Los seres humanos estamos dotados de tres fuerzas extraordinariamente poderosas y, por lo tanto, notablemente peligrosas: la imaginación, los deseos y los temores. Si las empleamos de forma correcta, nos proporcionan beneficios y satisfacciones; si perdemos su control, nos hacen daño y nos causan disgustos. La imaginación es una facultad humana con la que nos representamos mentalmente sucesos, historias o imágenes de objetos que no existen en la realidad o que son o fueron reales pero no están presentes. Si la dirigimos y la controlamos adecuadamente, la imaginación nos sirve para concebir proyectos, para construir modelos de objetos y de actividades modificando y mejorando las ya existentes y, sobre todo, organizando sus componentes de formas distintas.