El contagio por ébola de una enfermera ha demostrado que cualquiera en este país, puede ser ministro/a de Sanidad. O todo lo contrario, cualquiera no puede ser ministro/a de Sanidad.
El nivel de incompetencia y el desconcierto a la hora de transmitir información -y calma- ha sido alarmante. Menos mal que la vicepresidenta tomó las riendas del asunto y que la Ciencia -y la Divina Providencia- están haciendo su trabajo.