miércoles, 17 de junio de 2020

"La feria sin feria", por Cristóbal Moreno "El Pipeta"

LA FERIA SIN FERIA 
 
No me hago este año a mi pueblo sin su feria de San Pedro y San Pablo. Me la estaba imaginando enmascarada de floreadas mascarillas que se miran a distancia; sin sus grupos o con ellos; con sus barras de bares espaciadas por pantallas al hueco de metro y medio -como mínimo-; bares atestados de mesas asustadas y de amigos separados hablando a voces entre las otras voces… ¡No!, no puedo imaginarla sin sus cariñosos y exagerados abrazos, besos y apretones de manos, después de tanto tiempo sin verse familias y amigos. En este junio se está notando la ausencia de los anhelados vecinos que emigraron para buscarse la vida, y que ahora no se atreven a salir de sus casas para vacacionar en su pueblo. Otros dudan en volver porque triste estarán ellos y el patrono San Pedro sin su feria de San Pablo.

¡Vale!, no sería igual una feria de medrosos amigos, auque no faltarían esos valientes que se comportarían de forma negligente e inconsciente, al no poderse resistir al éxtasis de los saludos.

¿Y ahora que hacer con el eufórico placer tanto tiempo obligadamente contenido?: pues nada, quedarnos con las ganas de ver a esas guapísimas mujeres vestidas con trajes de gitana y llevando con gracia andaluza las nuevas mascarillas faralaes.

    ¡No!, no sería igual la feria en esa epopeya menos virulenta reconvirtiendo a las costumbres. ¿Se mezclarían las negligencias y las imprudencias entre el miedo y la prudencia?
    - ¡Seguro!
    ¿Volveríamos a la supuesta normalidad del pasado o comenzaríamos una necesaria anormalidad del presente y del inimaginable futuro?
    -¡Eso habría que verlo!
     ¿Cambiaría para bien o para mal?
    -¡A medias!
     ¿Se podría el Covid-19 comparar con otras pandemias pasadas?
    -¡Todas tienen algo en común!
    ¿Sería la vacunación la mejor de las medidas con respecto a otros pasos ya recorridos, o es este virus tan especial que se lo pasará todo por ahí…?
    -¡Aún es pronto para saberlo!
    ¿Será el virus un ahorrador de pensiones?
    -¡Parece ser que sí!
    ¿Un constructor de ricos?
    -¡También!
    ¿Un guerrero matarife fabricado con fines bélicos?
    -¡No sería extraño. Con el humano todo es posible!
Demasiadas preguntas y pocas respuestas ciertas, por el momento…

    ¿¡Y ahora qué!? ¡Vaya mes de junio más soso sin feria, no? Al año ha sido necesario divorciarlo de las fiestas, pues no te puedes fiar; fíjate, China otra vez liada con el repunte de nuevos casos. ¡En fin, un año raro, amargo…! ¡Lástima de aquellos que están fuera y su ilusión era venir por estas ferias!  A todos y todas les echaremos de menos por algo; cada persona es única, diferente, tendremos rasgos y forma de ser parecidos, pero jamás una persona es igual a otra al cien por cien.
    ¿Existirá la eternidad?
-¡Pero si no es eterna ni una feria! Ahora bien, una cosa no ha cambiado y parece eterna…: “¡Los malditos mosquitos de junio, metiéndose por la nariz, los ojos y los oídos!
    ¿Desde cuándo se celebra la feria en San Pablo?
     -No se sabe exactamente, pues, al respecto, la primera fecha que figura en los registros del Ayuntamiento de Jimena de la Frontera es del año 1.924, cuando éste aporta 100 pesetas para la celebración de la feria de San Pablo de Buceite. Sin embargo, hace bastante tiempo,  volaba por ahí de boca en boca, un poema olvidado titulado “FERIA Y SANGRE EN LA CALLE JIMENA  1.888”, que acostumbraba a recitar mi abuela María González Navarro y sus hermanas Antonia, Juana y Manuela, a quienes se lo enseñó su abuelo paterno, aquél otro “Pipeta” que regentó “El Ventorrillo” convertido en venta de la Garganta Diego Díaz, por debajo de la Era de los Llantos. Dicho poema parece ser del  año 1.888 (lo ignoro, pero concuerda por entonces con el primer nombre de la calle principal Jimena y que  después pasó a llamarse Real).
 
