jueves, 23 de octubre de 2014

"El toro bravo: otra antitética realidad", por Cristóbal Moreno El Pipeta

Leer su interesante relato "Los toros del cielo"
-
El toro, en su defensa dentro de la plaza, o fuera de ella, “por puro paroxismo, delirium exacerbado. Los ojos dentro de las órbitas pero llenos de muerte; las venas del cuello a punto de estallar por la presión de su sangre salvaje, y, sus cuernos pidiendo entrar rasgando cuerpo ajeno para pintar con el rojo de sangre caliente la amarilla y fina arena o el verde prado”.
    “¡Sangre…, salpicando el aire y trajes sin luces, o sin trajes…!”

    “¡Muere!, ¡muere!, ¡muere” maldito humano, que yo soy el más fuerte y poderoso animal de los campos...! ¡Qué yo estoy hecho para matar y para luchar!, pues si no mato ni lucho no soy nadie e igualmente muero a escondidas: sacrificado con deshonra donde nadie vea mi casta, mi valor. Si no salgo a luchar, morir o matar, a una plaza de toros, no soy nadie; ningún ganadero me querrá, pues soy demasiado fiero, valiente y peligroso para criarme en sus tierras, cuando otras razas vacunas son más nobles que yo, no tienen peligro, y además, dan mucha más carne que las de mi máximo peso, y mucha más leche que mi madre… ¡Nooo...! ¡Yo quiero seguir luchando, muriendo o matando, dentro o fuera de una plaza de toros! ¡Quiero estas corridas y estas plazas para mi y mi familia...!, las quiero, pues si no es así desapareceré y quedaré solo en algún que otro zoológico, libro, o museo animal. ¡Sí!, ¡es así y puedo probarlo...!; sólo existe mi especie en los países donde se celebran corridas de toros: Portugal, Francia, España, muchos países de Sudamérica y en ningún otro de Europa o del resto del mundo donde las corridas de toros no existen o están prohibidas.
    Yo cuando lucho con otro semejante, muero o mato, salvo que huya de mí, y si puedo…: le persigo hasta acabar con su vida. He nacido para matar o morir. Otros nacen para solo morir y… sin gloria.
    Mi familia vive bien a costa de mi sacrificio, en sus campos en su entorno, ¡al aire libre, libre…!.
    Somos una especie privilegiada, querida, respetada y bien alimentada. Sólo mi padre, yo, y algunos de mis hermanos machos hemos de pagar con nuestra vida (como al final todos, sean de la especie que sean) la supremacía y continuidad de nuestra brava raza.
    ¿Cómo mueren el resto de los toros o vacas de otra especie? ¿Con gallardía o bravura…, con respeto? ¡No! ¡Sólo nosotros morimos así!, los demás mueren en un matadero cualesquiera, más rápido o menos, pero sin honor, sin ningún respeto del hombre. Finalmente hasta nuestra carne es más apreciada y tiene más calidad y mejor precio si hemos muerto luchando por la vida, sangrando, rabiando por intentar matar al ser supremo de la tierra…: el hombre. ¡Cuántas veces lo hemos intentado, incluso cuando nos traían la comida, o dándonos de comer! ¡Y es que nosotros somos así bravos luchadores, siempre buscando pelea!
     ¡No, por favor!,  queremos seguir existiendo, a ser posible por todos los rincones del planeta: con nuestra fiereza, con nuestra bravura, con nuestra forma de morir y con nuestra libertad entre esos hombres obligados a alimentarnos y servirnos…, temerosos de nuestro poderío, y con razón…, si se descuidan son hombres muertos, sean mujeres o niños.
    A vosotros, esos humanos que intentan acabar (sin saberlo, inconscientemente) con nuestra forma de vida, de seguir creciendo en número, con nuestra forma de ser, con la única forma de seguir siendo, de seguir existiendo, de ser libres; en definitiva, de que nuestra raza superviva: déjennos de seguir muriendo luchando, tal como nos ha hecho la madre naturaleza (luchando con otras fieras, con nosotros mismos, con el hombre y con todo lo que se mueva u ose hacernos frente), de lo contrario: flaco favor nos hacéis.
    ¡Qué yo soy como vosotros, el ser humano…: sangriento, que hasta se mata el mismo! ¿¡No os dais cuenta que aún sois primitivos!?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

El problema es cuando hay ensañamiento en la muerte de un toro en la plaza. Cuando lo torturan innecesariamente.
Si todos los toreros lo hicieran como José Tomás, no hablabamos.

Cristóbal Moreno dijo...

