Manuel Mata. |
Tengo un amigo que ha hecho la promesa, desde el 1º de agosto, de no perder más el tiempo con los pelmazos. Ni con los de este mundo, ni con los que habitan en las redes sociales.
Yo, con cierta sorna senequista, le he avisado del peligro que corre ya que esta loable aspiración puede tener una grave contrapartida: si uno se vuelve muy selectivo, si se muestra exigente en los asuntos a tratar en tertulias y blogs, pronto verá idiotas por todas partes hasta quedar a solas consigo, y puede que al final, descubra que uno es su propio pelmazo.