jueves, 22 de noviembre de 2018

"El disfraz del odio", por Salvador Delgado Moya

>>> Salvador Delgado Moya en buceite.com  
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EL DISFRAZ DEL ODIO

¡No te atrevas a darme lecciones de nada!
 
 Porque las lecciones ya las aprendí, a base de esfuerzo. ¿Y dices que estas enamorado de ella? No olvides que antes que tuya, fue mía.

  
 ¡Que sabrás tú! Ahora utilizas el exponente de la juventud, esa es tu arma sobre mí. Martirizando cada momento, desesperado en muchas noches de soledad, jugando y viendo mis cartas y adelantándote a mis movimientos.
   
No olvides que jamás será una posesión tuya más, no será otra, no será otro número que engrosará tu cuenta infinita de conquistas. No alardees de tu heroicidad, porque tú no eres nada sin ella a tu lado.
    
También yo sonreía, y también fui feliz, porque el simple tacto de su piel, envenenaba mis intenciones; el brillo de sus ojos humedecían los míos; sus susurros en mitad de la noche desequilibraban mis acordes con la realidad; noches emborrachados dejándose llevar por impulsos de integridad y necesidad; locura adormecida por un “te amo”...
  
 Debo reconocer que utilizas una sonrisa complaciente y ardua en intenciones, pero es carente de experiencia, de reciprocidad, de complemento.
  
 Ahora ella encuentra en ti, algo novedoso, intrigante, desconocido. Ahora se aferra a ti, guillotinando mi estabilidad, haciendo temblar unos cimientos que se fortalecieron con muchas capas de amor, mezclando felicidad, respeto, ganas y futuro. Mi vida estaba exenta de dudas y de miedos.
   
Porque con ella, junto a ella, no necesitaba aire para respirar; saltaba a la luna cada noche; los días se detenían; descubría océanos pletóricos de olas danzando por su existencia; era el viento que volvía loco mi cabello, mi piel; epidermis congratulándose por esa sensación tan placentera y necesaria; risas y lágrimas arropadas por ese ser que cautiva corazones y  desequilibra endorfinas.
   
Así que no me vengas con intenciones revolucionarias, que sé cual es tu carta de presentación. Tus argumentos quedaran depreciados, porque para comprender ese bendito estado, hay que estar un poco loco, anestesiado y firme ante sus consecuencias.

     Que sabrás tú que es el viento en mis alas, el suelo en mis pasos, la luz en mi oscuridad, la música en el silencio, el abrazo inesperado, la máquina perfecta para dosificar emociones; el sosiego de la intranquilidad; la creación de la belleza hecha mujer; dar valor a la palabra “prometer”; temer a la muerte si ella no estuviese junto a mi...

    Que sabrás tú que es parar el tiempo, sentir su olor y su calor, alimentar día a día nuevos propósitos, sorprender la rutina. Hacer de dos, uno sólo...

    ¡Que sabrás tú que es el dolor! ¡Que sabrás tú que es luchar con la resignación! ¡Que sabrás tú que es tener lo mejor del firmamento! Con ella, era una constante adoctrinar una estampida de sentimientos desbocados, jugando, muchas veces, con la locura.

    Y ahora vienes tú, con tu chulería veinteañera, ¿a darme lecciones de amor?. A ver si comprendes de una maldita vez, que ella soy yo, y yo soy ella...

    .- Vale, vale, déjame decirte algo. Tus celos te han cegado.
   
.- En primer lugar, no me veas como un enemigo, no soy tu contrincante, soy tu hijo. Una creación de dos, de la cual, tú nunca debiste ser accionista. Jamás asimilarás que ella era feliz, muy feliz, con otra persona, la cual la arropó con  respeto, ubicándola en el lugar perfecto para ser feliz, reprimiendo sus miedos y enalteciendo sus bondades, cosa que tú jamás hiciste y sin embargo se te llena la boca de tu enamoramiento envenenado de posesión.

    .- En segundo lugar, me has dejado patente, que estas enamorado, muy enamorado,o eso crees tú,  pero no asimilas que ella se separara de ti, entonces te hago la siguiente pregunta; ¿si tanto la querías, porqué  la mataste? ¿porqué    lo hiciste? ¿la miraste a los ojos? No, no me contestes. Pasaste la línea de la coherencia, perdiendo el norte, fortaleciendo tu posesión, evidenciando, precisamente eso,  ese amor del que presumes. Tus actos deberían haber prevalecido  sobre tus palabras necias, carentes de emotividad,  trolas sin escrúpulos de un ser rastrero y peligroso.

    .- Ahora estoy hablando contigo entre estas rejas que te has ganado por méritos propios, porque ahora que estás en la cárcel, no te deseo la muerte, .- sería lo más lógico y lo más fácil.- sólo deseo que cada día, cada minuto y cada segundo la recuerdes a ella, tal y como era, y que sufras lo indecible por no poder tocarla, no poder hablarle y no poderla hacer feliz como tú, al parecer,  creías...

    .- El verdadero amor  pasa de antemano por la felicidad del otro, asumiendo la aceptación de formar parte en sus vidas, eso sí, aportando más de lo que se recibe. A partir de ahí, los latidos de ambos,  emanarán  felicidad y  respeto, para la consecución de diversificar emociones, sensaciones, experiencias y vida, mucha vida.

    .- Solo pido que en tu soledad, te des cuenta del mal que has hecho. Que algún día tu supuesto arrepentimiento comulgue con la realidad y que enloquezcas vomitando esa ira asesina. Que se te indigeste los recuerdos, que tu alma sea un abismo sin vuelta atrás, y si por casualidad te queda, aunque lo dudo, un mínimo atisbo de hombría, de humanidad, sería gratificante, sobre todo para ti, que tu mismo te condenases y te maldijeras por realizar esos actos que produjeron tanto dolor, pero lo dudo, porque es imposible que el diablo tenga un ápice de sentimiento en el alma.

    .- Te has transformado en una factoría de odio  sin escrúpulos y de de dolor sin arrepentimiento.  Y tú estas enfermo de odio, de intolerancia, de locura... por cierto, te hago una pregunta y ya me voy para no verte jamás, pero no me la respondas, piénsalo y razónalo ¿ porqué no te quitaste tú la vida, en vez de arrebatársela a ella? ¿ te faltaron fuerzas? ¿fuiste un cobarde?... que seas inmensamente infeliz, que su preciosa sonrisa te atormente lo que te quede de vida y que en el infierno te esperen, lo antes posible, con los brazos abiertos...

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