martes, 26 de mayo de 2020

"Adornos del pelo en el Arte Sureño", por Simón Blanco

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Por Simón Alberto Blanco Algarín, miembro de la Asociación para la Protección del Arte Sureño, APAS.
ADORNOS DEL PELO EN EL ARTE SUREÑO
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El análisis etnográfico de la figura humana en las pinturas rupestres de nuestro Arte Sureño, nos permite acercarnos cultural y cronológicamente a los grupos humanos que las crearon. De entre los muchos aspectos que pueden valorarse, uno de los más atractivos por su relevancia social y valor simbólico, son los peinados y los adornos con los que decoran sus cabezas.
Estos adornos personales son de gran valor étnico y son frecuentes en el Arte Sureño postpaleolítico, pudiendo distinguirse peinados tradicionales y diversos tocados entre los que predominan los que cuentan con apéndices lineales, curvos y circulares.

A través del simple trazo lineal horizontal sobre la cabeza representaron posibles boinas y sombreros de ala ancha, algunos abombados con forma de montera (fig. 1, 2 , 3 y 4). Esta indumentaria, frecuente en la región, parece la más funcional y sería muy apropiada para una zona como la nuestra de gran exposición solar y lluvias frecuentes.

Los apéndices lineales también están relacionados con los tocados de plumas, que para muchas culturas primitivas sirvieron de indicativo del rango social y pueden distinguirse por el número de trazos perpendiculares que están en contacto con la cabeza: un único trazo vertical, dos trazos inclinados, tres o más trazos abiertos en abanico (fig. 5, 6, 8, 9, 10, 11, 12, 13 y 15). En el caso de los dos trazos, cabe destacar la posibilidad de encontrarnos ante representaciones de cuernos (fig. 8 y 9).

La figura femenina no idolizada, dificil de reconocer fuera de las escenas de componente social, cuando cuenta con los suficientes atributos para ser reconocida, tiene los cabellos recogidos en altos moños que se representan mediante trazo vertical globular (fig. 7).

Fig. 1. Abrigos con tocados lineales

De los apéndices curvos, destaca en la región la forma en media luna invertida, similar a la forma ancoriforme pero con las extremidades terminadas en punta y que se relaciona con una forma muy estandarizada de peinado, incluso con cascos protohistóricos (fig. 13, 14, 15, 16 y 17). Es interesante señalar que en los casos donde aparecen asociaciones de antropomorfos, se alternan los tocados con apendices curvos y lineales (fig 13 y 15).

Los tocados con apéndices circulares, son los más escasos dentro de estos convencionalismos sociales y presumiblemente consisten en armazones de desarrollo circular para recogerse el pelo (fig. 18 y 19). Estos complejos tocados bilobulados, de nulo valor utilitario, presentan en algunos casos trazos diferenciados en su interior y hay que relacionarlos con acontecimientos relevantes de caracter ritual o ceremonial para las comunidades tribales locales y podrían ser la antesala de los ídolos oculados, además de recordar los atractivos y compartimentados rodetes que lucen algunas damas de la escultura ibera.
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Fig. 2. Abrigos con tocados curvos y circulares.

Las diferencias y el marcado protagonismo de estos complementos asociados a las figuras antropomorfas, eje central del arte holocénico, permite junto al reconocimiento de la actividad que desempeña la figura, una primera valoración de sus múltiples usos y la evidencia de una cada vez mayor complejización social de las sociedades protohistóricas.

Desafortunadamente, la deforestación y mercantilización que padece el alcornocal gaditano desde hace decadas, ha roto el frágil equilibrio milenario entre los pigmentos, los soportes de arenisca y el medio ambiente, lo que sumado al ostracismo social y administrativo, está provocando una irreversible degradación de un arte rupestre universal con más de 40.000 años de tradición.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy ilustrativa la explicación señor Simón Blanco.