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Todos sabemos que la belleza física no es una llave que, por sí sola, abre las puertas del éxito familiar, social, artístico, político o económico o, en otras palabras que el mundo no es sólo de los guapos. Tampoco podemos afirmar que, como dice el refrán, “la suerte de la fea la bonita la desea”. Las investigaciones psicosociales han mostrado cómo la belleza física provoca en muchos casos "efecto de halo", esto es, que extiende la valoración positiva de su atractivo físico a la toda la persona, atribuyéndosele otras cualidades positivas de las que, quizás, carece. Una mujer o un hombre guapos nos parecen, al principio, simpáticos, inteligentes y hasta divertidos. Por eso, podemos afirmar que, en un primer momento, la belleza física es un poderoso factor de atracción, pero esta percepción contaminada -este "efecto de halo"- suele disolverse en breve si la persona no posee las cualidades que se le suponen.