jueves, 19 de octubre de 2017

"Full equipe", por Salvador Delgado Moya

Acabo de llegar de mi concesionario y ya tengo mi vehículo nuevo.
    Es tal la ilusión que tengo que no puedo contener la emoción por descubriros y daros a conocer todo lo nuevo que voy a disfrutar.

    Nada más subirte te das cuenta que el panel de control es lo más escueto  y simple que puedes encontrar en el mercado, pero todo tiene su explicación, todo está digitalizado, es decir, que con las manos controlas todo lo
controlable…

    Montado sobre un chasis robusto de materiales a elegir, descansa sobre cuatro ruedas,  dos motrices traseras que empujan con vigorosidad toda esta belleza…

    Neumáticos de perfil bajo; llantas de aluminio; cuero, a elegir;  en su interior, climatización permanente; refrigeración por agua, -si es mineral, mucho mejor-;  techo panorámico; sonido en estéreo  real; control absoluto  para las emisiones de CO2; velocidad limitada según  las condiciones físicas y psíquicas del conductor;  maletero amplio;  consumo minimalista;  tanto interior como exterior envolvente y acogedor; financiado para ser fácilmente asequible a cualquier cliente; bluetooth, wi-fi, carga de móvil con batería externa e independiente… 

    Esta belleza andante, te sorprenderá por sus dimensiones y equipamiento básico. Todo el que lo ve, contempla como se pueden aunar la maestría, la perfección, la necesidad, la simpleza, la austeridad y la resignación… 

    Dentro de su amplio abanico de colores también te beneficias del compromiso de mantenimiento que es casi nulo, otra ventaja…

    Pues sí, queridos amig@s, quizás me adelantéis y no os deis cuenta que soy yo el que conduce, pues que sepáis que desde que tengo este vehículo nuevo, veo la vida desde otro prisma, desde una altura que antes no percibía, divisando solidaridad, complicidad, y también porque no, hipocresía…

    En mi nuevo  bólido, me siento el dueño de mi mundo, ignorando debates cargados de proposiciones con intencionalidad terapéutica, coordinando situaciones adversas con miedo y desconocimiento, divagando entre el conformismo y la rabia contenida, extasiando con preguntas sin respuestas a esa maldita suerte.

    Así que cuando nos veas, a mí o a cualquier otro conductor que imperativamente nos han hecho  pilotos vitalicios de estas circunstancias, no sientas pena, somos igual que tú, pero con la salvedad que sentados vemos a la vida desde otra altura, y  tu ayuda, tu cooperación, tus ganas y tu amor,  son imprescindibles para “levantarnos” con predestinación, confianza y ánimo para desplazarnos con esa ilusión que un día nos dejamos en algún lugar olvidada y perdida. 

    Me dijeron que el combustible que usaba era una mezcla de atrevimiento, predeterminación y  optimismo, todo mezclado y debidamente proporcionado, para que el resultante optime los recursos esenciales del ser humano y provoque poder vivir lo más dignamente posible. Os pido, que en la medida de lo posible, “allanéis” nuestro circuito, impidiendo que se sigan creando resaltes que hieren el alma y paralizan nuestros objetivos.

    Ah! Se me olvidaba! Jamás y bajo ninguna circunstancia, mezclar con lágrimas de abatimiento, desánimo y debilidad. Puede “gripar  el motor”  y otros que intrínsecamente  estén conectados.

    Bueno, os dejo, espero que os haya gustado mi nuevo “buga”,  pero dejarme antes que os diga la marca de este cóctel de sofisticación…

    Silla de ruedas, mi silla de ruedas…
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Imagen de Guy Bourgeois

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