jueves, 24 de agosto de 2017

"En memoria de un angelito y de su ángel", por Cristóbal Moreno "El Pipeta"

¡¡Mamá, mamá, ayer estuvimos viendo una película de hadas, cons sus alitas, donde se veían muchas mariposas y muchas aves; hoy me tienes que llevar a ver palomitas; palomas blancas, de esas que, volando por los cielos, van buscando la paz en el mundo. Yo quiero aprender a volar como ellas!! ¿Me enseñarás mamá?- Le dice el enérgico, gracioso y atrevido Julián Cadman a su madre.
Siete añitos tiene el simpático y risueño niño, que ha venido desde Australia con su madre de vacaciones a Barcelona- ¡¡Soy británico y australiano, y en mi casa tengo un cangurito!! -suele decir orgulloso de su doble nacionalidad-. Si hijo, después iremos a Las Ramblas donde me han dicho que hay muchas palomas para que tú puedas jugar con ellas. Cuando las veas volar te fijas muy bien como lo hacen y así aprenderás. ¡¡Vale mamá, muy bien...!!

Cogieron el autobús y a las 15,00 horas estaban en Las Ramblas, comieron en un restaurante, el niño no había parado de mirar por la ventana hacia el centro del paseo donde unas cincuenta palomas comian las migajas y semillas de los suelos: volaban y se posaban, se posaban y volaban y Julián no paraba de mirar mientras saboreaba un cucurucho helado de vainilla y chocolate ¡¡Mamá, venga termina, vamos a jugar ya con las palomas, no ves como me llaman con su arrullo..., tienen prisa, quieren enseñarme a volar, tengo que decirles que aún no sé!!

Eran las 16,50 horas cuando el niño se adelanta corriendo hacia las numerosas palomas, la madre le sigue a pocos metros.

Julián se ve rodeado de una bandada de palomas que con él vuelan hacia una potente luz que se ve allá en el cielo “¡¡Ya las palomas me están enseñando a volar!!, qué fácil es, he aprendido muy rápido, que suavidad y tranquilidad se siente aquí arriba, veo a mi madre y varias personas tumbadas en el suelo y me dan voces para que baje, gritan y lloran de miedo por lo alto que estoy. Qué bonito es volar ¿Por qué me veo tendido en el suelo? Junto a mi hay un hombre, puedo ver el amor en su corazón, no se cómo, pero se que se llama Harry Athwal; me tiene cogido en sus brazos, creo que volando me he caído, me veo la sangre de mi cabeza y me he lastimado mis piernas. El hombre está llorando, yo le digo que no se preocupe que no es nada, que nada me duele: es que estaba volando con las palomas y como aún no sé volar muy bien, pues me he caído. Pronto aprenderé. Ya veo las ambulancias ¡Son muy bonitas, pero hoy no me gustan..., ¡¡mamá, mamá, no llores, estoy aquí arriba!! ¡¡Oooh!!, las palomas me llevan hacia la luz, la luz es preciosa, mamá, mamá..., no te preocupes volveré en cuanto las palomas me digan como se baja.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Cristóbal: Magnífico. ¿Cómo puedes escribir esto? Una maravilla, triste pero maravilloso. Vaya nómina de colaboradores que tiene el Buceite.

Cristóbal Moreno dijo...

Con la mente de un niño, los sentimientos en una mano, en la otra el corazón y el alma en la utopía del deseo existencial de otra imposible pero aspirada vida.Todo eso sumado a la inocencia de la cercana muerte en muchos niños socorridos en accidentes de circulación, o de otro tipo, que desconocían su gravedad y piensan más en sus padres que en lo que a ellos le está ocurriendo.

Anónimo dijo...

Los pelos de punta. Maravilloso.

Jose Cabrera dijo...

La imagen de un niño yacente tras el atentado de Barcelona, genera la impotencia humana al ver ese pequeño ser abatido sin conciencia ni culpa. Nos toca lo más sensible de nuestros sentimientos. La barbarie de unos pocos sesga vidas inocentes incluso de estos menores que tuvieron la desgracia de estar en esa avenida de paseo y concordia que son Las Ramblas.

Anónimo dijo...

Querido pueblo de San Pablo, no enfadarse con un foráneo, ni siquiera andaluz, las víctimas merece un mayor respeto, en el uso de las imágenes y sobre lo que se escribe sobre ellas.
Entiendo que no hay mala intención, aunque hay palabras que puedan ser bonitas también de alguna manera están llenas de morbo, de un uso irrespetuoso del dolor de muchos familiares que para el que ha tenido la suerte de no vivir una circunstancia de este tipo ni siquiera se imagina

Anónimo dijo...

Gracias Cristóbal por este relato que, por desgracia, está enmarcado en una barbarie. Ojalá esa paz y luz que describes, exista en esa otra posible dimensión. Nos conviene pensar que será así y que la luz ilumine también a las familias de tantas víctimas inocentes.( María Rey)