lunes, 31 de marzo de 2014

"Hablar bien", por José Antonio Hernández Guerrero

Tan brillante como acostumbra, nuestro querido profesor Hernández Guerrero, nos envía este magnífico artículo de opinión que nos vendría leer a todos, pero sobretodo a algunos ANÓNIMOS que opinan en buceite.com -que han sido criticados estos carnavales- y que como dice el maestro no valoran en absoluto, hablar bien de las demás personas.... 
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HABLAR BIEN
¿NO le llama a usted la atención lo poco valorado que está, tanto en la prensa como en nuestras conversaciones entre amigos, hablar bien de las demás personas?
¿No tiene usted la impresión de que se cotizamos más hablar mal, despotricar y vestir de limpio, sobre todo, a los amigos? 

 Muchos están convencidos de que “criticar” es censurar, protestar y murmurar. Cuando digo “hablar bien”, no me refiero a la adulación o a hacer la pelota, sino a enumerar honestamente las cualidades y los méritos de los otros. Comprendemos que se reproche la adulación porque, como es sabido, siempre esconde un objetivo retorcido, pero nos resulta doloroso que haya tanta gente que sufre leyendo elogios y que disfrute, sin embargo, cuando escucha insultos.

Como es natural, nunca los daré a conocer pero créanme si les digo que es muy frecuente que los amigos comunes, cuando me comentan los perfiles humanos que, en ocasiones, aparecen en este periódico, se esfuerzan en compensar las cualidades de los así retratados, con aquellos defectos que, según ellos, son “más graves y evidentes”. Y lo llamativo es que, para justificar la retahíla de agravios que me envían, esgrimen precisamente su simpatía y su amistad: “te aseguro que a mí ese señor me cae bien pero, además de buen cirujano, es un pesetero”.
    
En el ámbito del periodismo este convencimiento es aún más generalizado y más grave.
Son muchos los profesionales que defienden que "una buena noticia es una mala noticia". Cofunden la sorpresa que ha de provocar la información de un hecho no esperado con el morbo que produce el conocimiento de un suceso lamentable. Por eso insisten en que la función del periodista es descubrir el lado oscuro de todos los episodios resplandecientes: "la espléndida generosidad -afirman- está impulsada, la mayoría de las veces, por un sombrío egoísmo”. En mi opinión, ésta es una forma también "lamentable" de enfocar el periodismo y una corruptela que parece que se está consolidando, sobre todo, en algunas cadenas radiofónicas y en algunos de los informativos líderes de la televisión.

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