Efectivamente, no le faltan poderosas razones a Felipe González para afirmar, de manera categórica, que, en la actualidad, escasean los líderes. Es cierto que, en los diferentes ámbitos y niveles de la política, abundan los eficientes dirigentes; en la enseñanza, competentes profesores; en el periodismo, agudos redactores; en los negocios, sagaces empresarios y, en la Iglesia, piadosos sacerdotes, pero también es verdad que echamos de menos a esos seres humanos que, como por ejemplo, Martin Luther King, Nelson Mandela, Vicente Ferrer, la Madre Teresa de Calcuta o, en la actualidad, Francisco, sean capaces de devolvernos fundadas esperanzas y de abrirnos nuevos horizontes a tantos ciudadanos pertenecientes a esta sociedad desencantada y en ruinas.