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Benaoján traslada los 38 féretros que recibieron el impacto de una gran roca
Pesa más de dos toneladas y se desprendió de la montaña como consecuencia de la lluvia
BLAS GIL.
Pesa más de dos toneladas y se desprendió de la montaña como consecuencia de la lluvia
BLAS GIL.
El Ayuntamiento de Benaoján inició a primeras horas de ayer el traslado de los 38 féretros cuyos nichos quedaron destrozados por el impacto de una roca de más de dos toneladas de peso que se desprendió de una montaña como consecuencia de la tormenta de lluvia del pasado viernes.
Operarios del Consistorio fueron trasladando las cajas mortuorias desde el ala superior del cementerio municipal hasta las nuevas bóvedas, ante la presencia de los familiares, que en muchos casos no daban crédito a lo sucedido.
--El alcalde Francisco Gómez indicó que los daños causados por el desprendimiento han sido muy cuantiosos y que el arquitecto municipal redactará el próximo lunes un informe para conocer el alcance real de los desperfectos.
Algunos de los difuntos que tuvieron que ser cambiados de emplazamiento habían sido enterrados hace más de 35 años. Es el caso de la abuela de Francisca Moreno, vecina que estuvo supervisando en todo momento el traslado del féretro. «Al menos sabemos que ahora descansará en una zona más estable del camposanto», explicó con resignación.
La roca, tras desprenderse en la tarde del viernes de la montaña, rodó por la ladera y saltó por encima de la carretera, un lugar muy frecuentado por vecinos que pasean por esta zona y por coches que se desplazan al cercano municipio de Montejaque, sin que se registrasen daños personales.
Otra segunda roca de grandes dimensiones fue a parar junto a una nave de carpintería, quedándose detenida en un sembrado.
Aunque los vecinos de Benaoján, un pueblo situado debajo de una gran montaña rocosa, han sufrido a lo largo de su historia varios desprendimientos de este tipo, el alcalde ha solicitado al Gobierno central una serie de subvenciones con el objeto de colocar nuevas protecciones en la parte baja de la ladera para evitar que grandes rocas rueden y provoquen más daños en el casco urbano.