miércoles, 27 de marzo de 2019

"Jóvenes amantes", por Cristóbal Moreno "El Pipeta"

Ilustración de María Romero Pérez.
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Cristóbal Moreno Romero "El Pipeta" ha publicado este relato en la sección de narrativa del núm. 35 de la revista del Club de Letras de la Universidad de Cádiz SPECULUM, que se publica en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, y dirige José Antonio Hernández Guerrero.
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“Jóvenes amantes”

Era un niño todavía cuando conoció a la muerte viva: preciosa, delicada, inocente, vivaracha; amante de los caballos. La utopía de lo imposible, que en este mundo no cabía. Él, diecisiete años contaba, ella..., diez delicadas primaveras como diez pétalos de jazmín. Aprendiz y maestro de la doma a la vaquera, a esa pequeña y bella amazona enseñaba. Se conocieron en el picadero, un catorce de Febrero, día de San Valentín. Eran Venus y Cupido cabalgando enamorados entre la vida y la muerte.  Mortificador nombre para dioses envidiosos, que, celosos, impidieron  vivir al amor. Un cáncer del demonio con el Martes bélico se alió, y en el albo Edén, a la Venus, a la niña, su vida le robó.

Al picadero del cielo, para montar caballos hipogrifos, el alma de la criaturita voló. Allí, agarrada a su crin de oro, paseará con el alado y blanco Pegaso; le custodiará Chirón, el primer centauro, tal como si fuera Cristian, su primer amor. Con ellos galopará por entre la suave y aromática brisa de la gloria.

Se esfumó la preciosa valija de vida; vacía quedó la inmadura esencia verdiblanca de la pureza. Frustrado quedó un corazón blanco y limpio y una futura historia, rosa de amor. En su dormitorio el último recuerdo: una maqueta de Playmobil, un picadero, y en el centro del albero, dos caballos y sus jinetes: ella y él con sus nombres en las monturas, permanecían agarrados de la mano.

¡¡No fueron los perfumes de las flores, arroyos, ríos o mares ni siquiera la lluvia de aquél día, lo que al entierro avivó...!!, fueron los llantos sinceros, y las diáfanas lágrimas de su pueblo: todas puras y cristalinas como brillantes; rojas la del joven amante.

El hiperestésico adolescente pasó días y meses de añoranza, sufrimiento y dolor. En el Cielo, San Valentín lleva una rosa en la mano, y en la tierra...: el joven la lleva en el corazón.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Grande como siempre, gracias por tus inigualables relatos.

Unknown dijo...

Enternecedor, muy bien

Anónimo dijo...

Por favor no mas historias tristes

Anónimo dijo...

Precioso relato, tan triste como la misma e insuperable realidad de esta vida, de este contrapuesto y bello mundo inmensamente cruel. Extraordinaria mezcla-ficción-historia, con una ilustración igualmente inédita y artísticamente poética. Una joya, que actores principales de la misma, doloridos por su falta, y alegres por haber conocido a una Ángel de Dios. han de guardar en su corazón para que no sea olvidada aquella fugaz estrella que durante pocos años brilló con y en el cariño de su familia y amigos, y que, ahora, sigue brillando entre trillones de esas estrellas, de esos soles, de esa sevillana tan bien cantada y del amor tan intenso de quienes vivieron de su calor y esplendor. Bella niña, bella historia, bello su pasado y bello todo lo que tocó. No es tan triste la historia fuera del dolor.

Anónimo dijo...

La vida es cómo es, las historias son como son, reales o ficción, alegres o tristes, increíbles, normales o extraordinarias; lógicas o ilógicas, ricas o pobres, con más o menos léxico; mentira o verdad, pero todas ellas pueden ser contadas, relatadas, dichas, escritas, la diferencia está en como se dice, en como se cuenta o como se escribe, incluso en el quién, aunque serán buenas obras si llegan alegres o tristes al espectador, al oyente, al lector, y ocasionan una reacción, incluso cuando esta sea malintencionada, pues no con ello consigue el que pica esos dañinos propósitos. En cuánto haya alguien a quién le gusta, ya es digna de atención. El libro del gusto está en blanco, y a mí este relato o esta historia, me ha encantado. Enhorabuena Cristóbal, ya te echábamos de menos.