Por José Antonio Hernández Guerrero
La palabra “extranjero” está tomada de la francesa antigua “étrangier” y ésta a su vez de “estrange” que significa “extraño”, derivada de la latina “extraneus”, exterior, ajeno, diferente. Pero el sentido concreto de esta palabra cambia continuamente dependiendo de diversos factores sociales y económicos.
Durante siglos, el “extranjero” fue para el europeo el otro europeo. El alemán para el francés, el inglés para el mediterráneo, el francés para el español o el italiano para el portugués. La palabra “extranjero” designaba al que estaba más allá de las fronteras nacionales. Sólo los privilegiados, las franqueaban: los hombres de Estado o los comerciantes, los artistas o los diletantes. Los pobres que la pasaban por necesidad procuraban disimular su origen y fundirse en la población nueva que los acogía. A no ser que la frontera se convirtiera en lugar de choque de masas humanas enfrentadas en las guerras que iban trazando la historia de Europa.
La palabra “extranjero” está tomada de la francesa antigua “étrangier” y ésta a su vez de “estrange” que significa “extraño”, derivada de la latina “extraneus”, exterior, ajeno, diferente. Pero el sentido concreto de esta palabra cambia continuamente dependiendo de diversos factores sociales y económicos.
Durante siglos, el “extranjero” fue para el europeo el otro europeo. El alemán para el francés, el inglés para el mediterráneo, el francés para el español o el italiano para el portugués. La palabra “extranjero” designaba al que estaba más allá de las fronteras nacionales. Sólo los privilegiados, las franqueaban: los hombres de Estado o los comerciantes, los artistas o los diletantes. Los pobres que la pasaban por necesidad procuraban disimular su origen y fundirse en la población nueva que los acogía. A no ser que la frontera se convirtiera en lugar de choque de masas humanas enfrentadas en las guerras que iban trazando la historia de Europa.