jueves, 24 de enero de 2019

Más de 100 curas se rebelan contra el Obispo de Cádiz Rafael Zornoza que "vive como un señorito"

El obispo Zornoza en la Iglesia de San Pablo de Buceite en 2013.
Leído en el diario El Mundo. Por su interés reproducimos esta noticia.
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La rebelión 'silenciosa' de los 110 curas

JOSÉ MANUEL VIDAL
  • Ocurre en Cádiz, frente a un obispo llegado de Getafe que, dicen, "vive como señorito". Y al que acusan de gestionar la diócesis como una multinacional.
  • Ya ha obligado a varios sacerdotes a que cambien la titularidad de bienes que los feligreses donaron con fines caritativos y ha llegado a acusar a muchos párrocos de 'blanqueo'.
  • El pulso ha llegado a Roma, a donde han escrito los religiosos menospreciados pidiendo socorro ante Zornoza y su ecónomo.
  • Para desplazar a los locales, el 'jefe' de la diócesis está importando curas de otros países.

Le llaman «el jefe de diócesis Cádiz-Ceuta S. A.» porque, dicen, el obispo Rafael Zornoza Boy (Madrid, 1949) dirige el obispado gaditano como si de la sucursal de una multinacional se tratara. Rodeado de un pequeño grupo de colaboradores (muchos de los cuales se trajo de fuera), margina y "desprecia" al clero diocesano que, harto de tantos desaires, se comienza a levantar contra el prelado, en una revolución silenciosa, capitaneada por un canónigo. El pulso ha llegado hasta Roma, a donde han escrito los párrocos menospreciados, pidiendo socorro al Papa.

La rebelión se viene cociendo desde 2013, dos años después de la toma de posesión del nuevo obispo. Ya entonces, los curas gaditanos comienzan a escribir cartas al Papa y al nuncio Fratini, para quejarse de la forma de actuar y de vivir del prelado, así como de su "antievangélica gestión pastoral y económica" de la diócesis. En las misivas, describen a un "obispo señorito", al que le "gusta comer y beber bien", que frecuenta el reservado del restaurante El Faro, uno de los más exquisitos de la Tacita. En una de esas comilonas, le invitaron a elegir vino y optó por una botella de 200 euros.

Además del coche oficial con chófer del obispado, tiene otros dos coches de camuflaje: un Golf y un Citroën híbrido. Le encanta salir y realiza constantes viajes, casi siempre con jóvenes, a Fátima, Lourdes, Santiago, Roma o Jerusalén.

Cuando algún cura (pocos se atreven a hacerlo) le reprocha un dispendio de este tipo, él contesta: "El obispo soy yo". Por eso hablan de él como "el jefe" y lo describen como un obispo-señor que, en tiempos de Francisco, el Papa de los pobres, quiere seguir ejerciendo como príncipe. Todos los entrecomillados se corresponden a contenido de las misivas que han ido mandando a Roma los descontentos y al testimonio directo de párrocos que, salvo uno, exigen anonimato.

En la diócesis hay 155 curas nativos y 20 importados. Éstos últimos suelen ser ultraconservadores. El obispo los trae especialmente de Colombia y de Polonia. Ficha in filtro y algunos le salen ranas. Como Miguel Ángel Ibarra, párroco de Medina Sidonia, al que el obispo tuvo que suspender al descubrirse que era un cura falso.

"Tiene dividida la diócesis" en dos bandos, denuncian los curas rebeldes. Por un lado, los 20 que trajo de fuera y otros 20 diocesanos (la mayoría, jóvenes), a los que ha colocado en los puestos más importantes y que, "con su colaboración o su silencio se han convertido en sus cómplices». Los 110 curas diocesanos restantes han optado por una rebelión «en forma de indiferencia total hacia el obispo". Sin contar con los religiosos, a los que tolera, aunque sin muchas consideraciones: "Desprecia hasta a sacerdotes mayores que han entregado toda su vida al servicio de la Iglesia, a los que no visita ni provee en sus necesidades". 