Respuesta al primer comentario:

De ahí la última frase: ¡Qué yo soy como vosotros, el ser humano...: sangriento, que hasta se mata él mismo (y entre ellos) ¿¡No os dais cuenta de que aún sois primitivos¡?:

El hombre, pese a luchar contra si mismo por civilizarse, muchísimas de sus acciones y reacciones instintivas, siguen siendo primitivas, de ser irracional (nos matamos entre nosotros y llegamos a matar más aún y sanguinariamente que el toro a todo aquello que se menea; además seguimos siendo carnívoros -con muy poquísimas excepciones y por voluntad propia, no natural-); eso en el primer término "-acciones"-. Un ejemplo: las guerras donde la inteligencia se utiliza para matar, echando siempre la culpa al otro, que también es humano y piensa lo mismo que su contrincante: “¡la culpa es del enemigo y hay que matarle como sea!”

En el segundo término "-reacciones instintivas-", si nos pinchan, o nos vemos obligados a ello para salvar o lavar nuestra imagen o la de nuestra familia, por muy buenas personas que seamos y estemos en contra de todo tipo de guerra y/o acciones violentas; por muy defensores de los derechos humanos o de los animales que intentemos ser, es cuando surge nuestra propia naturaleza primitiva –no civilizada-, reaccionamos como nunca lo esperábamos -en realidad desconocemos de lo que somos capaces de hacer en un momento dado-; nos reconvertimos en el ser más fiero, peligroso y destructivo de la naturaleza (deshumanizado).

Civilizado es: lo que intentamos conseguir y no podemos porque la propia naturaleza, que nos ha hecho así, psíquicamente nos lo impide.
Primitivo (en cuanto a la forma de ser): por llamar de alguna forma a las reacciones que van en contra de lo que debería ser civilizado. Pues las reacciones siguen siendo las mismas, antes y ahora. Las acciones intentan ser civilizadas –en el otro sentimiento humano-, pero solo hay que reactivarlas para actuar como los animales, que a veces son más civilizados que nosotros.

Por eso, con respecto a los toros, chocan los dos frentes, el humano y el inhumano, sin detenerse a pensar que los toros podían seguir siendo y existiendo como toros, con solo poner un poco de orden en ese ensañamiento sin motivos, como quiere hacer constar el primer anónimo. El toro tiene que morir, pues de una forma u otra se tiene que convertir en carne. Qué dentro de esa naturaleza de pelea que siempre busca el toro, hay que herirle para que el toro sea más toro, más bravo y más manso, pues contra más bravo va siendo menos siente las heridas y entra dentro de las reglas del toreo (Reglamento), pues vale, pero hasta cierto punto y con el respeto debido al animal, siguiendo esas reglas (como deben de hacer siempre que se matan animales –no tenemos culpa de ser carnívoros-), pero el ensañamiento de hacer lo que sobra…, sobra, aunque tenga -un mal -Reglamento. Ese ensañamiento debería ser penado. Hay ensañamiento en ir clavándole a un toro una lanza tras otra. Igual que, cuando, en un pequeño pueblo cortaron, por donde no debían, las astas de una vaquilla, y de éstas manaba la sangre en chorro hacia arriba más de medio metro. Hasta la fecha no ha habido más fiestas con vaquillas en ese pueblo, los mismos vecinos en común acuerdo las anularon, pues ese ensañamiento se salía de un Reglamento humanamente reglamentado.

Ahora bien, hay que mirar con lupa, pero que muy bien, nuestras fiestas de los toros, ya que gracias a ella, tal como están, mueren cuatro toros y da vida a una raza. Cuatro toros de una dehesa, por toda una manada que deambula libre por su hábitat. Muchas manadas en un país; millones de toros y vacas. Incontables, saltando fronteras, siempre que existan en esos países “las corridas de toros” y algunas otras fiestas derivadas de su bravura. Cuando se anulan, cuando no ha existido, se anula la raza del toro bravo ¿Dónde encuentran ustedes esta raza tan bella en Estados Unidos por ejemplo. O en Suecia o en Noruega o en etc.? ¿Dónde encuentran ustedes un gran toro de cartón que sea imagen y vida para esta raza?

Anónimo dijo...

Que no Cristobal, que no.
Que los toros bravos no quieren morir o matar. Que solo atacan cuando se ven atacados o acorralados. Desde cuando no muere un torero en la plaza sin embargo cada año mueren dos mil toros en las corridas.
Si quisieran matar cuando tumban a un torero en el suelo estarian clavandole los cuernos, sin embargo se van con el primer capote que les echen.
Tampoco desapareceran, para que sirve hoy un bisonte o una jirafa? y sin embargo ahi están. Que los toreen pero que no los hagan sufrir y no los maten de 14 pinchazos.

Anónimo dijo...

''solo atacan cuando se ven atacados o acorralados'' bueno pues vente conmigo al cortijo fabrica las bombas y nos damos un tranquilo paseo por sus prados, bueno mejor dicho te das tu el paseo mientra yo te observo desde fuera.