Este debe de ser uno de los puntos para cenar más simpáticos de la zona. “La Estación” es justamente eso, una estación de tren con apeadero dentro de la línea entre Algeciras y Ronda. Mientras una amiga y yo cenábamos, un tren hizo una ruidosa parada y se apearon varias personas que se dirigieron directamente al bar donde justo antes habíamos tomado nuestros aperitivos previos a la comida, que se habían compuesto de pequeñas y deliciosas croquetas de espinaca, pollo y pescado, acompañadas de sus respectivas bebidas.
Una vez acabada la diversión, pasamos a un corto pero selectivo menú. Fue una difícil elección: ¿Comenzaríamos paté de perdiz o Alcachofas con picadito de Jamón Serrano como nos habían recomendado? ¿Comeríamos el Solomillo de Ciervo con Salsa de Frambuesa, o el Pato Confitado con Manzanas y Cebolla Caramelizada?
Y ahora el plato principal. En circunstancias normales, las entradas hubieran supuesto una comida en si, pero este crítico de restaurantes se toma su trabajo muy en serio. Frances -mi amiga- no se decidía entre el Solomillo “Buceite”, un solomillo de cerdo relleno de nueces y dátiles y los Rollitos de Lenguado rellenos de Merluza, con Salsa de Carabineros.
Eligió lo último y sentí no tener la oportunidad de probar el solomillo con nombre en honor al pueblo, que ha sido recomendado frecuentemente por los que visitan este hermoso lugar. Su comentario fue: “Esto está fantástico! Nunca pensé que se podían mezclar estos pescados y saborearlos por separado!” Añadió que la salsa no se apoderaba del sabor, que, siendo sincero, es bastante inusual.
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Pero el venado fue otra cosa de nuevo. Y de nuevo, el venado en esta zona suele servirse en estofado y puede ser bastante pesado. Los finísimos filetes de venado eran tan rosados como cualquier plato que me pudieran dar en el Café Royal de Londres. La carne era fuerte como es el venado pero la salsa de frambuesa lo hizo parecer menos – a la vez que no se apoderó del plato-.
¿Habría un postre ligero? Al parecer no, si uno no decidía un simple bol de helado, que no nos parecía adecuado a ninguno de los dos, ni por el tiempo que hacía ni por las calorías. Le dejamos la elección a Nieves, que obviamente sabe lo que hace. Esto fue un riesgo que tomamos y tuvimos que renunciar a pensar en calorías a favor de sabores.
Frances tomó Crujiente de Leche Frita con Salsa de Canela, Helado de Vainilla y Frutas del Bosque. Plato que la tuvo en silencio, con los ojos cerrados y sonriendo tras cada cucharada. Por otro lado mi chocolate blanco con brownie y helado de turrón me hizo olvidar apuntar el nombre en Español. No importa, Nieves dispone de bastante inglés, una gran sonrisa de bienvenida y mucho “charm”.
Tan “charming” es La Estación como el vino de la casa, cuyo nombre escapa a mis notas y a mi memoria, fue más que apropiado para esta copiosa comida. Debido a la conducción sólo tomamos una botella entre los dos, pero recuerdo que era rojo claro, Ribera del Duero y no muy caro. Tendré que volver para recordarlo....
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