    El 9 de noviembre de 1.872 hay una solicitud para construir en las márgenes del río Guadiaro una venta, para vender especias al por menor.  Es ahí, en esa solicitud,  donde se especifica: -“donde el Sr. Marqués de Larios está construyendo edificios para una nueva población”-. Otra solicitud, ya en marzo de 1.873, lo es para un ventorrillo a orilla de la garganta de Diego Díaz, es decir, por debajo de la antigua “Era de los llantos”. Así que el supuesto hecho relatado en el poema debió ocurrir 17 o 18 años después de la construcción del pueblo, o posterior, cuando pasó a llamarse San Pablo de Buceite, en vez de Santa Leocadia. Durante un tiempo hice gestiones con amigos en el Ayuntamiento e inclusive en los archivos de la Guardia Civil, para verificar el hecho, y nada saqué en claro sobre el homicidio en cuestión. Deduje que posiblemente el poema fuera ajustado y achacado intencionadamente a la feria de San Pablo agregando la fecha e incluso la primera estrofa (que me suena rara) y el hecho podía haber ocurrido en otra población o lugar.

    Sea como fuere,  lo que si ocurrían en esos tiempos y anteriores, eran esos movimientos caravaneros de circos y ferias ambulantes por todas las regiones del país (Los de mi generación somos ya tan sexagenarios que hemos llegado a conocerlos por y en las calles del pueblo que fueron decayendo paulatinamente durante la década de los 1.970/80). Estos entretenimientos para la población;  esa forma nómada y festiva; tal forma de ganarse la vida de pueblo en pueblo; era costumbre asidua, habitual por aquellos entonces, raro era el mes que no se daba uno o más de esos diversos acontecimientos populares. Procede, esa forma de ganarse la vida, de muy antiguo y aún suele acontecer. Aunque hoy solo se ven esos grandes circos de altas carpas, buscándose las habichuelas por los llanos y las afueras de las ciudades y de los pueblos.

    Las primeras ferias solieron ser exposiciones de animales para la venta y se regeneraron para atraer al mayor número de personas, con todo tipo de atracciones. Después surgieron las demás; en cultural, comercial, industrial y de desarrollo, quedaron convertidas las ferias en muchos sitios. Sin embargo, en la antigüedad y hasta el presente,  siempre se procuró que el objetivo primordial fuera el de la diversión y entretenimiento: divertir vendiendo, e incluso enseñar habilidades de una forma divertida y variada, previo pago; un trabajo, y un medio de vida encaminado a que la gente disfrute tras las penalidades de sus trabajos diarios: un descanso, un relax de las obligaciones. Sus métodos:  el entretenimiento, incluso la participación en juegos de azar y de destreza, acercar alimentos, manjares y golosinas, objetos, juguetes, etc., de difícil obtención para el residente, nativos y hasta para los participantes forasteros y negociantes, ya sean estos menores o mayores de edad, dependiendo del evento, consignas, características, costumbres locales y leyes que rigen el lugar. La misión de los organizadores era lucrarse llevándolas de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, e incluso hasta las mismas aldeas, bien como disfrute o como necesidad. La televisión ha acaparado muchísimo de estas antiquísimas formas y se han perfeccionado hasta límites insospechados.

    Actualmente, ferias, eventos y entretenimientos, habría que denominarlos a todos bajo el concepto de COMERCIALES.  Sin embargo, aquí nos estamos refiriendo expresamente a lo que podíamos llamar "arte personal y medios para divertir y entretener" que es mucho más que el propio negocio, y casi tan antiguo como el hombre, aunque se busque con ello un lucro necesario para la supervivencia. Es ahí donde entran las tan deseadas fiestas locales. Estas nacieron en las mismas tribus y otras en las relaciones con las demás tribus. Las habrías desde el nomadismo y se afianzarían y perpetuarían en el sedentarismo.

    En definitiva,  que nuestra feria, con otros motivos y otros nombres, se originarían lo más posible con el mismo nacimiento del pueblo, en su conmemoración o en su primera década, allá en los tiempos de su primer nombre Santa Leocadia,  puesto por sus mismos creadores y fundadores: LOS LARIOS. Es decir, que se aproxima ya al siglo y medio. Y, como estadística, ajustándose a esos dos datos más fidedignos: el poema como fecha dudosa de 1888, y el escrito de 1.924/25 como la fecha menos discutida y de confianza.
    ¡Ah!, una cosa, pero todo eso sin meter "los antiquísimos botellones" que se marcarían los Tartessos con la luz de la luna y las fogatas, a la orilla de La Garganta en la "Era de los llantos".

    ¿Cuántas veces se habrá anulado y no se ha celebrado nuestra feria? ¿Tenemos recuerdos de otras interrupciones feriales en nuestro pueblo de San Pablo de Buceite? Quizás solo la Guerra Civil la mató durante tres años, o no? ¿Hubo feria durante la confrontación bélica? Difícil, pero quién sabe, ¡el hombre es imprevisible hasta en las guerras, que es donde lo es más! Algo habrá por ahí "extrapapelao" por los archivos del Ayuntamiento, empolvada y enmohecida hoja, seca de seca tinta, que hablaría para decirlo, y para recordarnos penas y alegrías.