Más aún, en sus constantes viajes a Getafe, la diócesis de la que procede, Zornoza "se jacta de decir en público que los curas de Cádiz somos poco espirituales, carentes de formación y de baja talla humana... En el fondo, nos considera indígenas que hay que evangelizar". Por eso, un día, uno de los curas indignados replicó a otro que defendía al prelado: "Qué se habrá creído. Si cuando en su tierra no existía ni bidé, aquí, la ciudad más antigua de Occidente, ya nos limpiábamos el culo con esponja de mar".

A los pocos críticos que se atreven a levantar la voz, dicen, los margina y se ríe de ellos. "Ángeles caídos", les llama. Así es como debe motejar a Rafael Vez Palomino, el único cura que, hasta ahora, se ha atrevido a dar la cara. En solitario. Como los grandes profetas del Antiguo Testamento. Desafiando, en nombre de Dios, el omnímodo poder del prelado. Porque Vez no es un cura cualquiera. Canónigo de la catedral, es licenciado en Sagrada Liturgia, profesor del Seminario Diocesano, párroco de Conil y administrador parroquial de San Ambrosio, El Palmar y Vejer. Lleva 27 años de cura y las ha visto de todos los colores, pero ya no aguanta más a su obispo. Y a su ecónomo, Antonio Diufaín.
 
Ha explotado públicamente con un alegato como las Lamentaciones del profeta Jeremías: "He visto cuestionar el trabajo de muchos buenos y santos sacerdotes./ He visto el desprecio constante y humillante a las palabras y gestos de sacerdotes./ He visto la soledad de muchos en medio del sufrimiento./ He visto llorar a familias humildes y trabajadoras, gente buena, que lo han perdido todo./ He visto el trato vejatorio dado a los trabajadores del Obispado, Cáritas y algunas Parroquias, a la hora de despedirlos./ He visto acampar, en estos últimos tiempos entre nosotros, el miedo, el silencio, la constante sospecha, el desprecio./ He visto cómo el ansía de dinero ha campado a sus anchas./ He visto cómo se sangra a las parroquias, que a duras penas se sostienen".

Lamentaciones que hablan de personas concretas. Como el caso de una anciana, que vive sola, con un hijo enfermo, en una casa propiedad de la parroquia, y a la que el obispado le ha cambiado el contrato, para que, cuando muera la madre, puedan echar al hijo. Y eso que la casa la donó a la parroquia un familiar de la anciana. Cuando se enteró de lo que le hicieron en su contrato, la pobre mujer sólo lloraba y decía: "No tienen perdón de Dios". O el caso de un sacerdote con problemas psicológicos al que el obispado ha recluido en la residencia de ancianos de Tarifa, con una asignación de 90 euros/mes.

En los últimos cuatro años, la diócesis ha perdido a 19 sacerdotes. Unos se secularizaron y otros se marcharon a otras diócesis. La "chulería y maltrato" de monseñor Zornoza -siempre según los sacerdotes denunciantes- se extiende incluso a sus predecesores. "Los nombres de monseñor Añoveros, monseñor Dorado y monseñor Ceballos desaparecieron. Ni les menciona, aunque su herencia sigue muy viva entre el clero y entre la gente". Según Zornoza, «en Cádiz ha comenzado una nueva era». Con el objetivo de borrar la herencia de sus antecesores e imponer su modelo eclesiástico ultraconservador. Dicen que "siempre habla de Juan Pablo II y nunca cita a Francisco, al que no puede ni ver".

Para implementar su modelo, además de dividir a los curas, se sirvió de dos palancas: la supeditación de los organismos diocesanos y la gestión empresarial de la diócesis. "Su único afán es el dinero. Nuestra diócesis sale constantemente en los periódicos y en las redes sociales por su afán recaudatorio y por el intento de venta de inmuebles valorados en millones", dice una de las cartas a Roma.

Según las cartas, Zornoza y Diufaín estarían realizando una política de despatrimonialización de las parroquias por varias vías. Primero, por medio del control directo de las cuentas bancarias de todas. De hecho, el ecónomo, haciendo una lectura partidista del Código de Derecho Canónico, envió una carta a los bancos, en la que exige los movimientos bancarios y demás productos de las cuentas parroquiales, que tienen una personalidad jurídica distinta a la del obispado.

