Hoy me encuentro con mi edad. Una edad sin pasado ni futuro, solo presente. Y, como aconsejan muchos sabiondos −haciéndoles caso− quiero vivirla ahora y ya, en el justo momento de su plenitud y con todo el disfrute que pueda, ¡aquí, ahora y en cualquier momento!
Pero..., hoy no puedo, porque no tengo nada que darle, me cuesta saltar el bache; por eso me rebelo en contra del sabelotodo y pienso en muchas cosas buenas del pasado. Con pensar eso ya me encuentro mejor y me da fuerzas para saltar el bache, subir un escalón y seguir viviendo.