    El alcalde de turno le diría al Secretario del Ayuntamiento: ¡¡Este año…, en los pueblos, “de feria na de na, que no está el horno pa bollos”!!, y así durante los tres años de la confrontación.  Malos tiempos, malos recuerdos, esperemos que no vuelvan. También eso fue “una mala pandemia de virus humanos exentos de efectiva vacuna”. Aquello pasó, no queda otro remedio que enterrar el pasado por mucho que duela, aunque no se ha de olvidar para no repetirlo. Los muertos no tienen solución, pero para sus familiares si lo es el “reenterramiento digno”.

    Ahora, con el Covid-19,  estamos en otro tipo de guerra, no sabemos si natural o biológicamente retocada. Y en ella con miedo y sin culpa luchamos sin  armas. Muchos muertos van, y no sabemos cuantos más en el camino quedaremos. Hemos aprendido a conocer al silencio sin tiros ni bombas, por entre los presagios y el peligro. Las calles callaron acostadas y medrosas durante meses. Pero las ganas de vivir siguen ahí, con su belleza y su disfrute también. Dió pena no sentir el repetidísimo ronronear de vehículos,
el cantos de gallos entre los ladridos alegres de los perros y el sonido del campo y del ambiente, y más aún, el reír de los niños.

    Parece, engañoso el que hemos despertado de nuevo con los cuatro gritos en la calle, los rebuznos al sol, los ruidosos motosierras talando y matando vieja y corroída vida para renovar a la vida nueva y fértil. Ha cambiado el canto de los tractores con otras faenas más alegre pero igual  de necesarias. Resurge una alegría que puede ser pasajera, pero también con la ilusión de eternas carcajadas.  Siempre hay y siempre habrá “peros reconvertibles” con soluciones populares. Aunque de remate vuelven las indeseadas, las impopulares y cada vez más grotescas y violentas disputas políticas, sin haber cambiado nada de lo que un "bicho" está intentando cambiar.
 
    Para olvidar tanta basura, echamos de menos muchas cosas gratificantes, entre ellas LA FERIA, el acercamiento, la amistad, pero también a un beso, a un abrazo a un achuchón, a la viva voz de un fandango y a las coplas en los tablaos; a unas sevillanas bailándose en la caseta, y la espontaneidad de una rumba;  ¡y como no!, la refriega de un baile “agarrao”, acompañado de una buena orquesta.

    Echamos en falta a una garganta con eco, que grite: ¡Basta ya! ¡Otra vez no! ¡Recapitulemos! Volvamos a empezar de nuevo, pero esta vez  por la "I" de “Ilusión”, con otro abecedario más floreado de bellas y sonantes palabras carente de mentiras, insultos, calumnias y abruptas groserías políticas. Volvamos a empezar de nuevo aunque sea entre mascarillas. Abramos una era plural y diferente, a rebozar de respeto, diálogo y cooperación. Nos sobran las distancias y nos falta sentir en nuestro pecho el rítmico y alegre latido de los corazones dulces; de los corazones que aman y quieren; de los corazones que anhelan felicidad. Nos sobran las preocupaciones y nos falta la sinceridad de la alegría y el respeto. Nos falta y no nos sobra el tiempo. Creíamos que ganábamos tiempo y nos damos cuenta de que la honradez y el honor han perdido al tiempo durante el tiempo.

¿Qué le pasa al tiempo?
-¡Que es una creación del hombre y lo gasta porque nada y mucho le cuesta!
El tiempo es barato y caro, pobre y rico, alegre y triste, bueno y malo, trabajoso y ocioso, ¡vicioso, que es el tiempo!
¿Habrá sitio, donde no haya tiempo?
-¡Grande es, son, los universos, llenos de tiempo en el tiempo sin tiempo! No existe la nada.
-Sin embargo, aprovechemos para bien el tiempo, pues el tiempo es nada.
-Nada es el bien porque existe el mal.  ¿Existiría el tiempo si no existiera el  humano!
-Quizás...,  no sé, es posible que allí..., no exista el mañana, tampoco tú ni yo ni el tiempo exterminado por el infinito de la eternidad...
-El tiempo es…: mi mente que no para...!, ¿y el tuyo?
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>>> Enlace para el poema: "Feria y sangre en la calle Jimena"

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante. Es verdad, sin nuestra feria estamos como atontados. Algunos van a dormir tranquilos este año dentro de la intranquilidad.

Anónimo dijo...

Una larga pero bonita exposición tocando muchos y variados temas. No me cansé de leer cosas ya olvidadas, que me han llenado de recuerdos como los circos, teatros, giras de artistas, de los mejores llegaron a pasar por aquí, de eso mucho recordarán los más viejos. Se alegraba y variaba los locales del Aceitero y después los cines tanti de verani como de invierno y los propios que se hacían en algunas de las calles. Muchos nos divertiamos los mayores y niños con estos espectáculos.