Segundo, cambiando la titularidad de inmuebles y fincas donadas con fines caritativos para los pobres de los diversos pueblos y que, ahora, están pasando al obispado. ¿Qué harán los fieles de Vejer y Medina Sidonia cuando se enteren? Y, en tercer lugar, están intentando quedarse con el dinero de los cementerios que gestionan las parroquias. Además, "asfixió a diversas congregaciones femeninas de Cádiz, Vejer, La Línea y San Fernando, hasta obligarlas a ceder sus conventos y colegios a la Fundación Educatio Servanda, con la consiguiente purga del profesorado, para ir colocando a los suyos".

De hecho, el prelado se llevó a Cádiz desde Getafe a sus amigos de esta fundación ultracatólica, conocida por imponer en sus colegios la segregación por género, y le inyectó «dinero proveniente de la Fundación Carolina Montes, cuyo cometido es la caridad». El equipo económico del obispo "tiene poderes para todo" y hasta «utiliza técnicas agresivas» para sus fines. Por ejemplo, todas las parroquias tienen que entregar a la diócesis "más del 30% de lo que ingresan, teniendo que hacer frente a todos los gastos, sin poder deducir ninguno. Y ese porcentaje lo reclaman sin piedad y sin esperar»".

En el obispado "los trabajadores están sometidos al silencio más absoluto bajo pena de expediente disciplinario", según los curas, que llegan a hablar de mobbing laboral a "trabajadores de la etapa anterior a la llegada de Zornoza a Cádiz". Más aún, "el trato desde la Administración diocesana hacia los sacerdotes y los seglares que con ellos trabajan es inhumano, tachándolos de ladrones, incompetentes...". Incluso han llegado a acusar a muchos de los curas de blanqueo de dinero. Y lo que es peor "toda esta normativa no se hace pública, para ocultar todo el andamiaje económico". Porque, según las misivas del clero gaditano, "el equipo económico se mueve en el límite de la moral y de la ley".

 "No se mueve nada ni se hace nada sin que él lo decida", dicen las cartas a Roma sobre monseñor Zornoza. Y, cuando le conviene, guarda silencio. Este periódico se puso en contacto tres veces con la oficina de prensa del obispado sin obtener respuesta alguna.

Hay quejíos religiosos en la Bahía de Cádiz. Hasta los seglares comienzan a movilizarse y envían también cartas al nuncio y al presidente del episcopado. Y los curas siguen pidiendo auxilio al Papa como si gritaran desde las catacumbas: "Santo Padre, así no podremos seguir por mucho tiempo".

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Tenemos un dicho que dice: ¡Vives como un cura! ¡Ya podéis imaginar como vive un obispo!.
Hay sacramentos que solo los pueden suministrar un sacerdote, como son la confesión y la eucaristía, y este obispo con una sola firma y saltándose los Concilios, declara que el falso cura de Jimena estos sacramentos que suministro, estaban bien dados. Digo: Si un obispo tiene la potestad con su firma saltarse los concilios eclesiásticos ¿Porque no firma que las mujeres puedan suministrar esos mismo sacramentos que el falso cura de Jimena realizó?.
Está claro que el clero pueden prevaricar, tener abusos con menores, dar sacramentos falsos, pero nunca permitirán que las mujeres asciendan de categoría y siempre serán sirvientas de ellos, en las categorías de monjas.
Cada día hay menos ilusos/as que se creen en las patrañas de estos señoritos de Dios y mientras que ellos viven como dioses, los seres humanos se mueren de hambre. Esto es la iglesia.

Anónimo dijo...

“la religión es el opio del pueblo” ya lo decía Karl Marx.
La iglesia adormece las voluntades y luchas por una vida más justa, a cambio de tener un trocito del reino del Dios en la otra vida. Ja, ja, ja...

Anónimo dijo...

A cuenta de prometer el reino de los cielos, algunos vivillos lo que están haciendo, en su propio reino particular en la tierra. Compre un pedazo de cielo, pagando la cuota mensual!.

Unknown dijo...

https://www.youtube.com/watch?v=idtA6iHDEkA

Luis dijo...

El papa francisco debe cesar inmediatamente a Zornoza para evitar el desmantelamiento irreversible de la diocesis gaditana.

Anónimo dijo...

Ha convertido la diócesis en un negocio y como buen negociante sabe que para la buena marcha del mismo es muy importante la rotación de existencias y de ahí el baile de curas que tiene en la zona