miércoles, 30 de marzo de 2011

Palabra de moda 9: Espabilarse

Por José Antonio Hernández Guerrero
En nuestro lenguaje coloquial, es frecuente que usemos las palabras sin advertir que, a veces, son imágenes metafóricas dotadas de un notable poder expresivo. Fíjense, por ejemplo, en el vocablo "despabilar" (o "espabilar", como pronunciamos nosotros aquí en Andalucía).
Son abundantes los hablantes españoles que están convencidos de que su significado propio es sacudir el sueño, mantenerse despierto, avivar y ejercitar el ingenio, resolver un problema con agilidad o hacerse cargo de una situación con prontitud.
“Los hipotensos –me decía ayer Carmela- no nos (d)espabilamos hasta media mañana”. Cuando los padres presumen de tener un niño "(d)espabilado", nos quieren decir que es listo, ingenioso, imaginativo y, sobre todo, que es rápido de reflejos, que posee prontitud en sus reacciones, que está despierto y vigilante. Ser “(d)espabilado” es lo contrario de torpe, simple, pelma, lento, tardo, premioso, pánfilo, indolente, lánguido, pachorroso o flemático.
Pero, si nos atenemos a su origen etimológico, tendremos que decir que "despabilar" es quitar la parte ya quemada del "pabilo". Recordemos que el "pabilo" o "pábilo" es la mecha o la torcida que está en el centro de la vela, de la antorcha o de la mariposa de aceite. El pabilo es también ese cordón envuelto en una leve tela de cera que está atado en la punta del apagavelas -también llamado matacandelas-: ese instrumento en forma de cucurucho que, fijo en el extremo de una larga caña o vara les sirve a los sacristanes para encender y para apagar la candelería de los pasos de Virgen de nuestra Semana Santa.
El "despabilador" era el señor que, en los antiguos teatros, ejercía el oficio de quitar el "pabilo" de las velas, para que las llamas se reavivaran y para que los espectadores, aburridos por la pesadez de la obra y adormilados por la luz mortecina, se "(d)espabilaran".
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Foto: http://www.mundomedicinas.com/

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