido en su papel interpretando la muerte tenia un precio, despierta a algunos mirlos a su paso. Una nueva cancela se interpone en su camino y que da paso a la roza de  Rajamande para continuar hacia la laguna, desde allí puede divisar la casa de “Bicho Malo” ya  queda poco para llegar al “Lomo del Esparto” sitio que días antes había visto un roal de brezo donde que podría hacer una carga, para entonces ya está amaneciendo.

Ata la traba al mulo para que no se aleje mucho, saca la espiocha y el hacha y se dirige hacia la zona donde un alto brezal le espera, a simple vista le parece que hoy ha acertado, hace tiempo que nadie viene por aquí y cree que hay para una buena carga, enciende su cigarrillo que apura rápidamente para ponerse manos a la obra, se frota las manos agrietadas y encallecidas que suena como papel de lija.

Juan dirige una marida al entorno y se pone a limpiar de matorral donde piensa que hay una buena cepa, una vez descubierta la parte superior con precisión de cirujano va excavando al rededor para cortar la raíz de un certero golpe con la espiocha. Mientras hacia esta labor ya estaba echando la vista a la siguiente y luego otra y otra siempre con el mismo procedimiento. Son las diez de la mañana y nuestro personaje cree que ya tiene suficiente por hoy, pero aún esto no ha terminado, está cansado, se acerca al mulo y coge la bolsa de la comida, lo más dura ya ha pasado, mientras come con avidez lo que María le había preparado, piensa que es afortunado, que su trabajo es duro pero le compensa, no serviría para trabajar encerrado, prefiere hacerlo a cielo abierto y ser su propio jefe, además económicamente tampoco está mal, si a esto se le suma un buen verano de corchas habrá salvado el año con solvencia.

Enciende su enésimo cigarrillo y vuelta al trabajo, ahora toca limpiar cada cepa extraída con el hacha irá perfilando hasta dejarla sin ningún saliente, ha tenido suerte no hay ninguna mala, todas irán a la Estación de Jimena donde le pagaran a 50 céntimos el kilo, haciendo cálculo cree que lleva entre 220 y 250 kilos.

Las va arrimando de dos en dos hasta donde poder cargarla al mulo que ya tiene preparado, el serón se va llenando poco a poco, guarda sus herramientas y enfila el camino de vuelta, son las once de la mañana, para la una piensa estar de vuelta a casa, donde después de quitar los aparejos a Feriante y ponerle una buena ración de comida, se retira dándole dos palmadas en los traseros a su compañero de trabajo agradeciéndole de esta forma su inestimable ayuda.

Cuando sale de tomar su baño relajante la casa huele a guiso de pata, su comida preferida, en la puerta del baño le espera David que también ha terminado su jornada escolar y se cuelga de su cuello para abrazarlo.- Papa cuando comamos vamos a jugar fútbol en la calle que te voy a enseñar un truco que he aprendido hoy- Sí hijo eso es lo que me hace falta.

4 comentarios:

lahorqueta dijo...

Bien contado oficio duro que se va perdiendo poco a poco es el trabajo de algunos vecinos del pueblo gracias antonio por dar a conocer este antiguo oficio

Cristóbal Moreno dijo...

Fluyen las palabras ordenadas y sencillas, entendibles por todos, y discurren, se leen y se oyen tan naturales, tan traquilas y tan suaves como en verano la fresquita agua de cualquier arroyo del Parque de los Alcornocales: que susurran puras y cristalinas y sin necesidad de diccionario.

Magníficamente relatado este oficio de brecero de pipas, tan extraño y escaso entre las demás profesiones; independiente, autónomo y libre;  fructífero en los hábitats donde se da el brezo (Erica arborea), de cuya raíz (patilla) se obtiene la más cualificada, utilizada y duradera madera para fabricar la típica pipa de fumar el oloroso tabaco de Colón. Sucedáneas, tal como la achicoria, son para mi las fabricadas con otros materiales.

Una bella y enorme sensación ha sido leerte; me ha hecho renacer y recordar tu insigne forma de exponerle sueños, historias y leyendas, a los niños y a los adultos menos viejos de una forma sencilla, pero universalmente plural utilizando las frases para que abarquen varias situaciones a la ve; en este caso, sin ambigüedades: naturaleza, parque, ambiente, familia, costumbres, profesiones y sus peculiares detalles (arriero, mulo, composición del "jhato" -montura de carga-),  principales y variadas del monte, el valor de su monumental contenido tan enorme como el mismo paraje natural, la familia, la paternidad y maternidad junto a la inocencia del niño, y esa inconmesurable LIBERTAD que todos ansiamos y solo algunos consiguen.

Una organizada pintura de entendimiento y luces  como un ejército de ordenadas hormigas son esas acordes letras debidamente guiadas hacia la mente de tus vecinos más castizos y normales: el pueblo, tu pueblo, nuestro pueblo y nuestras costumbres, dando como ejemplo una forma inusual de trabajar disfrutando con gusto para mantener a una familia.
Todo ha sido para mí detallado  con un vocabulario museo tan bello como la misma historia en si, y asimismo, tan inconmesurablemente relatada para ser leída como un manjar para la mente popular, servida la mesa con ricos cubiertos de plata y oro.
Gracias por hablar tan bien con un pincel de letras en la imprenta de cualquier papel.
Con admiración,
 
Cristóbal Moreno "El Pipeta"

Anónimo dijo...

Has conseguido sonrojarme, mi timidez extrema la asaltas con tus palabras, gracias amigos de siempre, medio enemigos cuando la pelota rodaba en el llano junto al puente convertido en terreno de juego. Tú si que sabes. Un abrazo.
Antonio Sarrias

Anónimo dijo...

Muy buen relato, nos muestra un oficio antiguo y duro, gracias