¡Qué alegría, después de tanto tiempo ausente pude asistir a la boda de mi nieta!
Me fui un día a un lugar muy lejano que no conocía; tuve que volar cuando nunca me había gustado, no me quedó más remedio, así es la vida, se presentan problemas sin esperarlo y hay que apechugar. No podía arrepentirme ni volver atrás, tuve que irme y me fui. Sin embargo, he de confesarlo: partí a donde no quería y solo pensaba en volver.