Leído en el diario
El País. Por su interés reproducimos esta noticia.
DIEGO A. MANRIQUE
Sus imágenes componen el mejor inventario del tribalismo juvenil español. La mirada de Miguel Trillo funciona como un radar ultrasensible. Esta es una selección de 30 años en busca de la estética pop ibérica.
Muchos descubrimos a Miguel Trillo a principios de los ochenta, en la feliz vorágine madrileña. No sabíamos entonces que durante la década anterior tuvo una etapa como fotógrafo levemente surrealista, con atención a los insectos. Sin embargo, su pasión creativa floreció en aquel Madrid que viró del gris al technicolor, en una explosión espontánea.
Le interesaba más la tropa de a pie que las estrellas. Punkis, 'mods', 'rockers' y demás sectas
Una hidra con múltiples caras, que luego se perpetuaría como la movida y que ya atraía a voraces retratistas de lo efímero. Puedo recordar incluso un prototipo de fotógrafo-de-la-movida, una avalancha de tipos arrolladores y sensualistas que aspiraban a colocarse en medio de la acción, como el David Hemmings que reinaba sobre el swinging London de la película Blow up. Pero el discreto Miguel Trillo (Jimena de la Frontera, Cádiz, 1952) rompía ese molde.