Frente a los analistas convencidos de que el futuro económico depende de los avances de la ciencia y de la tecnología, nosotros opinamos que el verdadero desarrollo de las personas y el auténtico progreso social de las empresas depende, sobre todo, de la "administración de los valores humanos" y de la "gestión del conocimiento".
El crecimiento verdaderamente humano se logra por el cultivo de la mente y por el equilibrio de las emociones de los agentes y de los actores de las actividades: por el perfeccionamiento de la agudeza de los análisis críticos, por el crecimiento de la capacidad de diálogo, por el incremento de la amplitud de los conocimientos y por el rigor de las ideas, que podrá ser aprovechado por el uso hábil y eficaz de los instrumentos tecnológicos.