Los médicos, los psiquiatras, los psicólogos e, incluso, los sociólogos coinciden con la mayoría de nosotros -los hombres y las mujeres de la calle- en que dormir es una de las mejores medicinas para conservar o para recuperar la salud del cuerpo y para restablecer el equilibrio del alma.
El otro día, mi amigo Luis me afirmaba sin ambages que los andaluces estamos más sanos y, sobre todo, más contentos, porque dedicamos más tiempo a dormir que el resto de los europeos. No tengo inconveniente en aceptar esta tesis, con la condición de que en su concepto de "sueño" -en singular- incluya también la noción de "los sueños" -en plural-. Estoy convencido de que, en este caso, aunque no se alargue la mera existencia temporal de las personas, sí se ensanchan y se profundizan sus vidas.