lunes, 29 de febrero de 2016

Desafíos universitarios /3:" Sintonizar y sincronizar con los alumnos", por José Antonio Hernández Guerrero

El profesor Hernández en el Club de Letras en Jimena.
Leído en Diario de Cádiz. Por su interés lo reproducimos.
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PARTO del supuesto de que los profesores de Matemáticas, de Física, de Química, de Ingeniería, de Economía, de Medicina, de Enfermería, de Derecho, de Historia, de Sociología, de Filosofía, de Psicología, de Pedagogía, de Ciencias del Mar, de Ciencias de la Educación, de Ciencias del Trabajo, igual que los de Filología, tenemos como misión común proporcionar a los alumnos y a la sociedad una claves actualizadas para interpretar los lenguajes de los objetos y de los episodios, y para traducirlos de la manera más rigurosa, más clara y lo más persuasiva posible. Insisto en que la Universidad y la sociedad se necesitan mutuamente para iluminar y para transformar la realidad haciéndola más confortable y más humana.

Pero, si aceptamos que la Universidad ha de servir, hemos de preguntarnos permanentemente ¿qué ha de servir? ¿cómo ha de servir? y, sobre todo, ¿a quién ha de servir? De esta manera podremos ajustar la oferta a las necesidades concretas y a las peticiones, a veces, urgentes de la sociedad. Insisto en que hemos de tener muy en cuenta que, en la situación actual, la crisis económica no es la única ni la principal sino que, en gran medida, está generada por la de crisis de valores y por la crisis de la razón cuyas raíces y consecuencias son políticas, sociales y éticas, y cuyas soluciones se han de abordar desde planteamientos científicos y técnicos, humanos y humanitarios. Pero también hemos de advertir que la vida no se para sino que sigue discurriendo, a pesar de los frenos impuestos por estas circunstancias adversas.


Los universitarios hemos de escuchar el latido y la zozobra del sentimiento humano, y hemos de evitar, en lo posible, el uso de los clichés gastados por la dilapidación pedante e irreflexiva: hemos de salir de las trincheras de nuestro, a veces, engolado estilo pseudoacadémico. Los profesores hemos de ayudar a los alumnos para que recuperen el espacio ilusionante de la utopía. Tenemos el derecho de creer en el futuro porque tenemos del deber de crear el futuro. Por eso es necesario que intentemos ver el mundo con los ojos de los alumnos y, en cierta medida, que nos dejemos invadir por sus esperanzas y por sus temores para sintonizar y para sincronizar con ellos. Parto de supuesto de que, de igual manera que los adultos alcanzamos la madurez cuando empezamos a aprender de nuestros hijos, los profesores llegamos al nivel supremo de maestros, cuando aprendemos de nuestros alumnos.
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