sábado, 23 de julio de 2016

Las claves del bienestar humano: "El bienestar", por José Antonio Hernández Guerrero

De manera rápida e improvisada -como tú me pides- responderé a tu directa y urgente pregunta: ¿Existe el bienestar? Te contesto: sí. 
 
Te aseguro que, en esta ocasión, no he pedido ayudas a teorías acreditadas ni a doctrinas probadas. Mi respuesta -inmediata, ingenua e irreflexiva- sólo se apoya en la experiencia personal: en la mía, en la tuya, en la nuestra. Traigo a la memoria algunos de esos momentos intensos en los que, extasiados, la hemos disfrutado y, también, recuerdo ese estado de ánimo permanente, ese bienestar razonable, inseguro y tenue, que hemos alcanzado -eso sí- desarrollando unos esfuerzos ímprobos. Tú has podido comprobar cómo, apoyándonos mutuamente, es posible mantener los equilibrios inestables de la convivencia, prolongar los días huidizos y ahondar los fugaces minutos de nuestra corta existencia.


Tú -igual que yo- has gozado de esas chispas instantáneas, conmovedoras y fascinantes, que nos habían producido una simple mirada penetrante, un gesto complaciente, una suave caricia, una sosegada meditación, un encuentro afortunado, una compañía grata, un intenso silencio, la armoniosa cadencia de una melodía musical o, simplemente, la luz matizada de cualquier atardecer; tú -igual que yo- te has deleitado con esas partículas minúsculas, densas y sabrosas, que eran capaces de sazonar todas las fibras de nuestra existencia humana; tú -igual que yo- has saboreado los aromas sutiles, excitantes y sugestivos que han transformado nuestra visión de la vida. 

Pero, también, tú tienes constancia probada de la posibilidad -de la urgente necesidad- de alcanzar el nivel aceptable de un bienestar durable. Para lograrlo, tú -igual que yo, limitación e historia- tienes que aceptar los estrechos límites de tus espacios, superar las arduas dificultades de tus tiempos, dominar a los feroces enemigos de tu identidad y pagar los altos costes del desánimo, de la indolencia o de la apatía: no tenemos más remedio que trabajar, luchar y sufrir. 

El bienestar es una meta suprema y un objetivo irrenunciable que, tenaz y paradójicamente, hemos de perseguir y alcanzar mientras que, ansiosos, recorremos los caminos zigzagueantes de un mundo dislocado y mientras que, fatigados, subimos las empinadas sendas de un universo desarticulado. Ya sé que tú -igual que yo- abrigas la profunda convicción de que algunos tesoros humanos, los más valiosos, no pueden ser devaluados por el desgaste de la rutina, por el deterioro de las enfermedades ni, siquiera, por la decadencia de la senectud.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El bienestar que es
casi sinónimo
de lo que es la felicidad
que, aunque no caminen juntos
sí lo hacen en paralelo
y a casi igual velocidad.
El bienestar que suele ser,
como la felicidad, un estado
si no utópico al menos
el alcanzarlo al completo,
muy difícil, casi imposible,
el bienestar es un deseo
que todo humano, lo tiene.
El que pasa mucha hambre
su bienestar lo concibe
con comer algo de inmediato.
El que parado se encuentra,
piensa y es comprensible
que su bienestar sería
un trabajo, el que sea
que del paro a él lo saque.
El que con dolores vive,
piensa que el bienestar
es la ausencia de ese dolor
que no puede soportar.
Para el que vive en soledad
y que no sea voluntaria,
el bienestar consistiría
el vivir en compañía
aunque muy poco se hablaran.
En logrando lo que se anhela
y que en verdad se necesita,
el umbral, o el techo del bienestar
se le sube algo más arriba
y siempre existe el deseo,
deseo, anhelo o necesidad,
de volverlo a alcanzar.
Y cómo todo en la vida
también tiene sus excepciones,
hay quienes lo alcanzaron
y en él viven constantemente,
son: Algunos hombres y mujeres
que en occidente viven
en comunidades contemplativas
que a base de meditación y fe
viven en completo bienestar
que no anhelan otras cosas
y con las pocas que poseen
a ellos, les basta y les sobra.
También en otras culturas
y sobre todo en las orientales
hay seres que lo consiguen
unos son y otros no, monjes.
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23.07.16
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Antonio. -El niño del Corcado-