martes, 3 de noviembre de 2015

"El Capitán y la Viuda II Parte: La Línea del Guadalete", por Eduardo Navarro "Er Pedagogo Jimenato"

Relato histórico su blog Andalucía y la Educación.
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"LA PATRIA, Españoles, no debe ser ya un nombre vano y vago para vosotros: debe significar en vuestro oídos y en vuestro corazón el santuario de las leyes y las costumbres, el campo de los talentos y la recompensa de las virtudes" Manuel Alberto Quintana.

A principios de 1810 los franceses llevan el camino decidido de ocupar toda Andalucia, el General Alburquerque comprende que la única posibilidad de una victoria española es dirigirse con prontitud a la ciudad de Cádiz y defender esta ciudad a toda costa, que nos unía con la flota y las colonias americanas.


No tardaría en presentarse el General Victor con sus ejércitos, situado  a la otra orilla de Santi Petri, cuenta que la gente de Cádiz observaba a las tropas francesas sobrecogidos, no había lugar para la chirigota, la población gaditana tenía el corazón en un puño. No obstante, ante los primeros embates de los franceses, no sólo se aguantó, sino que se les hizo retroceder, y desde esas primeras escaramuza se dio a entender que el sitio sería de muy larga duración. La población gaditana, a pesar de ser una ciudad sitiada, comenzó a tener confianza.

En el día de Tosantos de 1810, había una agitada vida social, en un ambiente heterogéneo. la población de Cádiz se encontraba acompañada por la Regencia, que era el Gobierno de España en ese momento, los diputados, una considerable cantidad de militares, así como comerciantes de distintas nacionalidades, que hacía que, a pesar de la Guerra, se llevara una vida "agradable", entre otras cosas porque nunca faltó el abastecimiento de alimentos por el mar.

La Plaza de San Juan de Dios, por su cercanía al muelle, estaba llena de marineros, donde se podía comprar el mejor tabaco de toda Europa, a través de la Calle Nueva, que tenía las mejores fondas de Cádiz, dos caballeros se dirigen a la Plazuela de Ortas, donde se encuentra el Café de los Patriotas, uno de ellos foráneo, Juan Downie, un escocés que vestía a la forma española, a la manera de los tercios de Flandes, es decir "con calzas, jabón y ropilla de colores blanco y encarnado, bonete y capa corta". El otro, el Capitán de Artillería Manuel Ramirez.

El Café de los  Patriotas se consideraba de corte liberal y exaltado, un lugar de debate y discusión sobre lo que ocurría en las Cortes y en la Guerra. Nuestros caballeros se sientan en una mesa retirada, con un café cada uno de ellos y una botella de aguardiente ofrecida por el dueño, José Rodríguez, de origen gallego.
- Salud inglés, siempre es interesante beber a tu lado, a pesar de tu ridículo traje
Le comenta Manuel en tono burlón. Que tenía una doble intención, puesto que sabía que Downie no era inglés, sino escocés, también porque a pesar de su forma de vestir, había batallado con mucho valor contra las tropas francesas y admiraba a este escocés.
- ¡Slainte mhath! Maldito país y maldito brebaje, que no se puede apreciar un buen Whisky.
Tras el brindis, la conversación se torno seria, Manuel explica a su amigo la situación,

Como militar no se trataba solamente de resolver una afrenta, de expulsar a los franceses de España, porque Manuel tenía el alma liberal, se trataba de despertar la dignidad de su pueblo, ni arrodillarse ante un invasor ambicioso, ni vivir la decadente miseria que se encontraba el país antes de que fuera ocupada por el ejército de Napoleón. Downie trataba de entenderlo, sabía que los franceses no comprendían porque los españoles se movían con tanta pasión por el sentimiento hacia la realeza o la religión, porque también había algunos españoles como su amigo, el Capitán Ramírez, que profesaba un sentido profundo de lucha hacia la libertad.

Esa misma mañana había recibido una misión del Comandante General Serrano Valdenebros, le había propuesto un plan de defensa de la Villa de Xemina, tendría que aprovechar el momento y situación para emprender esta misión. Al día siguiente volvía al frente, al recordar el nombre de Xemina hizo que Manuel sintiera un extraño presentimiento y aunque fuera un soldado curtido en batallas, es como si supiera que su vida cambiaría para siempre en Xemina y de su alma le sale un suspiro profundo.

Anteriormente, en junio de 1810, Valdenebros presenta un plan al General Lacy, para reconstruir "varios castillejos, antiguos vestigios de los moros, colocados los mas en parages casi inaccesibles", que sería defendidos por los paisanos del lugar, como un servicio patriota. El General Soult, lleva a cabo la misma estrategia, porque los franceses no querían ver cortadas sus líneas logísticas y de comunicación.

Así, que con más de tres siglos de diferencias, las viejas fortalezas de la frontera castellana-nazarí, vuelven a tener un gran protagonismo, conformando la "Línea del Guadalete". En el lado de los franceses estaba el Álcazar de Arcos, las Torres Vigías de Bornos, Torrevieja de Villamartín, el Castillo de Zahara  o el Castillo de Olvera. Y en la española, la de los patriotas, el Castillo de Aznalmara de Benaocaz, el Castillo de Xemina, el Castillo del Águila de Gaucín o la Fortaleza de Castellar.

De esa forma Xemina se convierte en una de las primeras fortalezas patriotas, para que fuera dotado como un puesto defensivo importante, mientras tanto, en esa misma fortaleza, María está lavando la ropa, se encuentra en el Aljibe central, con una panera de madera, es el día de las ánimas, no puede dejar de recordar a su marido, que había muerto en el frente de esta maldita guerra, en la Batalla de Bailén.

De alguna forma, como si alguna Diosa antigua que poseyera poderes sobre la vida y la muerte, sobre la fecundidad y el amor, hubiera intervenido, se produce una extraña sensación, ya que en el mismo momento que Manuel suspira, el aire, como una brisa suave, recorre dulcemente el cuerpo de María, que la hace estremecer, mira hacia el horizonte y entiende que su vida está destinada a vivir nuevas experiencias que cambiarán su forma de ser para siempre.

4 comentarios:

Pacurro dijo...

Articulos como esto hacen mucha falta. Gracias por darnos la oportunidad de conocer pasajes de la historia local

Jose Cabrera dijo...

Eduardo "Er Pedagogo" como el gusta en llamarse nos está acostumbrando a la lectura amena de episodios históricos de nuestra tierra con anécdotas cotidianas vividas por los habitantes de Jimena y su entorno. La historia la escriben los pueblos. La que nos contaron de batallas y reyes lo fue además y para mí lo reseñable de sociedades complejas. Fueron los protagonistas, los que defendieron nuestro país por encima de reyes y señores que las más de las veces se dedicaban a expoliarlo en beneficio propio, tal como ocurre hoy día.

Anónimo dijo...

Muy agradecido a los dos, da ánimos para continuar. Espero también que sigáis escribiendo y continuar leyendo lo que mandáis, un saludo cordial
Erpedagogo Jimenato

Anónimo dijo...

Muy bonito, preciosoooo.
Gracias por compartir con nosotros estos relatos tan bellos.
Te animo a que nos sigas deleitando con tu escritura. Un saludo.