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El sampableño Joaquín Díaz cumple cien años. |
Las personas “bien nacidas” y, sobre todo, las que han llevado una existencia “bien vivida” se caracterizan por su notable facilidad para dar las gracias por los beneficios recibidos y por su permanente disposición para reconocer que los esfuerzos que han desarrollado e, incluso, los sacrificios que han soportado les han proporcionado un “bien estar” que les genera un profunda y contagiosa alegría. No es extraño, por lo tanto, que, en la celebración del centenario del nacimiento de Joaquín Díaz, nos reunamos con él para mostrar nuestro agrado por haberlo conocido y nuestra satisfacción por haber compartido con él y con su familia una parte de las experiencias en algunos de los momentos de su dilatada y fecunda vida.
“Dar las gracias” es, a mi juicio, la función más bella, más beneficiosa y más gratificante de las que realizamos los seres humanos porque revela los sentimientos más profundos y más nobles, porque nos ayuda a saborear la vida y a expandirla, porque aumenta la amistad e incrementa la alegría y el amor.