Algunos autores opinan que el nombre de este mes -tan corto, tan lluvioso tan inestable, tan bullicioso y tan “loco”- proviene de la palabra latina “febris”, fiebre, y ésta del verbo “fervere” que, en castellano significa “hervir”.
Estos amantes de las letras y apasionados por el origen y por la historia de las palabras, haciendo un ejercicio de etimología popular, justifican su tesis explicando que “febrero” -el mes de las vacaciones blancas, de la nieve y del carnaval; el mes en el que se prepara el campo para fecundarlo con la siembra de la primavera y en el que varias hembras de animales domésticos comienzan a parir- es el mes en el que la sangre hierve.