El pasado Viernes Santo, presencié un desfile procesional, peculiar, simpático y emotivo. Me estoy refiriendo al que protagonizaron los niños de San Martín del Tesorillo, cuando sacaron en procesión a un Cristo Crucificado y una Dolorosa, igualmente en San Pablo ocurrió un hecho similar con la procesión de la Virgen de los Niños. Son los cachorros, los futuros cargadores o costaleros, como quiera que se les llamen.
Se da por sabido que el tamaño de las imágenes era acorde con la edad de sus cargadores, que no superaban los diez años. Todo en minúsculo pero no falto de nada, todo menos el saetista Miguel Solís, ese si es talludito, tuvo la gentileza de cantar una saeta a sabiendas que aquella noche se repetiría con las imágenes del Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora de los Dolores.
Se da por sabido que el tamaño de las imágenes era acorde con la edad de sus cargadores, que no superaban los diez años. Todo en minúsculo pero no falto de nada, todo menos el saetista Miguel Solís, ese si es talludito, tuvo la gentileza de cantar una saeta a sabiendas que aquella noche se repetiría con las imágenes del Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora de los Dolores.