martes, 12 de mayo de 2020

¡ Hasta siempre doña Lola !. In Memoriam de Ángeles Sánchez Segovia, por Francisco Quirós "Pacurro"

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¡ HASTA SIEMPRE DOÑA LOLA !
IN MEMORIAM DE ÁNGELES SÁNCHEZ SEGOVIA.


Hace pocos minutos he asistido al entierro de Ángeles Sánchez Segovia, fallecida en el día de ayer como anunciamos oportunamente, contaba 86 años, viuda de un hombre que dejo huella en Tesorillo, respetado por todos debido a su personalidad, me estoy refiriendo a Juan Riscos Quintero, quien durante más de medio siglo regentó el emblemático Bar Central.

Se preguntarán el por qué de doña Lola, les explico. Hace pocas fechas recordaba mi escrito de Feria de 2005, dedicado al Bar Central, local que había cerrado al público  recientemente BAR CENTRAL. LEER AQUÍ.
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Como explicaba en el relato, ese local fue para mi generación y otras que me precedieron algo apuraría que mucho más que  un bar de copas, en cierto modo era una extensión de nuestra casa. Por las noches y a puerta cerrada, cuando Juan Riscos pacientemente, meticulosamente, organizaba las quinielas ( también fue despacho de esas apuestas deportivas), un grupo de jóvenes, con los bolsillos tiesos, con muchas ganas de pitorreo, una noche y otra también generábamos alboroto, todo dentro de un clima de camaradería y amistad, pero mucho ruido y pocas nueces.

La buena de Ángeles de forma maternal, con el claro convencimiento que no le haríamos  caso alguno, nos mandaba a dormir. Francisco López Cabrera " El Muni", con el ingenio que le caracteriza, espetó " Como está esta noche doña Lola", el término de doña Lola, hacia referencia a una señora de Tesorillo que durante un tiempo hace mucho,  un hijo regentó un bar, a final con los años la señora se volvió  impertinente, quisquillosa, molestándole todo o casi todo, en clara analogía y por supuesto en tono de broma,  cuando nos invitaba a marcharnos a dormir, le aplicábamos el apelativo de doña Lola, la buena de Ángeles no le quedaba otra que reírse, cosa que solía hacer con frecuencia y ostensiblemente, aunque  en ocasiones la procesión fuese por dentro.
Ángeles y Juan, en un baile en el Bar Central, años 50.
Esa anécdota puede definir cómo fue la buena de Ángeles, amable, sobre todo paciente (puedo afirmarlo por experiencia) , generosa, y  sobre todo buena muy buena persona. Todavía mas no tuvimos bastante con el bar y mira que era grande, que invadíamos su hogar, algunos muy mal educados por cierto, hasta colillas le arrojaban al suelo mientras veían el fútbol, Ángeles imitando al santo Job  se conformaba , solo a lo más allegados nos transmitía su malestar, pero de una forma resignada y amable.

En los últimos años, comenzaron a fallarles la piernas, aunque se mantuvo  lúcida hasta el final, en mis visitas, no todas las que debieron ser, le encantaba recordar las mil y una anécdotas graciosas, las bromas al Chatarra, un personaje trotamundos que recaló en Tesorillo, eso si bromas sin maldad y etc, etc, etc. No se cansó de repetirme  que el grupo que acudíamos esas noches, para ella fuimos  como familia, literalmente me comentaba, " Os quiero como a familia".

Con tristeza vivió el cierre del Bar Central y con mucha tristeza la muerte de su esposo Juan. La vida de Ángeles no fue un camino de rosas, ni mucho menos, puede que no padeciese apuros económicos, tampoco grandes dispendios. Una vida de mucho sacrificio, porque ser la esposa de la persona que explotaba el Bar Central, epicentro de celebraciones, Ferias, Navidades, banquetes de bodas, y el día a día de un local inmenso, con mucha actividad, todo eso conllevaba una dedicación exclusiva, renunciar a diversiones, salidas, vacaciones, Ángeles lo llevó con entereza y resignación, con una sonrisa y grandes carcajadas con nuestras gamberradas y ocurrencias.

Lo elegante, puede que lo correcto, sería decir, no te olvidaré, no te olvidaremos, pero todos sabemos que eso no es así, si no fuese así la vida podía ser insoportable. Ahora bien, al menos yo, tendré más fácil recordarte, cada vez que pise nuestra plaza y divise el edificio casi majestuoso del Bar Central, estoy completamente seguro que te recordaré, como a un familiar querido, no de sangre pero si de adopción, como me recordaste muchas veces. Muchas gracias por ser como fuiste.

Hasta siempre doña Lola, ya te habrás reunido con tu amiga del alma Juana Sarrias, seguro que la risa no faltará, allá donde os encontréis.

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