martes, 31 de marzo de 2015

"En lo más alto del listón", por Cristóbal Moreno El Pipeta

Banda Virgen del Rosario de Algatocín el Domingo de Ramos en San Pablo.
Muy voluntariosa, con muchas ganas de agradar y de demostrar su capacidad musical, su preparación, su disciplina y su mérito; con el tiempo de antelación preciso; con el hambre proporcional al de un simple bocadillo y su traslado en autobús; con unos músicos simpáticos y zalameros y con una música femenina de notas ─notas a cuál más guapa─ y, esperando sin rechistar la tardanza del sacerdote ─en su pesar no podía dividirse en dos, uno para Jimena y el otro para Buceite─, quien tenía que oficiar y dirigir la procesión ─que no la música─ tuvo que comenzar a andar huérfana de Padre en la tierra; y anduvo, un paso tras otro, acompasado al son de unos instrumentos muy bien tocados, entre ellos, además de otros ─tambores, cornetas, trompetas, bombardinos y trombones ─, que formaban la marcha procesional.

    Principió dos compases desacompasados en el andar ─el de los costaleros/as y el de la marcha─ que, con la experiencia de los músicos y con las grandes ansias de agradar de los socios costaleros─, lograron hacer un paso entrañable, “El de la Borriquita” del Domingo de Ramos; un son de pasos y notas al unísono, que no llegó a decaer en ningún momento.

    
 Y ya que no había capuchas, la música encapuchaba a la procesión por las calles, como si el cortejo fuese acogido dentro de una cápsula sonora de un gran teatro. Música mamada en un pequeño pero antiguo pueblo con estructura árabe-andalusí, escrita en el castellano de las Semanas Santas, parida, paso a paso en Algatocín, por humanos con espíritu de ángeles celestiales y alma de envidiados pueblerinos; desinteresados vecinos malagueños, con corazón de buenos, hicieron de esta corta “tirá” (recorrido) de una sola “estación” en la Plaza de Cervantes ─donde ya se había acoplado a ella nuestro esperado párroco─, un itinerario corto pero ameno, que, aunque pobre en expectación fue rico en arte y ansias de agradar por parte de la mencionada orquesta y de la Asociación organizadora, a la cual hay que felicitar por su pretensión y gestiones, que llevaron a salir del paso (valga la redundancia), con muy buen paso. 

    Un compás que hacía acompasarse hasta a los mismos procesionarios y fieles que la integraban o perseguían en acompañamiento. Un compás, una música, que hacía bailar a los monaguillos con ese paso de lado, a izquierda y derecha ─derecha e izquierda, con el mismo entrenamiento ─sin tenerlo─ que los músicos entrenados.  Una procesión sin la pompa, sin el lujo, que tienen en las grandes ciudades. Una procesión de pueblo, pobre, sin mucho revestimiento de capas y mucetas de guantes blancos, sin pendones ni estandartes, sin túnicas ni gorros de verdugo de terciopelo, sin cíngulos de seda; sin capas ni capirotes. Solo hay corazón de Damas y Caballeros (según el habla popular de los nazarenos), al que yo agregaría el de Infantiles de Princesas y Varones, por esos niños y niñas que ilusionados visten las prendas acordes pagadas de sus ahorrillos.


Y en el caso de nuestra procesión del Domingo, la encabezaban tres damas sampableñas, la del centro portando la Cruz de guía, y la de los extremos sendos candelabros con sus velas encendidas; a continuación una acólita turiferaria portando el incensario y que a cada vaivén dejaba el agradable olorcillo del incienso, a las que seguían una veintena de infantiles ataviados de nazarenos portando palmas y ramas de olivo que precedían al paso de “La Borriquita”, cargado a hombro por seis miembros de la Asociación, guiados por su acostumbrado capataz de trono.

    Al finalizar el itinerario, andando de espaldas a la puerta de la iglesia, con su típico balanceo, al compás del Himno de España tan magníficamente tocado por la Marcha Procesionaria, finalizó la procesión y comenzó la misa con la iglesia al completo.

     Llegado a este punto, a falta solo de saeteros/as y saetas, todo terminó a satisfacción de los procesionarios, gracias como no, una parte de la Asociación de San Pedro y San Pablo, que en su quehacer diario no descansa para tener unas horas en preparar ordenadamente todos los eventos de la Iglesia y otros humanitarios, benéficos, cultural o de entretenimiento en bien de los ciudadanos de la población y de los mismos miembros, que, con su trabajo, sus aportaciones de socios, y las de los colaboradores llevan a buen fin todos estos procesos sociales en nuestro pueblo.

    Enhorabuena, una vez más.

Cristóbal Moreno “El Pipeta”
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Domingo de Ramos en San Pablo de Buceite. ÁLBUM DE FOTOS


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Demasiadas alabanzas para una banda de fuera, no digo que no se lo merezcan. Pero está la banda de Jimena que es de nuestro pueblo, y donde va triunfa, porque se le reconoce su esfuerzo y sacrificio. Aquí todo lo contrario, muchas veces ni un mísero aplauso. Supongo que nadie es profeta en su tierra.

Anónimo dijo...

Las alabanzas son las que se merecen por haber venido desinteresadamente sin cobrar y encima animaron estupendamente la procesión, seguramente el que hace el comentario de las 10:38 no estuvo en la procesión para comprobarlo.
La banda de Jimena no podia venir porque estaba participando en la procesión de la borriquita de Jimena de la Frontera. Y además siempre es bueno variar a veces de banda de música para saber cómo lo hacen las demás bandas.

Anónimo dijo...

La banda se musica de algatocin tiene ya casi 4 decadas. Y hacen conciertos, van a otras ciudades importantes en semana santa como Cadiz .Malaga etc... Asi k las alavanzas se las merecen y muy bien merecidas ya no x su musica si no x un simple bocadillo. Y ademas lo mejor es lo bien k han hablado de ella. Pero claro ya se han olvidado de lo bien k lo hicieron xk otros se han ofendido sabiendo k la realidad es lo k en estas lineas se han escrito.

Anónimo dijo...

Bendita y sana juventud,
(que no la del botellón ni el porro
aunque en vedad, son minoría)
Me refiero a la que
su tiempo libre dedican
a cultivar cuerpo y espíritu:
Al deporte, a leer prosa y poesía,
como actores noveles,
o como los muchos que
se enganchan a la música;
en bandas municipales
o bandas de cofradías
en charangas callejeras
Y en todos los conservatorios
que no quedan plazas vacías.
Bendita y sana juventud,
la que también hoy en día se cría.
.
22.04.16 7:43 a.m.
.
Antonio. –El niño del Corchado